jueves, 23 de abril de 2020

Relatos de Isnir. Capítulo 15

“Una deuda que cobrar”

Dado que los materiales para proseguir con nuestro plan aún tardarán un tiempo en llegar al almacén del Distrito 16, y que sin ellos estamos atados de pies y manos, decidimos que todos los integrantes del Club de Geología estaríamos adoptando un “Perfil Bajo” hasta ese entonces. Resumiendo: evitar atraer la atención de forma innecesaria sobre nuestras actividades.

El grupo de sociópatas de Rasmus y Dragamsel, los espías del director… Sin duda, nuestra incursión en el instituto había despejado muchas incógnitas que teníamos desde hacía tiempo… Pero también nos había hecho darnos cuenta de que nos habíamos metido en un juego muy peligroso…

Termino de guardar las mudas de ropa en mi bolsa de deporte y me dispongo a salir de mi habitación, tras comprobar que he dejado las ventanas cerradas por dentro y que no hay nada obstruyendo la cerradura de la puerta. Solía hacerlo a menudo en el pasado, por temor a que Dragamsel y los suyos se metieran a robar mis trabajos, pero desde que supe lo del micrófono en el despacho del director, me he vuelto aún más paranoico con la idea de que alguien entre a husmear mis cosas.

-Todo en orden.- Me digo a mí mismo al tiempo que paso la llave y me dirijo hacia las escaleras de los dormitorios masculinos.

A pesar de ser sábado y lo temprano de la hora, hay bastante movimiento en los pasillos y cerca del comedor de la residencia. Me cruzo con varios integrantes de otros clubes deportivos en mi camino a desayunar, muchos de ellos comentando con pesadumbre los entrenamientos infernales que les están imponiendo sus capitanes y entrenadores. No puedo evitar sonreír con desasosiego cuando escucho algunas de las conversaciones.

-Infelices… Si vivieran lo que yo he tenido que soportar todo este tiempo, un par de semanas o incluso un mes de régimen infernal les parecería un juego de niños…- Me digo a mi mismo mientras me dirijo con mi bandeja hacia las mesas de autoservicio. Por el rabillo del ojo veo a Dylphiel sentado a una mesa y saludándome alegremente con la mano. No tardo en encontrar el corpachón de Versmegzul al otro extremo del comedor, llenando su bandeja con frutas y cereales varios.

-¡Wilden! ¡Aquí! – Puedo oír como me llama Dylphiel claramente desde su mesa, haciendo que varias personas se vuelvan hacia mí, sorprendidos.

Le devuelvo el saludo con una sonrisa incómoda en mi cara. Hasta ahora nunca había coincidido con ellos en mis desayunos, así que no estoy acostumbrado a este tipo de situaciones… Pero ahora que ya todo el mundo ha visto que nos conocemos, supongo que no me queda de otra que desayunar con Vers y Dylph antes de irnos a nuestros entrenamientos.

-¿Qué hay Dylphiel? ¿Entrenamientos infernales también? – Le pregunto tras dejar mi bolsa de equipo junto a la mesa. Tomo asiento frente a Dylphiel y empiezo a servirme una buena taza de café.

-Cómo todos los clubes deportivos, supongo. – El chico se frota los ojos por unos momentos, como si aún le costase despejarse.- Odio las fechas antes de los campeonatos interdistritos…

-Si descansaras lo que debes en vez de quedarte hasta tarde despierto, te costaría menos madrugar…- Interviene Versmegzul, dejando su bandeja del desayuno cargada hasta arriba junto a su amigo.- Te veo bien, Wilden. ¿Cómo tienes las piernas?

-Completamente recuperadas y con ganas de volver a las pistas.- Le respondo mientras me doy una palmada en la rodilla izquierda.- Me vendrá bien ejercitarme de nuevo tras tanto tiempo en el dique seco…

Comenzamos a desayunar mientras intercambiamos impresiones de nuestros respectivos entrenamientos y clubes. En ningún momento tratamos de tocar el tema de lo acontecido en el instituto unos días atrás, ni las actividades del Club de Geología, hasta que vemos entrar en el comedor a Vyrott, completamente sólo. Lo sigo con la mirada disimuladamente, mientras lo localizo con mi habilidad sensorial para estudiar su estado de ánimo. Me transmite una sensación de ansiedad y frustración reprimidas, que rápidamente asocio al episodio que viví en el aula donde Dragamsel y los suyos por poco tratan de acabar con él.

