lunes, 20 de abril de 2020

Relatos de Isnir. Capítulo 14


Elbuirp Dosait subió las escaleras del Swarthen, al tiempo que consultaba la hora en su reloj de bolsillo. Llegaba con algo de adelanto a la cita, pero era costumbre en él anticiparse a los posibles contratiempos que pudieran surgir. Además, no era propio de caballeros hacer esperar a una mujer cuando ésta te citaba.

Localizó a su objetivo sentada al fondo del local, en la zona más apartada de las mesas, vestida aún con su uniforme de la Guardia de Eylissia, aunque sin su boina reglamentaria su pelo corto dorado la hacía destacar en medio de la soledad del local. Lo detectó enseguida en cuanto puso rumbo hacia ella, e hizo ademán de incorporarse hasta que el propio Elbuirp le hizo un gesto negativo con la mano.

-No es necesario ser formales. Se supone que ahora no estamos trabajando.- Comentó el profesor cuando estuvo a la altura de la oficial, ante la que se inclinó para dar dos besos en las mejillas.- Me ha dejado en mal lugar llegando tan pronto. Yo que pretendía no hacerla esperar...

-Me he adelantado para revisar el lugar... Profesor.- Respondió la militar, relajando el semblante.- Está todo limpio, no se preocupe. No hay micros ni cámaras ocultas, y por si acaso las cosas se tuercen tengo a mi compañero esperando en el bar de enfrente.

-Ha pasado demasiado tiempo en el frente, alférez. - Sentenció Elbuirp reprimiendo la risa, para consternación de la mujer.- Estamos en un distrito escolar, nadie va a intentar atacar a una oficial de la Guardia y a un profesor aquí. Al menos, no a plena luz...-Tanto su rostro como el de su interlocutora se ensombrecieron con esas palabras.- ¿Qué novedades hay?

La oficial extrajo dos carpetas con documentos de un pequeño maletín de cuero que había depositado a su lado, tendiéndoselas al profesor con rostro serio. Elbuirp abrió la más abultada de las dos y se detuvo un rato examinando el dossier que contenía, sin pronunciar palabra. El camarero de la planta hizo un intento de aproximarse a tomarles nota, pero la mujer le indicó con un gesto de mano que era lo que querían, y el muchacho, avispado, supo que era mejor que se mantuviera a distancia el máximo tiempo posible.

- ¿Estos son los originales? -Preguntó el docente al tiempo que el camarero desaparecía rumbo a las cocinas del local.

-Fotocopias. Los originales están aún en la clínica y en los archivos del instituto... O estaban, hasta este mediodía al menos.- Elbuirp detuvo su lectura y miró a la mujer a la cara, preocupado.- Lo estamos investigando aún, pero esta tarde mi compañero pasó a solicitar el informe del alta de Wilden y en la clínica le comunicaron que había desaparecido de los archivos. Teniendo en cuenta las circunstancias del ataque, tenía sospechas de que podía suceder algo así y me aseguré de tener una copia de cada documento que se emitía sobre el muchacho. Y parece ser que no me equivoqué.

-Es sospechoso, cuanto menos... Y supongo que no me habría citado aquí tan pronto si no tuvieran más pistas...-Le tendió los dossiers a la mujer, que los guardó con cuidado en su maletín.- ¿Tienen algún sospechoso?

El camarero apareció en ese momento con dos tazas de café con leche, que se apresuró a depositar entre ambos y a marcharse sin hacer ruido, como temiendo la reacción de la oficial. Esta, por su parte, rasgó el papel de un sobre de azúcar y lo vertió en su taza, sin hacerle mucho caso a la actitud de pánico que provocaba en el muchacho.

-Mientras Wilden se encontraba inconsciente por el ataque, las enfermeras y médicos que lo atendían nos hicieron llegar una serie de denuncias sobre un hombre que se hacía pasar por doctor del centro. La mayoría de los avistamientos se produjeron en la habitación del propio Wilden, y como pudimos constatar más tarde con la administración de la clínica, demostraba un interés excesivo por todo cuanto tuviera que ver con él. Se le vio por última vez el día de su despertar, cuando se dio a la fuga perseguido por la enfermera que lo atendía en su habitación tras tener contacto con el paciente. Ese, es nuestro principal sospechoso ahora mismo.

Elbuirp se llevó una mano a la cara y se restregó la barba que empezaba a dejarse ver en su barbilla, en un claro gesto de desesperación que no pasó desapercibido para su interlocutora. Esta clavó sus ojos castaño oscuro sobre él, en una mirada penetrante que habría sometido a cualquiera que quisiera interrogar.

