Unas horas
después de lo sucedido en el parque, Wïlden y yo depositábamos en la mesa de la
estancia principal del club una ristra de planos y mapas sacados del archivo de
la biblioteca. No estaban actualizados desde hacía un par de años élficos, pero
la estructura principal de los edificios y la disposición de la planta de la
ciudad apenas habían cambiado desde entonces. Los detalles que faltaban
podíamos rellenarlos nosotros mismos con la información de que disponíamos.
-Obviamente,
no están los planos de la central eléctrica, ni de los edificios vitales del
distrito.- Comenta mi compañero, ayudándome a desplegar el correspondiente al
instituto.- Pero sí todo lo demás. Incluyendo la red de alcantarillado, los
planos de las residencias y uno algo desfasado del instituto. Creo que es de
antes de que remodelaran el edificio para añadir las aulas extras del primer y
el segundo piso.
-Servirá. Dudo
que el área de administración haya cambiado demasiado en éste tiempo.- Observo
la zona de despachos de los profesores y
fijo mi atención en un habitáculo algo más grande que los demás.- Éste
debe de ser el despacho del director. Casi en el extremo más alejado de la
entrada.
-Lo que
significa que la oficina del secretario debe de estar cerca. Yo apostaría que
es la contigua.-Señala una habitación adyacente a la que he marcado yo, algo
más estrecha que la del director.- Por lo que he podido oír, el conserje
siempre se anda quejando de que nunca cierran las puertas con llave y siempre
tiene que ir él mismo a hacerlo luego de que se marchan. El instituto siempre permanece abierto hasta
las ocho de la tarde, y si mi información es correcta, toda esa zona queda
vacía desde las siete,lo que nos da tuna hora para
infiltrarnos ahí.
Echo un
vistazo a la conserjería, casi en el ala opuesta a la gubernamental. La ronda
del conserje para asegurarse de que todas las habitaciones del instituto
permanecen cerradas durante la noche debe de comenzar por esa zona y terminar
en la de despachos, en caso de que intente ser lo más eficiente posible al
realizar cada viaje.
-Vas a tener
que mantenerlo controlado en todo momento, junto con los posibles merodeadores
que puedan quedar en el instituto mientras yo hago mi parte.-Observo la pierna
escayolada de Wïlden.- ¿A cuánta distancia puedes ubicar las emociones de una
persona?
Mi amigo se
queda pensativo unos instantes.
-Unos
cincuenta metros, si estoy absolutamente concentrado. Lo he estado practicando
mientras estaba internado en el hospital, y creo que esa es la distancia máxima
que soy capaz de conseguir. Entra dentro del rango que teníamos pensado para
comunicarnos. El único peligro vendrá si me veo obligado a abandonar el
edificio mientras tú sigues dentro, porque la distancia que hay entre los muros
exteriores y el edificio me dejaría fuera de alcance para sentir a tiempo si se
te acerca alguien.
-Entonces
procura que no te pillen.-Sentencio antes de estirar mi mano para coger otro
plano, esta vez del distrito 16 entero.- Una vez hayamos hecho esto, nuestro
siguiente paso será pensar cómo hacemos para llevar los materiales que
necesitamos desde el depósito central hasta el club sin levantar sospechas. Es
demasiada cantidad para llevárnosla de golpe, y si realizamos muchos viajes
corremos el peligro de que nos descubran. Teniendo en cuenta que últimamente
parecen habernos puesto una diana en la cabeza, creo que esto último es más que
probable.
Wïlden empieza
a desplegar y examinar diversos planos de todas las zonas de la isla, ampliadas
considerablemente. Parece contrariado por algo, pero no termino de averiguar el
qué.