-Wilden… Ese chico que acaba de entrar… ¿Es el que…? – Dylphiel enseguida es silenciado por Versmegzul por medio de un pan de leche que le pone delante de la boca.

-Sé más discreto, anda. Se supone que ninguno de nosotros sabe nada de lo que pasó ahí, ¿recuerdas? – Le susurra en voz baja, pero lo bastante alto para que yo pueda oírlo frente a ellos.

-Tiene razón, Dylph, tenemos que ser muy cuidadosos con ese tema. Por ahora yo evitaría volver a hablar sobre ello fuera de la casa club o en sitios públicos como este. - Añado antes de beber un buen trago de café.- Pero sí, es él.

-Es que va a cantar un poco que ha pasado algo … Tú nunca sueles desayunar al mismo tiempo que ellos, obviamente, pero es la primera vez que Vyrott baja a desayunar sin nadie del grupo de Dragamsel o del club de Artes Marciales…- Prosigue Dylphiel mientras sigue con la mirada a Vyrott, que deambula por las mesas de autoservicio como un alma en pena.

-No es nuestro problema…- Sentencio con voz seria antes de verter leche y avena en un cuenco frente a mí. – Aunque Vyrott nunca llegó a hacerme nada directamente, tampoco hizo nada por impedírselo a sus viejos amigos. Y eso mismo pienso hacer yo, nada.

Vers observa de reojo a Vyrott sentarse sólo en una mesa al fondo del comedor, mientras yo como mi desayuno en silencio, sintiendo los reproches sin palabras que emiten mis dos compañeros. Dylphiel en concreto parece el más disgustado con mis palabras, pero no pronuncia palabra alguna mientras corta unos gajos de manzana para sí mismo.

-Esperemos al menos que no le afecte lo que estamos haciendo… - Comenta Vers en voz baja. - Ya me sentaría mal que se haya arrepentido y encima alcance a recibir…

-Ya nos preocuparemos por el alcance que tengamos cuando lleguemos a esa fase…- Comento también en voz baja, aunque en el fondo, yo tampoco quiero que gente inocente se vea implicada en nuestros planes. - Ya nos preocuparemos…

Media hora más tarde, me despido de Versmegzul y Dylphiel junto al gimnasio de la zona deportiva y me dirijo hacia las pistas de atletismo que quedan casi en el borde norte del distrito. El aire a esta hora es algo más frío de lo habitual, y la humedad y nubes altas me hacen presagiar que dentro de poco se va a poner a llover.

Cierro hasta arriba la cremallera de mi chaqueta del club y aprieto el paso hacia las pistas con las manos en los bolsillos, conteniendo los escalofríos que me sacuden cada vez que la brisa fría se cuela bajo mi indumentaria. Al poco rato, consigo alcanzar finalmente las gradas que rodean el estadio, donde varios grupos de personas se hayan desperdigadas por doquier.

Bajo las escaleras que atraviesan las gradas hasta las pistas y me dirijo a la zona donde siempre se reúne el equipo de corredores, pero antes incluso de llegar hasta ellos noto algo que me desconcierta en la figura del entrenador. No se trata de nuestro preparador habitual, sino del profesor que más detesto de todo el instituto. Exactamente, Arxel Rasmus está ridículamente vestido con el uniforme del entrenador de atletismo, al tiempo que parece estar hablando con el capitán de mi equipo.

-Esto no puede ser bueno…- Pienso para mí al tiempo que capto las emociones de mi capitán, completamente asustado y frustrado. Cómo viene siendo habitual, soy incapaz de captar las emociones de Rasmus, pero por suerte, esta vez hasy bastantes compañeros que me respetan presentes como para que me de miedo acercarme a él.- ¿Por qué tengo el presentimiento de que el muy bastardo ha venido expresamente a joderme…?

