domingo, 22 de noviembre de 2015

Relatos de Isnir. Capítulo 13

La subestación eléctrica del distrito de clubes se encuentra a poco más de un kilómetro de distancia del club de Geología. A diferencia de otras instalaciones como la torre de comunicaciones, el almacén de mercancías del aeródromo o la propia estación eléctrica  central al sur del Distrito 16, esta subestación apenas cuenta con medidas de seguridad que alejen a los estudiantes, y se encuentra lo bastante resguardada como para poder acceder a ella a plena luz sin que nos vean.

Mientras Dylphiel vigila desde la esquina por si se acerca alguien, Versmegzul y yo saltamos la valla que separa la subestación del callejón en el que se encuentra, en medio de dos edificios en desuso. No me cuesta mucho abrir la cerradura de la entrada, y al poco tiempo nos encontramos en el interior de la instalación, buscando como locos los paneles de control del antiguo sistema de túneles.

-Kenlish, vas a tener que darte prisa en localizar esas fuentes de alimentación.- Me suelta Hebilenn desde el desván del club a través de mi comunicador.- Acabamos de perder contacto con Wilden, por si no estabas escuchando.

-Sí, ya me he dado cuenta.- Respondo al tiempo que examino una sección de paneles de aspecto más antiguos que el resto.- Por curiosidad, una vez consiga encender las luces de emergencia de los túneles, ¿donde se supone que va a acabar saliendo Wïlden a superficie?

El silencio de radio me responde por sí sólo. Dejo escapar un suspiro, procurando que no se me noten los nervios. No tienen ni idea de dónde van a sacar a mi mejor amigo con ésta ruta de escape que le han hecho tomar. Y el hecho de que las comunicaciones se han cortado antes de que pudieran indicarle algo al respecto, no hace más que empeorar la situación.

-De acuerdo… Bien, Wïlden no sabe nada de ésto y ahora mismo va a ciegas por unos túneles de los cuales no tenemos ni idea de cómo estarán después de tantos años clausurados. ¿Tenemos idea al menos de alguna posible entrada por la que ir a buscarle nosotros?

-Hay una boca de acceso cerca de nuestra casa-club.- Responde Gilnevit, con un cierto temblor en la voz.- No sé si da directamente al túnel principal que está siguiendo Wïlden, pero con los planos antiguos que tenemos debería dejarnos cerca de él por lo menos.

-Asegura ese acceso. Preparad comunicadores extra y algunas linternas para bajar ahí.-Encuentro lo que parece ser los puertos de alimentación de la red subterránea, todos ellos desconectados, y me pongo a la tarea de localizar las luces de emergencia.- ¡Ah! Y si tenemos algo que se pueda usar como cuerda para marcar el camino, mejor. También voy a necesitar que me localices una caja alargada de madera que hay encima del arcón de la planta baja, donde guardamos los planos la otra vez.

-Lo de la cuerda vale, lo entiendo. ¿Pero que hay en esa caja para que la necesites para bajar?-Pregunta Hebilenn en un tono que me saca de quicio, como casi todo en ella.

-Tu hazlo. Es sólo por un presentimiento que tengo.- Le contesto antes de localizar, al fin, el interruptor de las luces del subsuelo.- Y date prisa, ya hemos terminado por aquí.


Tras salir del hueco del elevador, había localizado rápidamente la alambrada que me había indicado Gilnevit por radio. Si bien los letreros que colgaban de la misma me habían generado desconfianza nada más leerlos, especialmente uno que señalaba “continúe bajo su propio riesgo”, me acabé deslizando hacia la oscuridad tras ensanchar ligeramente un hueco que se había abierto en la parte inferior de la verja. Y en estos momentos, me encuentro caminando a oscuras por el túnel subterráneo, tratando de seguir las vías de metal que tengo a mis pies.

-Ésto sería más fácil si me hubiera traído una linterna, o al menos un bastón para tener localizadas las vías.- Me digo a mí mismo, avanzando con los ojos bien abiertos en un ingenuo intento de ver algo en ésta oscuridad sin fin.