-¿Sabe de quién estoy hablando?- Preguntó en un tono frío a la vez que dejaba su café en la mesa.

-Tengo una intuición de quién puede ser, pero si es ese el caso, me temo que se equivoca usted de sospechoso. -Dejó escapar el profesor, a la vez que una sonrisa asomaba a sus labios.
-Eso lo tengo que decidir yo, profesor, no usted, a pesar de que sea...-Elbuirp levantó una mano en señal de apaciguamiento, y dio un sorbo de su propio café.

-Ahora mismo estoy en la reserva, alférez, a pesar de que mi historial me diera un escalafón más alto que el suyo. Tiene razón, la investigación de este asunto le compete exclusivamente a usted como miembro de las fuerzas de seguridad, pero hágame caso.-Depositó su taza enfrente de él y sostuvo la desconfiada mirada de su interlocutora, sin arredrarse.- Al poco que comience a tirar de ese hilo se va a dar cuenta de que habrá estado perdiendo el tiempo. Eso, suponiendo que se trate de la persona que yo pienso, y francamente, dudo mucho que él...

La alférez lo silenció tapándole la boca con una mano, su mirada tornándose  en una mueca de sobresalto al tiempo que sus mejillas se ponían al rojo vivo. Elbuirp, cogido por sorpresa, tardó unos segundos en percatarse de que un corro de voces muy conocidas se acercaban desde las escaleras que conducían a la planta baja del local. Y sintió que a él mismo le empezaban a dar los sudores en aquella situación...

...

- ¿Estás seguro de que ya no te duele la pierna? Puedes apoyarte en mí, si quieres...-Me comenta Hebilenn cuando me encuentro a punto de empezar a subir las escaleras del Swarthen detrás de Gilnevit y Dylphiel.

-Aparta retaca, que con tu tamaño se nos cae antes de apoyarse .-Interviene Kenlish, sujetándome de un brazo al tiempo que la otra chica me agarra del otro, tirando a la vez de mi.

-Al menos tendría donde agarrarse, no como contigo, que te toca y se resbala.

- ¡Aaag! Soltadme las dos. - Me zafo de ambas y subo los escalones de dos en dos, con la cara roja de vergüenza. Doy las gracias para mis adentros de que el local esté prácticamente vacío en la planta baja y de que nadie haya visto la escena. - Si van a pelearse, háganlo por otra cosa que no sea yo, me están abochornando.

-Tú no las alientes, que bastante calentitas están ya. - Soltó Versmegzul al tiempo que se interponía entre las dos elfas y obligaba a Kenlish a caminar delante de él, a pesar de los intentos de la chica por revolverse contra Hebilenn.- Se les ha olvidado rápido lo de intentar llevarse bien, ¿eh?

Me resigno ante mi incapacidad para impedir que los puñales vuelen entre ambas y pongo rumbo hacia las mesas del fondo. Sin embargo, cuando me fijo con más atención, me percato de la presencia de dos personas en las mesas del fondo, que a su vez se me quedan mirando con rostro pétreo por la sorpresa. Y cuando examino sus emociones, me doy cuenta de que, quizás, hemos sido un poco inoportunos al venir al Swarthen a cenar.

-Profesor Elbuirp…-Tartamudeo cuando estoy algo más cerca del profesor.- Que sorpresa, no esperaba verle por aquí... Encantado de volver a verla, alférez.

-Hola, Wïlden.- Me saluda mi profesor, tras carraspear un poco, tratando de recobrar la compostura. La mujer por el contrario me saluda tímidamente con la mano y se pone a rebuscar en un maletín que tiene junto a ella, aparentemente incómoda con la situación.- ¿Vienen todos contigo?

Señaló detrás de mí, hacia Kenlish y el resto del grupo, que parece haberse calmado repentinamente en presencia del padrino del club. Asiento con la cabeza, haciéndoles un gesto para que se acerquen.

-Hoy al fin hemos tenido la primera reunión seria del club de geología, y habíamos pensado venir a celebrarlo para seguir conociéndonos todos. Perdón si les hemos importunado con el alboroto, estamos un poquito alterados de la emoción, nada más.- Hago intento de alejarme de la pareja, no sin que la oficial de la Guardia se vuelva hacia mí roja de vergüenza.

-¡Estamos aquí por trabajo, que quede claro!- Todos, hasta el propio Elbuirp, nos quedamos mirándola por unos instantes, completamente estupefactos.