No tardo en comprobar que mis sensaciones son las correctas. En cuanto Arxel me ve acercarme, se gira hacia mí con una sonrisa hipócrita en la cara, mientras que mi capitán me observa con gesto apenado y como si quisiera disculparse por algo.

-Bueno, bueno, bueno. Pero si es el príncipe Wilden, que al fin se digna a aparecer por estos lares.- Ignoro por completo a Rasmus mientras se burla de mí, manteniendo mi mirada fija en mi capitán en todo momento.- ¿Está su excelencia al fin en disposición de volver a entrenar, o necesita un par de semanas más de reposo para volver al equipo?

-Profesor, Wilden ha estado lesionado casi un mes entero. Está siendo muy injusto con esas palabras…- Le recrimina mi capitán, que se ve respaldado por varios gestos de asentimiento de unos cuantos compañeros míos.

-Exactamente, lesionado durante todo un mes estando a las puertas de la mayor competición deportiva del curso. Y todo, por andar saliendo hasta las tantas por la noche, según tengo entendido. - Prosigue Rasmus, distorsionando deliberadamente toda la realidad que tanto él como yo conocemos.- Su falta de compromiso con el equipo… No, que digo, con todos sus compañeros de distrito, resulta insultante, Wilden. Me consta que antes del incidente de su lesión, su tiempo era de los mejores de su año. Y con sus imprudencias ha echado a perder la gran esperanza del Distrito 16 de batir un record en el interdistritos del mes que viene.

-Con el debido respeto… Señor. - Interrumpo en tono seco y cortante, pero sin alzar la voz recurriendo a un autocontrol extremo, a la vez que reprimo mi instinto asesino.- Mis heridas se han recuperado en la mitad del tiempo estimado por los médicos inicialmente. Con el debido régimen de entrenamiento y rehabilitación, puedo estar a plena capacidad para cuando llegue el día de la primera prueba deportiva, con lo que no entiendo a que vienen esas acusaciones infundadas. Cómo si yo hubiera querido pasar un mes entero con las piernas destrozadas…

-No es por algo que usted quiera, sino que está en la obligación de velar por los intereses del grupo, Wilden. Sus talentos no son para elevar su ego personal, sino para contribuir al éxito del colectivo al que pertenece. Vivimos en una sociedad en la que cada individuo debe velar por el interés de un bien mayor, por el éxito del colectivo.- Rasmus acaba por pegar tanto su cara a la mía que soy capaz de ver mi reflejo en sus ojos.- Esta escuela existe para enseñarles a ustedes a funcionar en nuestra sociedad cuando salgan de aquí. A que cada uno aprenda que son parte de una gigantesca maquina perfectamente sincronizada llamada República de Isnir. Y usted, Wilden, acabará aprendiendo cual es su lugar y su función dentro de este equipo.

Le sostengo la mirada por unos instantes, reprimiendo las ganas de soltarle una patada con todas mis fuerzas. Finalmente, Rasmus se aleja al ver que no caigo en sus provocaciones, pero enseguida vuelve a la carga con otra de las suyas.

-Sus lesiones y su ausencia todo este tiempo han perjudicado al equipo, Wilden. Y dada la cercanía de una prueba tan importante para el Distrito 16, tenerle estorbando aquí sólo contribuiría a lastrar los esfuerzos de sus compañeros, que han de darlo todo por mejorar en estas semanas que restan.- Saca un papel de una carpeta que sostenía en una de sus manos y me lo pone delante.- Por este motivo, y como encargado de configurar los equipos que representarán a este distrito en la competición escolar, me veo obligado a suspenderle del equipo hasta que el Interdistritos haya finalizado. Una vez termine la competición, se estudiará la posibilidad de que pueda reincorporarse a la disciplina del Club de Atletismo, siempre que su actitud y compromiso mejoren…

Le arranco de las manos el papelito y, tras echarle un rápido vistazo a las sandeces que contiene, lo doblo en cuatro trozos y lo levanto en alto. Todo ello mientras le sostengo una mirada desafiante a Rasmus.

-Así que suspendido por falta de compromiso con el equipo y por ser un lastre… ¿Esta decisión la ha tomado usted en exclusiva?