Privado del sentido de la vista, mis otros sentidos parecen estarse acentuando rápidamente para compensar dicha carencia. Poco a poco voy notando cada vez con más claridad el sonido de mis pies al caminar sobre los raíles de metal, y de algún modo esas ondas sonoras, al rebotar contra las paredes del túnel, me van trazando una pequeña imagen en las retinas de como es el escenario que se abre a mi alrededor. Casi podría jurar que estoy “viendo” en ésta negrura, a pesar de que es algo imposible para cualquier elfo. El aroma a humedad, a hierro oxidado, a madera, a piedra pulida inundan mi nariz y me hacen evocan una imagen de dónde estoy. Por momentos, mientras palpo la pared según avanzo, puedo notar hilillos de agua cayendo por la roca.

Un movimiento y un sobresalto en mi sexto sentido me hacen volverme hacia un lateral, con los pelos de todo el cuerpo erizados sin explicación. Por un instante, esa sensación de visión me ha hecho creer que algo de considerable tamaño se movía a toda prisa a unos metros de mí, cruzando de izquierda a derecha como una exhalación. Pero al tratar de ubicar su presencia con mi habilidad de sentir emociones, me encuentro con un vacío total. Permanezco en pie e inmovil durante un buen rato, mientras trato de hacer que mi corazón recupere el ritmo normal.

-Cálmate Wïlden…-Me digo a mi mismo en voz baja, para tranquilizarme.- Te lo estás imaginando. No puede haber nada peligroso en estos túneles… Estamos en un distrito escolar vigilado desde siempre por el ejército, es imposible que haya nada que represente una amenaza para los alumnos… Eso es, te lo has imaginado…

Un repentino fogonazo de luz me deslumbra cuando las luces de emergencia se encienden en lo alto del tunel. La luz anaranjada que desprenden no es muy potente, pero mis ojos, acostumbrados ya a la ausencia total de luz, han reaccionado con más sensibilidad de la que me esperaba. Cierro los ojos unos segundos, para acostumbrarlos de nuevo a la luz, que a duras penas alcanza para que vislumbre los borrosos contornos a mi alrededor. Los railes continúan de frente, trazando una ligera curva hacia la derecha unos cientos de metros más adelante. A pocos pasos de mí, se encuentra un túnel transversal que lo cruza de derecha a izquierda, con algunos escombros bloqueandolos parcialmente.

Me rio al ver los escombros que se amontonan a poco más de cinco metros de distancia. Sin duda he debido de confundirlos con un animal cuando he llegado ante ellos, puesto que tienen un tamaño considerable y algunas piedras se desprenden del mismo mientras yo me rio. Sin embargo, mi risa de queda congelada cuando me percato que algo brilla al reflejar la tenue luz de emergencias y que parece moverse y multiplicarse a mi alrededor.

Oigo ahora con total claridad el sonido de decenas de patas de animal moviéndose desde ambos túneles alrededor mío, bloqueandome la retaguardia. Unos escalofriantes chasquidos provocan que todo mi cuerpo entre en tensión al reconocer el sonido de una auténtica colonia de ratas a tan escasa distancia. El pánico empieza a adueñarse de mí cuando vislumbro el tamaño promedio de éstos roedores, alguno de los cuales aparentan ser tan grandes como mi pierna hasta la rodilla, sin contar la cola. Y lo que es peor: tenue al principio, pero cada vez con más fuerza, percibo una inconfundible sed de sangre que se va apoderando de los animales.

Siento como la herida de mi mano gotea sangre sobre el túnel. Ahora entiendo la advertencia a la entrada, y el hecho de estar herido no hace más que jugar en mi contra. No solo las ratas que tengo ante mí pueden intentar darse un festín conmigo, sino que si existen más en estos túneles, y no tengo dudas de que existan más, se verán atraídas por el olor de la sangre hacia mí.

-De perdidos, al río…-Me digo a mi mismo al tiempo que aprieto bien fuerte el pañuelo en torno a la herida, tratando de contener el sangrado, al tiempo que voy cogiendo aire con fuerza.- No he llegado hasta aquí para ser comida de alimañas. Si me queréis, vais a tener que cogerme.