-Los que
trabajaban en el depósito central decían que había una línea de abastecimiento
especial para el instituto y las residencias. Si lográsemos tener acceso a ella
de alguna forma, podríamos usarla para llevarlo todo hasta el instituto y así
acortar la distancia que tendríamos que cubrir a pie. Pero es que no hay rastro
de ella por ninguna parte…
-Tal vez sea
un bulo, una leyenda urbana.- Comento mientras le ayudo a localizar la
mencionada línea de abastecimiento en los planos.- O puede que la ruta sea
nueva y no aparezca en éstos planos, que tienen ya unos años…
-La línea
existe.- Wïlden y yo damos un respingo al oír una voz a nuestras espaldas. Al
darnos la vuelta apresuradamente tiramos algunos rollos de mapas que estaban
sin abrir al suelo, y nos quedamos observando a la persona que nos habla
sentada junto a la ventana de la sala.- Es un metro subterráneo que parte desde
el almacén principal y llega hasta el instituto. Luego desde ahí salen otras tres
líneas que van a parar a las tres residencias del campus, pero todas están
vigiladas, por lo que es imposible acceder sin que se entere La Guardia.
La que ha
hablado es una elfa (y van dos el mismo día), de aspecto frágil y desaliñado.
Lleva el uniforme escolar algo arrugado, y su lazo está mal anudado al cuello.
Usa unas gafas de montura fina que a duras penas logran ocultar unas enormes
ojeras bajo sus ojos marrones, y su pelo castaño, recogido en un moño bastante
apretado, parece no haberse peinado en semanas, con guinchos por todas partes.
Sostiene un manual de física entre sus manos y no deja de garabatearle cosas
mientras habla con nosotros, completamente abstraída en lo que hace.
Me vuelvo
hacia Wïlden y lo fulmino con la mirada. Él me mira boquiabierto, quizás
haciéndose la misma pregunta incomprensible que yo. Lo agarro por un hombro y
acerco mis labios a su oreja, para que la misteriosa estudiante no pueda
oírnos.
-¿Cómo
demonios se te ha pasado que estaba aquí?-Le pregunto en un susurro, controlando
el tono de mi voz para que la otra no decida intentar escucharme.
-No lo sé, no
la había sentido. De hecho, ahora mismo no soy capaz de sentir ninguna emoción
por su parte. Es como si estuviera tan concentrada que no fuese capaz de
producir ningún sentimiento.-Me comenta boquiabierto, sin dejar de examinarla.-
Kenlish, esta chica podría ser mejor que tu controlando sus emociones. Pero la
cuestión es, ¿Qué rayos hace aquí?
Al volver a
mirarla siento un extraño deja vu. Me alejo rápidamente de Wïlden y me dirijo a
buscar la carpeta donde he guardado la documentación del club y todos los
papeles que me habían entregado en el negociado de clubes. Rebusco entre todo
su contenido y acabo localizando la lista de integrantes que había presentado
para fundarlo, y enseguida localizo las firmas que había logrado reunir yo
misma con ayuda de mi amigo. Se me viene el alma a los pies.
-Es otra de
las que reunimos firmas para fundar el club.- Me doy una palmada en la frente
al tiempo que le tiendo la hoja a Wïlden, que la recoge con interés.- Su nombre
es Gilnevit, de la 2-A. Cómo si no hubiera suficiente con que la de las sandías
fuera a pasarse por aquí, ahora resulta que ella también…
-Llevaba dos
semanas viniendo por aquí, pero hasta ahora no había venido nadie.- Comenta la
elfa, pasando una página del manual y girando el lápiz entre sus dedos.- No sé
muy bien por qué, porque no había ningún letrero en la puerta que explicase
nada. Aunque también es verdad que no había ningún cartel en el tablón de la
residencia o el instituto que indicara dónde se había alojado el Club de
Geología al final. He tenido que preguntar en la Secretaria de Asuntos
Académicos para que me lo indicaran, y aún así han tardado en decírmelo… No
entiendo a los adultos, su tiempo de respuesta es inexplicablemente lento para
todo lo que les preguntes.