-Cómo acabo de decir, en calidad de encargado de…

- ¿Y está usted seguro de que no me está suspendiendo por otros motivos, profesor? Cómo, por ejemplo, el hecho de que no quiere que un semielfo acabe imponiéndose deportivamente a elfos más puros y “dignos” de representar sus ideales de raza suprema.- La sangre parece abandonar el rostro de todos los presentes, mientras que el rostro de Rasmus empieza a adquirir un tono rojizo hasta en las orejas.- O bueno, dejando de lado su consabida ideología supremacista y que soy el más sospechoso de ser medio humano dentro del equipo de atletismo… ¿Seguro que no es porque se está dejando llevar por su antipatía, también conocida, hacía mí…?

-¡Cuida tus palabras, Wilden! ¡Estás faltándole al respeto a un profesor y eso es una falta muy grave!- Vocifera Rasmus completamente rojo de ira y fuera de sí. Compruebo, satisfactoriamente, que esta vez si estoy logrando sentir sus emociones, rebosando ira contra mí.- ¡¿Cómo te atreves a acusarme de esa forma, maldito niñato?! ¡Voy a hacer que te expulsen de este equipo! ¡Olvida la suspensión temporal, voy a hacer que la junta deportiva de Zeblorg te vete de por vida!

-No se moleste, profesor.- Sonrío de forma burlona mientras rompo en pedazos el papelito que me ha dado antes y los arrojo al viento.- No hace falta que me expulse del equipo. Dimito voluntariamente. Buena suerte tratando de ganar el torneo con sus métodos. ¡Ah! Y de paso, debería repasar sus lecciones de control de las emociones. Creo que no es muy maduro de su parte rebajarse al nivel de un “niñato” cómo yo, si sabe que aún me cuesta reprimir las mías.

Y tras decir esto, me doy la vuelta para salir del estadio mientras oigo a Rasmus gritando improperios a mis espaldas y a mi capitán suplicándome que recapacitara y volviera para arreglar las cosas. Hago oídos sordos a todo y salgo del recinto sin rumbo claro, caminando con el único propósito de alejarme cuanto antes de Arxel Rasmus y sus emociones toxicas, que ahora parecen perseguirme tras haber conseguido captarlas por primera vez.

Al cabo de un rato, me detengo finalmente frente a una zona ajardinada cerca de los gimnasios donde me separé de Versmegzul y Dylphiel no hace mucho. Todo mi cuerpo continúa temblando de rabia e indignación por lo vivido, y aunque poder soltarle todas esas cosas en la cara a Rasmus ha sido muy gratificante para mí, aún no es suficiente para aplacar la sed de sangre que tengo desde que ha empezado a provocarme.

-Definitivamente, no me reconozco… Antes del ataque en el parque, esta situación me habría dejado paralizado sin saber que hacer…- Aprieto el puño con tanta fuerza que creo que podría atravesarme la piel con las uñas.- Me estoy volviendo demasiado irreflexivo… Espero que lo de antes no arrastre más problemas para Kenlish o los demás… Tengo que hablarlo con ella más tarde, necesitamos hacer control de daños por lo que acaba de pasar…

Mientras estoy ordenando mis pensamientos y tratando de calmarme, siento unas presencias conocidas saliendo de un camino que atraviesa los jardines. Justo en medio de la zona ajardinada frente a la que me he detenido, se encuentra un gran dojo donde entrena el equipo de Artes Marciales, por lo que no me sorprendo al ver como Dragamsel y dos de sus esbirros salen de él con aire despreocupado. No parecen haberme visto, y aún llevan sus equipaciones de entrenamiento, por lo que intuyo que están tratando de escaquearse de la práctica que sus compañeros deben estar realizando en esos instantes.

Me planteo alejarme de allí antes de que me vean… Pero, aunque mi mente me grita que me aleje cuando antes de esos tres, la bestia que llevo dentro sigue pidiéndome sangre… Y la deuda que quiero cobrarme exije mucha de estos tres. De modo que antes de darme cuenta, ya me he atravesado en el camino de Dragamsel, que se detiene sorprendido al verme junto a sus lacayos.