Y aprieto a correr de frente antes de que las ratas se abalancen sobre mí, al tiempo que suelto un grito de guerra cuando las primeras tratan de ir a por mis piernas…


Versmegzul levanta la tapa de la alcantarilla con la ayuda de una palanca que hemos encontrado en el sótano de la casa, y yo ilumino  el hueco con la ayuda de una pequeña linterna de mano. La alcantarilla desciende varios metros hasta un pequeño habitáculo circular, en uno de cuyos lados hay una especie de compuerta hermética con manivela.

-Extraña puerta para bloquear unos túneles, ¿no crees?- Comenta Hebilenn asomándose a mi lado.- Parece casi como las de una cámara acorazada.

Yo me limito a dar un gruñido de asentimiento y arrojo la cuerda que hemos conseguido de entre los trastos viejos por el hueco de la escalera. Sujeto con fuerza el arco negro que había encontrado el primer día que visitamos la casa y desciendo las escaleras de mano, seguida de la rubia canija, su hermano, y Versmegzul. Gilnevit ha decidido quedarse en la casa-club, desde donde espera poder seguir orientandonos y restablecer la conexión con Wïlden llegado el caso.

-Bien, sólo hemos podido traer tres linternas.- Comento en cuanto Vers llega al fondo del habitáculo. Comienzo a repartirles las herramientas que hemos podido reunir.- Dado que yo voy a estar cargando con este arco, lo mejor será que las lleven ustedes. También recuerden tener encendido el comunicador en todo momento, por si nos llegamos a separar en algún momento. La cuerda de que disponemos no nos va a permitir avanzar más de cincuenta metros, a lo sumo, así que a partir de esa distancia yo iré dejando flechas como baliza de localización. ¿Alguna pregunta hasta aquí?

Dylphiel y Vers levantan la mano casi a la vez. Señalo al primero, que en seguida señala, a su vez, al arco negro que sujeto en mi mano izquierda.

-Dices que es un arco, y vale, reconozco que tiene forma de uno. ¿Pero no se supone que te hace falta cuerda para que funcione? ¿Y dónde están las flechas? Porque tampoco veo que te hayas traído carcaj contigo…- Vers asiente con la cabeza, a la vez que Hebilenn, que parece infundirle mucha más energía a dicho gesto.- Creo que ahora mismo estás cargando una cosa innecesaria contigo.

Sonrío al ver que ninguno de mis acompañantes conoce aún las extrañas características del arma que sostengo, y con la que he estado practicando en secreto las últimas semanas tras el incidente de Wïlden. En parte lo agradezco, porque sería realmente molesto tener que compartirlo con Hebilenn, pero ni yo misma estoy segura de cómo funciona el artefacto exactamente, por lo que, cuanto menos gente se exponga a un fallo del mismo, mejor.

-Este arco, no necesita ni cuerda, ni flechas. No sé cómo funciona exactamente, pero… Bueno, van a verlo dentro de un rato, y en todo caso será más rápido que si yo intento explicarlo aquí ahora mismo.- Me lo echo al hombro y me pongo en frente de la compuerta que da acceso a los túneles.- ¿Vers? ¿Qué querías preguntarme?

-Lo mismo que Dylphiel, pero como parece que no quieres responderla con palabras… Lo mismo da.- El grandullón pasa a mi lado y empieza a girar la manivela de la compuerta.- Pero no estaría mal que cambiaras un poco tu actitud con nosotros, Kenlish.

-Lo siento. Nunca se me ha dado bien el trato con la gente…-Me disculpo con sinceridad. A fin de cuentas, hasta que conocí a Wïlden, siempre había estado sola y no había podido poner a prueba mis habilidades sociales.- Pero prometo esforzarme…

-No seas boba.- Me suelta Hebilenn, dándome un pequeño coscorrón al pasar a mi lado tras abrirse la puerta.- Se supone que somos amigos. Si te estás esforzando es como reconocer que no nos consideras como tales. Sé tu misma… Aunque espero que no seas más prepotente que ahora, por favor.

Le hago una mueca a sus espaldas sin que me vea, aunque la risita que dejan escapar Vers y Dylphiel la hacen volverse a mirar. Recupero la compostura antes de eso y avanzo hacia los túneles, precedida por mis tres acompañantes iluminando el camino.