-Esto… Claro, no se preocupe.- Acierto a comentar antes de despedirme con la mano y echar a andar detrás de Kenlish hacia el otro extremo de la planta, rumbo a un reservado algo apartado del resto de mesas por una pared.- Vaya reacción …

Trato de seguir el curso de las emociones de ambos a distancia, mientras nos vamos acomodando entorno a una mesa lo bastante amplia como para que coman ocho personas. No obstante, mis intentos se ven frustrados cuando mis compañeros empiezan a interrogarme por lo que he podido captar de ambos hasta el momento de la declaración de la oficial, como si mi criterio fuera supremo para dichos cotilleos.

-A ver, eso es asunto de ellos en todo caso.- Trato de evadir las preguntas refugiándome tras la carta del local, pero aún puedo sentir sus miradas clavadas en mí y una morbosa marea de curiosidad brotando de casi todos ellos, con excepción de Gilnevit.- Pero realmente parecían estar muertos de vergüenza cuando nos han visto llegar, como si les hubiéramos sorprendido haciendo algo que no debían.

-Éste Elbuirp las mata callando, ¿eh?- Comenta Dylphiel, asomándose ligeramente por el borde del reservado para tratar de fisgonear a la pareja al otro lado del local.- Cualquiera lo diría, viendo como es en clases…

Se nos acerca el camarero que nos había atendido a Kenlish y a mí la primera vez que acudimos al local. Esta vez no detecto esa aura maliciosa que tenía la otra vez, y me permito relajarme por primera vez en varias horas tras hacer mi pedido, mientras mis compañeros siguen comentando la extraña conquista de nuestro padrino de club, completamente entregados.

Kenlish se pega a mí, aparentemente más calmada tras las puntillas de Hebilenn momentos antes, y deja caer su cabeza sobre mi hombro. Yo enseguida me vuelvo hacia el otro lado, buscando a la rubia, pero para mi fortuna, me está dando la espalda mientras habla con Versmegzul del atractivo de Elbuirp con sus trajes siempre a medida y su actitud de caballero en todo momento.

-Olvídate de ella por un momento, anda.- Me comenta mi amiga con voz adormilada, entrecerrando los ojos como si tuviera sueño.- Hoy has estado a punto de darme un disgusto. Dos veces, que lo sepas.

Dejo escapar un suspiro y apoyo mi cabeza contra la de ella, tratando de controlar un atisbo de sonrisa que intenta asomar a mis labios.

-Déjame decirte que no ha sido nunca mi intención. Sabes que yo no busco problemas. Son otros los que me los desean.- Noto como su cuerpo se pone ligeramente en tensión, con un pequeño batiburrillo de emociones empezando a bullir en su interior.- Ésta tarde, cuando he tenido que cortar la comunicación, he hecho un par de descubrimientos bastante preocupantes…

A estas alturas, ya todos han empezado a escucharnos con toda su atención puesta en nosotros. Hasta Gilnevit, que había permanecido observando con apatía por la ventana del reservado hacia el infinito, me mira fijamente, sin pestañear.

Empiezo a contarles lo que había visto, desde el momento en que me había introducido a toda prisa en el armario del material, hasta el instante en que el conserje me había dejado encerrado en el aula tras auxiliar a Vyrott. Ninguno de ellos pudo evitar realizar un gesto de preocupación cuando nombré el hecho de que habían estado a punto de arrojar a su propio compañero al vacío, pero, sorprendentemente, a ninguno parece extrañarles el hecho de que hubieran sido Dragamsel y compañía los que habían atacado a Kenlish y había intentado acabar conmigo por órdenes de Rasmus. Es más, me da la impresión de que ya estaban al tanto, lo cual me desconcierta en cuanto finalizo mi relato.

Los pedidos empiezan a entrar en el reservado apenas unos segundos más tarde de que el silencio se adueñe de nosotros. Ninguno osa pronunciar palabra en lo que el camarero, extrañado por el ambiente que acaba de establecerse entre nosotros, sirve nuestras comandas, las cuales permanecen sin tocar ante nosotros durante mas de un minuto. Finalmente, Kenlish pone una mano sobre mi hombro y me aprieta con delicadeza.

-Ahora ya sabes que fueron Dragamsel y compañía los que me atacaron en el instituto. Perdona por no habértelo querido contar.- Su disculpa viene acompañada de una mirada tan intensa que siento que me traspasa el corazón a la vez que los ojos se me empañan al sentir el dolor que la recorre al rememorar ese momento.- Lo siento, Wïlden. No he querido que te atormentes pensando que podía haber sido culpa tuya que me atacaran, ni que cometieras ninguna locura contra ellos. De verdad, no he querido hacerte daño, pero sentía que si te lo decía querrías alejarme de tí y…

La silencio por medio de un abrazo que me brota de lo más profundo. Noto sus esfuerzos por contener las lágrimas, pero finalmente me acaba abrazando a mí también, ocultando su rostro contra mi hombro, en el cual siento al cabo de unos segundos la inconfundible sensación cálida que delata su llanto silencioso.