- ¡Vaya, vaya! ¿Qué ven mis ojos? ¿Estaré soñando? - Suelta Dragamsel antes de echarse a reír a coro con sus seguidores.- ¿Qué haces aquí, Wilden? ¿Tanto echas de menos tus lecciones conmigo que has venido a por ellas?

-Creo que ese accidente que tuvo le dejó mal de la cabeza. - Añade otro de ellos, burlón.

-Espera, ¿no lo estaba ya desde antes? - Añade otro antes de seguir riéndose.

Los escucho reírse casi sin inmutarme. Las ganas de destrozar a estos tres payasos han tomado control casi completo de mi mente y todo rastro de prudencia me resulta ahora algo ajeno y extraño. Todo mi ser se siente extraño, con los sentidos agudizados a causa de la adrenalina, mis pensamientos se centran sólo en buscar el momento idóneo en que uno de ellos baje la guardia lo suficiente para patearle el cuello… Y comienzo a asustarme de mí mismo. Quiero parar esos pensamientos y recuperar el control sobre mi propio cuerpo, expulsar a esta versión de mí que parece una bestia salvaje y descontrolada… Cómo si hubiera dos yos luchando por el control de mi ser.

- ¿Qué te pasa? ¿Es que al final es cierto que te quedaste tonto? - Suelta Dragamsel al tiempo que da unos pasos para acercarse a mí, con aires de superioridad.- Si necesitas una buena ostia para volver a pensar con claridad, no me importa hacerte el favor…

Mi bolsa de deporte cae al suelo en el momento en que me lanzo a por Dragamsel, acortando la distancia que nos separa en apenas un instante, para sorpresa de mi acosador. Es tal el susto que se lleva al verme de pronto a un palmo de él que, al tratar de retroceder inconscientemente, tropieza y cae de culo al suelo. Sus dos compinches dejan de reír al ver como su líder cae sin que yo le haya puesto la mano encima, y me observan atónitos.

-¡¿Pero que coño pasa contigo, escoria?!- Me increpa Dragamsel desde el suelo, rojo a causa de la vergüenza y la ira por haberse dejado sorprender. Yo me deleito sintiendo por primera vez sus emociones, brotando igual que había pasado hacía un rato con Rasmus.

-Vaya, que curioso… - Una sonrisa maliciosa se apodera de mi rostro.- ¿Tanto te asusta que te encaren de frente que te has cagado encima, Dragamsel? Si llego a saberlo antes…

-¿Qué acabas de decir?- Dragamsel se levanta como un resorte y enseguida noto como activa sus poderes de viento en sus manos, por lo que me alejo antes de que pueda agarrarme con ellas.- Estás muy gallito hoy, por lo que veo…

-No más que tú cuando tienes a tus perros de caza cerca para hacerte el trabajo sucio.- Les lanzo una mirada despectiva a sus dos escoltas, que se han tratado de abrir hacia mis laterales en cuanto han visto a su líder recuperarse.- Mucho presumir de ser el mejor de tu club de artes marciales, pero siempre acabas necesitando que otros te den ventaja sobre tus víctimas.

-Me parece que tienes el concepto equivocado de ti mismo, Wilden. - El rostro de Dragamsel se ensombrece a la par que toda su postura corporal se torna amenazadora.- Una lucha entre elfos de verdad, es una lucha entre hombres, donde cada uno se juega su honor en el combate cuerpo a cuerpo. Pero, ¿qué eres tú? Sólo un medio elfo. Si acaso un poco mejor que esas bestias primitivas que son los humanos, solo por esa sucia mezcla que tienes en las venas. No eres un elfo de verdad, solo una aberración. Así que, cazar un animal en grupo no es más que la lógica natural en tu caso…

-Guau, creo que ya puedo decir cual es la clase en la que más te destacas… Una lección de manual de Ética de Arxel Rasmus. – Espeto al tiempo que reprimo las ganas de vomitar que estoy sintiendo. – Aunque me sorprende que hayas sido capaz siquiera de retener toda esa mierda dentro de tu cabeza…