El túnel avanza un pequeño trecho, apenas unos diez metros, hasta desembocar en uno muchísimo más grande y amplio que discurre de este a oeste, iluminado tenuemente por las luces anaranjadas de emergencia que hemos encendido antes. No parece haber rastro de Wïlden en las proximidades.

-Bueno, tengamos en cuenta que si el túnel éste discurre en línea recta, son casi cinco kilómetros desde el instituto hasta aquí…-Comenta Versmegzul, como si me estuviera leyendo la mente.

-Vayamos hacia el oeste, a ver si acabamos dando con él.- Añade Hebilenn en tono preocupado, a la par que ilumina en dicha dirección con su linterna.

-¡Espera!- La detengo sujetándola por el brazo.- ¿No oyes algo raro?

Los cuatro permanecemos en silencio unos instantes, en los cuales escuchamos un extraño sonido acercándose rápidamente desde el oeste. Un sonido que logra que un sudor frío recorra mi espalda, como hacía mucho que no me sucedía.

-Ratas…

...

Mis piernas parecen volar a través de la semioscuridad que gobierna este infierno subterráneo. Tengo la impresión de que corro más incluso que antes de la lesión, pero pese al esfuerzo que pongo en poner tierra de por medio con la colonia de ratas gigantes del subsuelo, éstas parecen brotar de entre las piedras a mi paso.

Algunas saltan sobre mi desde los huecos que quedan en las paredes por los derrumbes continuos a lo largo de los años, pero gracias a mi sexto sentido y a unos reflejos que ni yo mismo termino de creerme,  consigo apartarlas a puñetazos antes de que caigan sobre mí. Pero cada asalto que evito solo contribuye a frenarme, un sólo segundo por vez, que aún así no hace sino acortar la distancia con los roedores que van tras de mí.

Debo haber recorrido más de tres kilómetros desde que se encendieran las luces y me descubriera en medio de ésta pesadilla. Y ahora estoy cayendo en la cuenta de que no sé por dónde debo intentar salir a la superficie. Empiezo a temer que Gilnevit me haya enviado a una trampa mortal sin pretenderlo, aún peor que cualquier escenario que pudiera haberme deparado el destino de haber sido descubierto en el instituto.

-Mierda, mierda y remierda. ¿Cuando demonios voy a tener suerte en ésta vida?- Pienso mientras esquivo a un par de ratas que tratan de interceptarme saltando directas a por mi cuello.

De repente vislumbro unas luces a lo lejos. Sin embargo, se acercan demasiado deprisa hacia mí como para tratarse de personas con linternas, y cual es mi asombro las mismas impactan convertidas en pequeñas saetas de luz contra algunas de las ratas que me bloquean el paso. Anonadado, continuo mi carrera mientras más y más flechas de luz siguen llegando desde algún lugar mucho más adelante, donde, ahora sí, me parece vislumbrar con mayor claridad los haces de luz de unas linternas de mano.

-¡Corre, Wïlden, corre!- Oigo que me llama Hebilenn a voz en grito desde el otro lado del túnel.

Las flechas de luz siguen pasando a mi lado, y con cada disparo noto como se va desvaneciendo el instinto de un animal, ya sea a mis espaldas o enfrente. Casi puedo reconocer la figura de Kenlish, arrodillada sobre una sola pierna, enarbolando un gran arco negro en el que parecen materializarse los proyectiles que no dejan de volar en mi ayuda. Tras ella,Versmegzul, Dylphiel y Hebilenn apuntando en mi dirección con sus linternas de luz blanca, sus rostros tornándose poco a poco en una mueca de horror conforme nos acercamos yo y mis perseguidores.

Me doy cuenta de que, si no empiezan a moverse ya en dirección a la salida, las ratas nos acabarán atrapando a todos, y comienzo a hacerles gestos con las manos, exhortándoles a echar a correr. Vers parece titubear un poco, pero Dylphiel capta enseguida mis intenciones y agarra a su hermana para salir corriendo hacia una salida lateral del túnel. Sólo Kenlish parece ignorar completamente mi aviso, y continúa disparando sus proyectiles con el rostro bañado por el sudor.

-¡Corred imbéciles!- Les grito a pleno pulmón.- ¡Kenlish! ¡Mueve el culo, CORRE!