-Te pedimos
disculpas, Gilnevit. Hemos sido un poco descuidados con las normas de
publicidad, pero es nuestro primer club y hemos tenido algunos problemas
personales en el último mes.-Interviene Wïlden, con una sonrisa comercial en su
cara.- Espero que entiendas que no ha sido nuestra intención ponerte trabas
para que vinieras… Pero, lo cierto es que tampoco pensábamos que pudieras…
-Me interesa
todo lo que tenga que ver con la ciencia. Odio las letras, me traen por el
camino de la amargura todas y cada una de esas disciplinas.-Lo suelta todo con
tal aplomo que hasta yo misma me sorprendo por su franqueza.- La Geología
estudia la composición de la tierra en todos sus niveles, por lo que entra
dentro de las ramas que me atraen, por eso me uní a éste club.
-Estupendo, una que ha entrado por vocación.-
Pienso horrorizada, tratando de buscar una salida a éste embrollo.- Vaya, nos
halagas, Gilnevit. Realmente no pensábamos que hubiera alguien más que pudiera compartir
nuestra pasión por la…
-No te
molestes. Tras lo que les he oído comentar hace unos momentos es evidente que
su intención con éste club era la de simplemente usarlo como tapadera para
hacer alguna otra cosa. Que hayan estado interesados por el metro de
abastecimiento para trasladar algo sin ser vistos sugiere que planean algo ilegal,
pero tranquilos, no le diré nada a ningún profesor siempre que cumplan un
mínimo de objetivos del club y me permitan estudiar algo de verdadera geología.
Oigo como las
muletas de Wïlden caen al suelo. Yo tengo que apoyar una mano en la mesa para
no caerme al suelo cuando noto que se me van todas las fuerzas de las piernas.
Ésta chica acaba de calarnos en tan solo unos instantes, y lo peor era que
ahora trata de chantajearnos a cambio de su silencio. Todo se está yendo al
garete por dos miserables errores de cálculo en mis planes.
Justo en ese
momento se oyen unos golpes en la puerta de entrada de la casa. Wïlden adopta
un semblante de terror y se vuelve a mirarme, sin saber qué hacer. Lo cierto es
que ni yo misma tengo muy claro cómo proceder para salir al paso de ésta serie
de catástrofes que pretenden dar al traste con todo.
-Deberían ir a
abrir. Están tocando a la puerta.- Comenta Gilnevit como si no fuera con ella,
mientras vuelve a atacar el manual con la punta de su lápiz.
-Vale, vale.-
Respiro hondo y recompongo toda mi expresión.- Wïlden, ver tu a abrir. No vayas
muy rápido, necesito tiempo para guardar todo esto donde no lo vea nadie. Y
Gilnevit, por favor, no menciones lo de la línea de abastecimiento a nadie.
Luego te lo explicaremos todo.
La elfa
permanece impasible mientras yo recojo todos los planos y los voy arrojando al
interior de un arcón que hay cerca de la entrada al sótano. Mi amigo, mientras
tanto, avanza cuan lento puede hacia la puerta de entrada, al otro lado de la
cual se oyen algunas voces hablando animadamente.
-Ya va, ya
va.- Oigo que comenta, justo cuando echo el cierre al arcón y me voy tras él.
Al abrir la
puerta, mis peores temores se ven confirmados. La rubia con la que había visto
hablar a Wïlden horas antes, y otros dos muchachos, uno alto y corpulento, y el
otro algo más bajito que mi amigo, están de pie en el exterior de la casa. En
cuanto ella ve a mi compañero en muletas, se le ilumina la cara.
-¡Hola de
nuevo! Acabo de ir a preguntar al negociado de clubes por éste local y creí que
lo mejor era localizarlo cuanto antes. No pensaba que fueras a estar aquí,
Wïlden.- La chica esboza una sonrisa tan deslumbrante que por un momento siento
que me voy a quedar ciega.- ¿Podemos pasar?
…
Nos hemos
sentado los cinco en torno a la gran mesa sobre la que habíamos tenido los
mapas unos minutos antes, mientras Kenlish se encarga de preparar una tetera en
la cocina. El ambiente se ha tensado de tal manera que prácticamente soy capaz
de adivinar los pensamientos de los demás sin siquiera recurrir a mi poder.