-Ya me imaginaba que sería por algo así… No tienes que preocuparte.- Le acaricio el pelo, tratando de calmarla, sintiéndome algo violento al notar las miradas de todos puestas sobre mí.- Lo que no entiendo es por qué todos ustedes tampoco parecen sorprendidos por ello.- Les digo volviéndome hacia Hebilenn y compañía.

La elfa en cuestión hace un gesto con la mano de llevárselo al oído, como si tuviera puesto un transmisor. Parece algo incómoda al ver a Kenlish derrumbada emocionalmente, y evita mirarme a los ojos por igual.

-No sorprende porque viene a confirmar lo que descubrió Kenlish en el despacho del director mientras tu lidiabas con lo de Dragamsel.- Empezó a decir, al tiempo que pincha unas papas locas de la fuente que nos han servido a todos.- En esencia, parece que Rasmus y el director forman parte de algún tipo de secta partidaria de la pureza de sangre de los elfos, y como a ti te consideran un semielfo, no quieren que te asocies con un “diamante en bruto” como es Kenlish. A Dragamsel y los suyos los habrán reclutado para que se unan a dicha secta y así poder usarlos para ir limpiando de mestizos ésta escuela, como casi logran contigo.

-Además, han hecho desaparecer los historiales de tu ataque y el mío.- Interviene mi amiga, separándose al fin de mí, con los ojos algo rojos por las lágrimas vertidas.- Pude leer una carpeta en la que estaban contenidos todos los informes, junto a una nota que daba la orden de destruirlos. Además de que escuché al propio director darle esa orden a Rasmus.

-Aunque no fuimos los únicos en oírlos…- Añade Gilnevit, antes de darle un bocado a un sandwich vegetal que le han traído.- Había algo de interferencia en la señal de radio, y Kenlish afirma haber encontrado un micrófono oculto pegado a la mesa del director.

Giro el cuello tan rapido hacia ella que por un momento temo haberme hecho daño de nuevo. Cambio la mirada entre todos los presentes, con la boca entreabierta por la sorpresa.

-¿Alguien más estaba escuchando la conversación?- Nuestra técnica en comunicaciones asiente con la cabeza.- ¡Pero eso nos pone en peligro! No sólo a la operación sino… Joder, ¿y si se trata de una medida de vigilancia de la secta esa anti mestizos?

-Aunque fueran ellos, no podemos hacer nada en estos momentos.- Interviene Kenlish, con voz firme.- No sabemos quien más ha podido escuchar que estábamos allí, pero a menos que nosotros hagamos el primer movimiento, no corremos peligro de que vayan a por nosotros. La única pista que podrían usar para saber que hemos estado allí es el hecho de que leí en voz alta el informe y que mencioné que se refería a “nosotros”. Por suerte no dije ningún nombre de los aquí presentes en voz alta, así que por ese aspecto, es casi imposible que nos descubran. Lo ideal en estos momentos es mantener un perfil bajo durante un tiempo, hasta que ésta gente se olvide de nosotros.

-Y hablando de perfil bajo, ¿qué se supone que vamos a hacer ahora?- Añade Hebilenn señalando a Kenlish con un tenedor.- Hoy, pese a todos los contratiempos sufridos, hemos completado la primera fase de tu operación. ¿Qué es lo próximo?

Mi amiga rellena su vaso de cola y da un sorbo, antes de volverse hacia la rubia con mirada serena.

-Tendremos que dejar pasar un tiempo, no sólo para que los espías del director se olviden de nosotros, sino también para que los materiales que hemos pedido hoy empiecen a llegar. Entre tanto, tenemos que ir preparando el local del club para montar el laboratorio, y hacer algunas planificaciones logísticas para sustraer los materiales del almacén según vayan llegando.

-Supongo que nos iría bien tener gente dentro del almacén central para vigilar cuando llegan nuestros pedidos…- Aventura Versmegzul, señalándome a mí con una mano.- Wïlden y yo podríamos meternos como mozos de almacén para tener cubierta esa labor. Así también podríamos ver una forma de sacar los materiales de allí sin llamar la atención.
-Bien pensado.- Certifica Kenlish, asintiendo con la cabeza.- Bien, Wilden y tú buscarán trabajo en el almacén. Entre tanto, Gilnevit, Hebilenn, Dylphiel y yo nos encargaremos de poner a punto el laboratorio del club para poder fabricar y almacenar el compuesto. Tendremos que buscar una forma de evacuar los vapores que van a producirse durante la cocción, y eso quizás pueda suponer un problema si no lo planeamos bien… Aunque antes de eso, habrá que ver cómo transportamos los materiales hasta ahí y luego hasta el instituto…

Todos nos quedamos en silencio, mientras vamos dando bocados a la comida y pensamos en alguna respuesta para el problema.