-¿Tu hoy quieres morir, verdad?- Los ojos de Dragamsel me fulminan tras mis palabras, mientras sus dos esbirros me insultan a ambos lados.- Te voy a enseñar lo que pasa cuando te pasas de listo conmigo, Wilden…

Dragamsel y los suyos comienzan a moverse hacia mí, pero antes de que hayan logrado dar un paso, una voz tronadora los hace detenerse. La sangre abandona el rostro de mis atacantes en el momento en que su maestro de artes marciales aparece desde el dojo, caminando furioso hacia ellos con alguien más yendo tras él con rostro decidido. Cuando finalmente llegan a nuestra altura, me sorprende ver a Vyrott con el rostro muy serio, sin quitarme la vista de encima.

-¡¿Qué estabas a punto de hacer, Dragamsel?!- Le increpa el maestro a un Dragamsel que repentinamente parecía haberse empequeñecido en su presencia.- ¡¿Cuántas veces debo repetiros que lo que se os enseña en el dojo no debe usarse para dañar a nadie?!

-Maestro, me temo que se ha hecho una ide…-Trata de interrumpir el aludido, pero enseguida recibe una bofetada del maestro que le deja con la palabra en la boca. Y a mí boquiabierto.

-¡Silencio! Ya es la segunda vez en menos de una semana que tengo conocimiento de tu comportamiento deshonrroso, y no voy a seguir tolerando que te hagas el listo conmigo. ¡Y vosotros dos! – Señala a los dos esbirros de Dragamsel, que ahora parecen estar a un soplo de aire de caerse al suelo.- ¡No creáis que voy a tragarme que no estabais tratando de atacar por la espalda a este chico! Sois una vergüenza para el club. Escaqueandoos de los ejercicios de calentamiento y tratando de atacar entre tres a un no iniciado. ¡Ya estáis entrando, cagando leches al dojo! Y cuando acabe el entrenamiento vamos a tener unas palabras los cuatro. ¡Adentro!

Dragamsel y los suyos se dirigen de regreso al interior del edificio, no sin que antes me dediquen una mirada furibunda, pero se apresuran a obedecer las ordenes de su maestro. En cuanto los ve entrar al dojo, el maestro se vuelve hacia mí, me pide disculpas por lo ocurrido y se marcha, dejándome a solas con Vyrott. El antiguo seguidor de Dragamsel se aproxima a mí hasta quedar a unos pocos pasos de distancia, mirándome a los ojos en todo momento. El silencio se adueña del lugar mientras la brisa fría hace que mis pensamientos se enfríen poco a poco, sin que ninguno de los dos parezca dispuesto a romper el silencio.

-No deberías volver a enfrentarlo como has hecho hoy, Wilden.- Me dice al cabo de unos tensos diez segundos en los que ambos nos hemos sostenido la mirada, estudiándonos mutuamente.- Si no llego a ver a Dragamsel escaqueándose del entrenamiento, ahora ya no estarías aquí…

-¿Por qué me habrían tratado de arrojar por el borde de la isla?- Replico al instante, haciendo que Vyrott se quede blanco del susto. El chico me mira con ojos asustados, como dándose cuenta de que mi comentario no había sido casual.- Sé que fueron Dragamsel y los suyos quienes…

-Espera.- Vyrott alza una mano con gesto nervioso mientras observa a su alrededor, desprendiendo una sensación intranquila en todo momento.- Aquí no. No sé como te has enterado, pero este lugar es peligroso para hablar de ello.

Asiento con la cabeza. No logro captar a nadie en las cercanías, pero siempre es posible que otra persona sea invisible a mi radar sensorial y que ande oculta escuchando.

-Coincido. – Me echo mi bolsa al hombro y me quedo meditando por unos instantes. – Me gustaría darte las gracias por lo de hace un momento. Si a la tarde te viene bien, hay un sitio al que me gusta ir a tomar algo los fines de semana, el Swarthen.

-Lo conozco, aunque sólo de oídas.

-Perfecto. Entonces, si quieres que hablemos de esto, te espero ahí a las seis de la tarde.- Me doy la vuelta y le hago un gesto de despedida con la mano.- Y gracias por el cable.


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