Gilnevit permanece concentrada en su manual de física, sin emitir ninguna
emoción destacable, como si la presencia de tres personas nuevas no la
molestara lo más mínimo. El chico más pequeño, de pelo negro y largo hasta
cubrirle la mitad de las orejas y la frente, permanece muy pendiente de los
movimientos del lápiz de la chica, transmitiéndome una sensación de
aburrimiento supremos.
El más alto,
al que había visto volcar la embarcación en el lago, intercambia la mirada
entre todos los presentes en la sala, curioso. Tiene los ojos algo pequeños
para el tamaño de su cara, sin apenas pómulos y un mentón fuerte. Lleva el pelo
corto, casi rapado por los lados y teñido de rojo, dándole un aspecto bastante
amenazador. Sin embargo, la sensación que me transmite es la de una persona
tranquila, y en base a lo que había podido ver en el lago, debe de ser una
buena persona.
La chica rubia
es un manojo de emociones, en cambio. Por un lado, no cesa de mirar a Gilnevit
y a Kenlish alternativamente, para luego detenerse unos segundos en mi persona
y rápidamente apartar la mirada de nuevo. Puedo sentir su vergüenza y su
ansiedad por romper el mal ambiente que se está generando sin que nadie
intervenga. Y cada vez que cruza las manos sobre las rodillas, puedo sentir
como el más grande la observa con cariño y compasión. Sin duda, los dos chicos
debían haberse presentado para acompañar a su amiga.
-Bueno,
¿alguien quiere leche o azúcar con el té?-Suelta Kenlish mientras deposita la
tetera en medio de la mesa, sobre un pedazo de corcho para no quemar la
madera.- Os ofrecería algo de limón también, pero no contaba con que pudiera
venir tanta gente a la vez…
-Lo siento, es
que hasta ahora no habíamos podido acercarnos por aquí.-Comenta la chica de los
tirabuzones, agarrándose al cable que le ofrecía la intervención de mi amiga.-
Pero según me ha contado Wïlden hace un rato, él ha estado ingresado en el
hospital estas dos últimas semanas, así que tampoco… Bueno, no habría tenido
sentido que viniéramos.- Kenlish se la queda observando con los labios
ligeramente apretados, pero sin alterar su expresión afable en ningún momento.
La otra enseguida se apresura a tender su taza, algo cohibida.- Con leche, por
favor.
-¿Así que has
estado en la clínica, Wïlden?- Comenta el tipo alto, mirándome con curiosidad.-
Tiene pinta de haber sido algo gordo. ¿Qué sucedió?
Lo evalúo unos
segundos antes de responder, tratando de averiguar si su preocupación es igual
de propia que la de la chica que tiene junto a él. Dejo escapar un suspiro al
tiempo que Kenlish empieza a servir el té.
-Unos tipos me
dieron una paliza en el parque hace dos semanas. Me rompieron varios huesos y
sufrí una hemorragia interna que casi acaba conmigo. Los médicos aún no
terminan de creerse que lograra sobrevivir antes de que me localizaran.-El
chico más bajito pareció interesarse por primera vez en mí, algo que pareció
contagiarse a la propia Gilnevit, que levantó al fin la vista del manual para
observar mis heridas con una pizca de curiosidad en sus ojos. La otra chica y
el que me había preguntado se pusieron pálidos por unos instantes.- Por lo
visto alguien me encontró y me llevó hasta la entrada de urgencias, pero los
doctores que me atendían no supieron o no quisieron decirme quien había sido.
Lo único que tengo es éste anillo que llevo en el dedo, que imagino ha de ser
de mi salvador y en cuyo caso, debió de tratarse de algún adulto.