-Si no estuvieran esas ratas, podríamos hacernos con una vagoneta y trasladar la mercancía bajo tierra usando los túneles…- Comenta Dylphiel al cabo de un rato.- Aunque igual aún podría hacerse. Ese arco tuyo, Kenlish, es una pasada. Si vas escoltando la vagoneta, trasladar los materiales de ese modo lo haríamos sin problemas.

Kenlish niega con la cabeza al tiempo que devora un buen puñado de papas locas. Realmente ha sido dar el primer bocado y tanto ella como yo no hemos podido parar, tal es el hambre que tenemos después de nuestra experiencia en los túneles.

-No funcionará.- Se da unos pocos golpes en el pecho para ayudarse a tragar y se queda observando al gemelo.- Ese arco, aunque es una pasada como herramienta, consume muchísima energía del usuario. Yo vengo usándolo desde el primer día que acudí a la casa club y he aprendido a manejarlo bastante bien, pero lo de hoy es lo más que he logrado aprovecharlo en todo este tiempo. Quince flechas y ya viste cómo acabé.

Todos nos quedamos observándola, esperando que nos de, al fin, una explicación sobre lo que es ese arco de luz que la vimos usar en el túnel. Mi amiga da un par de bocados más y toma aliento para hablar de nuevo.

-El arco, como han visto, me permite disparar flechas de luz sin necesidad de cuerda o de proyectiles materiales que tenga que cargar conmigo. A cambio, cada flecha parece llevarse una cantidad determinada de mi energía con cada disparo efectuado. Ello me hace pensar que se trata de un tipo de invento “mágico” o “elemental” basado en la energía de los usuarios de Luz, y esto porque aún no he podido probarlo con un usuario de Viento, como es lógico.- Da un trago de su bebida y prosigue.- Ignoro qué método usa para extraer energía del usuario y condensarla en forma de proyectiles, pero hasta donde puedo aventurar, éste arco sólo funcionará con aquella persona que posea energía de Luz. Si nos ceñimos a la estadística de porcentaje de usuarios en función de la población total de la República, sólo un 30% de la población es capaz de usar la luz, un 60% el viento y el 10% restante el agua. Eso significa que, de este grupo de seis que somos ahora, a lo sumo sólo una persona más de los aquí presentes podría utilizar este arco, pero aún siendo así, si no saben disparar con uno normal vendrá a ser lo mismo que si estuviera yo sola. Y ya han visto que, con quince flechas, no vamos a poder llegar a ninguna parte, ahí abajo había cientos de ratas.

Asiento con la cabeza, al igual que Vers. Ciertamente, el número de ratas que habitan los túneles representaría un problema para abatirlos a base de flechas como propone Dylphiel. Pero me viene a la cabeza la sensación que tuve al patear a la que me había herido, como si estuviera dándole a una pelota muy muy ligera.

-¿Qué me dirían si les comento que creo que yo he empezado a desarrollar poderes de viento...?- Aventuro en voz baja, hablando más para mí mismo que para el resto. Kenlish se me queda mirando unos instantes, pero enseguida sonríe y me acaricia la mano.

-Que no me sorprende que lo pienses. Después de ver lo que has hecho en el túnel, no le encuentro otra explicación. Igual deberíamos informarnos un poco sobre las cualidades que se asocian a cada elemento, para saber qué podemos esperar de cada uno, o cómo usarlos.

-Yo ya he visto lo que puede hacer un usuario de viento.- Giro la cabeza en la dirección en la que debe quedar la mesa del profesor Elbuirp.- Le vi mandar por los aires la puerta del baño cuando te atacaron, Kenlish. Sólo me gustaría poder averiguar si puedo aprender a controlar mejor este poder sin que me descubran los demás profesores…

-¿Para ir abriendo tu el camino por los túneles?- Pregunta Hebilenn, dubitativa.

-No sólo por eso.- Me muerdo el labio inferior sin darme cuenta, como cada vez que me estoy enfadando, mostrándoles mis colmillos a todos los presentes.- Sino porque hay alguien que tiene una deuda pendiente conmigo… Y que quiero cobrarme.

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