Les muestro el
anillo con forma de dragón que había aparecido en mi dedo al despertar del
coma, y todos lo observan durante unos segundos. Por primera vez, siento
curiosidad por conocer al antiguo propietario del mismo y el porqué de que me
lo hubiera entregado a mí. Pero nuestros invitados parecen pensar a más
velocidad que yo y el chico que había estado observando a Gilnevit empieza a
hablar con tono acelerado.
-¿Y de los que
te atacaron se ha sabido algo? No sé, en dos semanas creo yo que ya tendría que
haberse tenido noticia de quienes han sido…
-Dylphier,
¿por qué no piensas un poco antes de hablar?-Le cortó su amiga en tono
fastidiado, haciendo que Kenlish soltara una risita por lo bajo.- ¿Tú acaso
habías oído hablar de esto en las dos semanas que lleva Wïlden internado? No, y
eso es porque esa desgracia de profesores ha estado implicada manejándolo todo.
Me apostaría algo a que al fin alguno de ellos ha empezado a limpiar la sangre
de la escuela y han decidido que Wïlden fuera el primer plato, seguro.
-Espera, ¿los
profesores?-Pregunto intentando, sin éxito, disimular el asombro que me han
provocado sus declaraciones.- ¿Limpieza de sangre? Parece que los estuvieras
comparando con una mafia. Aunque en el
fondo yo pienso igual respecto a ciertos individuos…
-¡Es que lo
son! Bueno, no todos, pero si muchos de ellos.-Se vuelve a mirarme con la
indignación asomando a sus cristalinos ojos azules.- Rasmus, por ejemplo, es el
típico adoctrinador de masas. ¿Alguna vez has prestado atención a lo que dice
en sus lecciones? A nosotros tres nos daba clases hasta el curso pasado, y por
culpa de él y otros tantos que le siguen el juego es que hemos acabado en el
segundo piso. Porque no nos tragamos las mierdas que le meten al resto de los
estudiantes. Con la influencia que tienen, no me extrañaría que hubieran creado
una secta dedicada a odiar y perseguir a los que piensan o parecen diferentes,
por eso he dicho que si hay algún adulto implicado en tu incidente, fijo que ha
sido uno de ellos.
-Hebilenn,
cálmate. Te estás excitando otra vez.-Dice el elfo grandote, poniéndole una
mano en el hombro a su amiga con actitud apaciguadora, al ver que ésta se ha
puesto en pie sin darse cuenta mientras hablaba. La aludida se sentó
rápidamente, sonrojándose.- Discúlpala, le ocurre con frecuencia cuando habla
de cosas importantes.
-No, no, si no
me molesta.-Digo con un hilillo de voz. Observo de reojo a Kenlish, que se ha
sentado a mi lado y oculta su boca tras el borde de su taza de té, observando
al techo con aspecto concentrado.- En realidad, yo también pienso de forma
parecida, al menos en lo de que hay profesores que parecen más una policía
intelectual que unos maestros. De hecho, Rasmus me cae como el culo, y todos en
el primer piso saben que nuestra aversión es mutua. Pero hasta ahora nunca
había oído que pudieran degradarte al segundo piso solo por no caerle bien a
unos profesores…
-No nos han
degradado. Nosotros elegimos irnos del primer piso.- Comenta Dylphiel,
atrayendo hacia sí todas las miradas. De repente, parece que se le traba la
lengua y, tras ruborizarse, se vuelve hacia su compañero, que aun mantiene una
mano sobre Hebilenn para evitar que ésta se levante nuevamente.- Vers,
explícaselo tú, anda.
-Que no me
llames Vers, ostia.- Replica él adoptando una expresión sombría.- Es
Versmegzul, no se te ocurra usar el diminutivo, te lo he dicho ya mil veces.
-Venga,
cálmate, tampoco hay que ponerse así…-Trato de apaciguarlos al ver que el chico
parece verdaderamente molesto por el nombre. Sin embargo, el elfo se acaba
tranquilizando él solo antes de que yo haya completado mi frase, y se vuelve
hacia mí con la expresión más relajada.
-Verás, en el
último examen de clasificación los tres decidimos que lo mejor era marcharnos
del primer piso, que es donde se concentran la mayoría de los profesores
déspotas, como Rasmus. A mí solían despreciarme por el hecho de que provengo de
una región de Isnir en la que suele asentarse gente de bajo nivel académico,
bruta y en general, que apenas termina la formación obligatoria se dedica a
vivir del mar y la tierra. Me pinchaban todo el tiempo con ese estereotipo,
porque al tener este cuerpo tan musculado no se les ocurre que yo pueda ser
algo más que un bruto sin cerebro.
“A Hebilenn y
Dylphiel en cambio les han echado siempre en cara sus dificultades para
controlar sus emociones, a pesar de que ella es un portento con la química y él
tenga una velocidad de procesamiento fuera de lo común. Por no hablar de que
físicamente son más bajitos que la media y no tienen los rasgos tan estilizados
como supuestamente deben ser los elfos puros. Antes de que nos hiciéramos
amigos, se metían bastante con ellos llamándoles semielfos y esas cosas… Bueno,
¿qué te voy a contar de eso que no sepas?”
-Así que,
cuando hicimos el último examen de clasificación, hicimos trampas.-Intervino
Hebilenn, dándole unas palmadas en la enorme manaza que Versmegzul mantenía
sobre su hombro.- No nos esforzamos
cuanto podíamos, sólo lo necesario para que nuestra nota media nos garantizara
estar en una de las primeras clases del segundo piso. A fin de cuentas, los
créditos fijos que nos dan por estar en una u otra clase para nuestros gastos
son más altos conforme más arriba estas en el escalafón, y aunque no queríamos
estar en la primera planta por principios, si que nos interesaba seguir
teniendo unos ingresos dignos.
-Aunque
desgraciadamente, ahora nos vemos obligados a trabajar sí o sí para mantener
los pequeños caprichos que teníamos.-Interviene Dylphiel, haciendo que los
otros dos sonrían ampliamente.- Mi hermana y yo, por ejemplo, entramos a
trabajar en el Swarthen hace un par
de días. Curramos los fines de semana a media jornada cada uno, y Vers trabaja
en el almacén central distribuyendo las mercancías que entran al distrito.
-¡Que no me
llames Vers, te digo!
Versmegzul se
levanta de su silla y empieza a perseguir a su amigo por toda la sala, mientras
Kenlish intenta hacerlos parar a voz en grito, sin éxito. Hebilenn, mientras
tanto, se acerca su taza de té y le da un trago con tranquilidad, como si
aquella situación la hubiera vivido tan a menudo que ya ni se diera cuenta de
ello. Gilnevit, por su parte, parece perder el interés enseguida y se concentra
en beber de su propia taza, mientras vuelve a leer su manual de física.
-Entonces…
¿Hebilenn, no?-Pregunto a la chica, que me guiña un ojo con picardía, antes de
extender su mano para acercarse el azucarero.- Corrígeme si me equivoco, pero
lo que Versmegzul ha dicho de que se metían contigo y con Dylphiel por ser
medio humanos y ese comentario que ha hecho él hace un momento… ¿Tu eres esa
hermana de la que hablaba?
La chica
asiente y echa dos cucharadas de azúcar en su té. Mientras tanto, Kenlish ha
desistido de intentar parar a los dos amigos que no cesan de corretear por la
estancia y se ha vuelto a sentar a mi lado, observando a la rubia con cara de
pocos amigos.
-Somos
hermanos de nacimiento, de un mismo parto según nos contaron nuestros maestros
hace años. Gemelos bivitelinos, creo que se les dice. Aunque yo creo que la
inteligencia genética me la he llevado yo.
-Ya veo…
Tienes suerte de tener un familiar contigo.-Comento mientras me sirvo mi propia
taza de infusión.- Eso ayuda bastante a sobrellevar el que te acosen por ser un
bicho raro.
-Desde luego,
tú lo has debido de pasar mal todo este tiempo… No recuerdo haberte visto nunca
acompañado hasta que empezaste a verte con… ¿Cuál era tu nombre?-Le pregunta a Kenlish
con un tono y una expresión que, en cualquier otra circunstancia y ante
cualquier otra persona, habría significado una declaración de guerra. Pero mi
amiga se muestra impasible ante la provocación, y le responde con un tono suave
y calculado.
-Kenlish. Un
placer tenerte aquí.-Por fuera vuelve a ser la Reina de hielo que la hizo
famosa antes de conocerla, pero por dentro siento como empieza a despertarse un
desmesurado instinto de rivalidad entre ambas. Yo me encojo ligeramente en mi
sitio, mientras las mantengo vigiladas con los ojos y mi voz interior.- Sólo
por curiosidad, ¿en qué clase estaban antes de que se pasaran a la segunda
planta?
-Tiene gracia.
Solía estar siempre entre la 1-B y la 1-C. El año pasado me quedé a unas pocas décimas
de alcanzar la 1-A, pero al final no pudo ser.- Hebilenn parpadeó y, como si se
hubiera dado cuenta de lo que estaban haciendo, trató de aparentar naturalidad
ante mi compañera, que emitió un inconfundible sentimiento de satisfacción y
cambió su expresión a un rostro más afable.- ¿De quién fue la idea de fundar
éste club, por cierto? ¿Qué objetivos tienen?
Se me dibuja
una sonrisa en la cara al oírle hacer esa última pregunta, y Kenlish se percata
de ello al instante. Nos miramos en silencio durante unos segundos, en los
cuales puedo percibir como mi amiga se resiste, como si me hubiera leído el
pensamiento, a darme su consentimiento. Yo empiezo a asentir lentamente con la
cabeza, acentuando aún más mi sonrisa cuando ella se me acerca y me empieza a
hablar al oído.
-Wïlden, sé lo
que piensas. Y mi respuesta es no. Vale que su historia parece tan mala como la
nuestra, pero no sabemos si podemos fiarnos de ellos. Y si participan, podemos
acabar arrastrando a los demás firmantes que no se han presentado en caso de
que nos pillen.
-Tonterías. Si
nos pillan, les decimos que hay que proteger a las víctimas inocentes y listo.
Si es necesario, tú y yo asumimos toda la culpa y aquí no ha pasado nada. Pero
además…-Hago que gire la cabeza hacia Gilnevit sujetándola suavemente por la
barbilla.- Ella ya nos ha calado nada más vernos. ¿Qué más dará que les pidamos
que nos ayuden, ya que están? Todos parecen tener un motivo u otro… Para querer
hacerlo.
Gilnevit alzó
la mirada hacia nosotros, como si nos hubiera oído. Yo le dedico una sonrisa y
señalo disimuladamente, para que Kenlish no me vea, hacia el arcón donde ha
escondido los planos del distrito. La elfa parece captar mis intenciones al ver
que mi amiga sigue tratando de convencerme de que mantenga los planes en
secreto, y acaba cerrando el libro con un sonoro estampido. Todos se vuelven
hacia ella, incluso Dylphiel y Versmegzul, que detienen su inacabable carrera
por el edificio al oír el golpe.
-Yo antes he
oído una conversación sobre introducir algo en el instituto sin que les vieran…
Creo que pretenden usar el Club como una tapadera para preparar lo que sea que
vayan a hacer ahí.
Kenlish le
dedica una mirada con los ojos desorbitados, sin poder creerse lo que acaba de
hacer la chica. Hebilenn y sus dos amigos se vuelven a su vez hacia mí, con las
cejas enarcadas en una expresión escéptica en sus caras. Por último, mi amiga
deja escapar un suspiro y se deja caer contra el respaldo de su silla, abatida.
Me da una sonora colleja antes de terminarse de un trago lo que quedaba de té en
su taza.
-Está bien, tú
ganas. Cuéntaselo, pero si al final acaba siendo un error, te haré responsable
única y exclusivamente a ti.