Mi amiga hace ademán de ir a incorporarse, pero algo falla y da un traspies, cayendo de rodillas al suelo. Versmegzul,que había empezado a alejarse al ver que Kenlish se incorporaba, trata de volver sobre sus pasos para ayudarla, pero mis gritos de advertencia le hacen cambiar de opinión.

-¡Yo me encargo de ella, Vers! ¡Tu ve a la salida y prepárate para contenerlas allí!- Le grito con un extraño ardor subiendo por mi pecho, al tiempo que me lleno de energía por momentos.

Mis pies avanzan muchísimo más rápido de lo normal, y en apenas unos segundos cruzo la distancia que me separa de Kenlish, anticipandome por mucho a mis perseguidores. Cargo a mi amiga con ambos brazos, sintiéndola muy ligera pese a la carrera que llevo a cuestas desde hace ya varios minutos, y me lanzo en pos de Vers hacia la salida.

Sin embargo, cuando ya estoy llegando a la meta y vislumbro la compuerta que da acceso a las escaleras, noto un ardor penetrante en mi pierna izquierda. Una rata que me llega hasta la cintura, acaba de clavar sus zarpas en mi muslo, y empieza a acercar sus mandíbulas hacia los tendones de mi rodilla, amenazando con diseccionarlos.

Lo que sucede a continuación se produce en apenas unas fracciones de segundo. En un acto reflejo, doy un fuerte pisotón contra el suelo, provocando que la rata se suelte de mi pierna y luego, tras un grito de rabia por mi parte, giro sobre esa misma pierna y sacudo una brutal patada con la otra contra la cabeza del animal. El resultado es que, contra pronóstico, la misma vuela más de una docena de metros hasta estrellarse con fuerza contra la esquina que traza el túnel de salida con el principal, arrancando un pedazo de cornisa con el impacto.

Sorprendido, me quedo observando lo que he hecho con ojos como platos, hasta que Kenlish me jala del cuello de la camisa, obligándome a mirarla. Su cara está pálida como la nieve, pero sus ojos no dejan lugar a dudas: hay que salir de esta trampa en el acto.

Reemprendo la marcha, y apenas unos metros después, cruzo al fin la compuerta de salida, que Versmegzul y Dylphiel se apresuran a clausurar con todas sus fuerzas en cuanto lo hemos hecho. Yo, por mi parte, deposito a Kenlish en el suelo y me dejo caer junto a ella, resoplando los dos por el cansancio y los nervios, mientras Hebilenn se sienta delante de nosotros, examinandonos con gesto preocupado.

-Desde luego… Hoy está siendo un día movidito. Sé que nos habían dicho que ésto podía ser peligroso, pero no me imaginaba que iba a serlo hasta éste punto.- Comenta la elfa al tiempo que examina la herida de mi pierna.- No parece ser nada serio, pero habrá que desinfectarla en la casa club para evitar que haya complicaciones.

-No te preocupes ahora por eso...-Le respondo con un hilillo de voz. Ha sido dejarme caer al suelo y toda la energía que me había estado acompañando desde el principio de la carrera se ha esfumado repentinamente, dejándome en su lugar un cansancio abismal.- Joder... ¿Qué cojones hacen unas ratas de ese tamaño en los túneles de un distrito escolar?

-Al menos explica por qué los tienen cerrados.-Responde Kenlish dejando caer su cabeza contra mi hombro. Su rostro está bañado en sudor y respira con fuerza, aparentemente agotada, pero su expresión es de inmensa satisfacción.- Y menudas piernas te gastas, Wilden. Esa patada que le has sacudido a la rata conmigo en brazos ha sido digna de un jugador de fútbol...

-Gracias.- Le respondo antes de que Hebilenn me apriete una venda hecha con su propio pañuelo contra la herida de la pierna, arrancándome un quejido de dolor.- Aunque si no es por ti y ese arco tuyo, no lo cuento. ¿De dónde ha salido? Nunca había oído hablar de flechas así...

Mi amiga levanta su brazo izquierdo, que aún sostiene con firmeza el extraordinario arco negro que ha usado en el túnel, atrayendo hacia él las miradas de todos los presentes. Lo acaricia con mimo con su otra mano, y puedo sentir una sensación dulce emanando de Kenlish mientras lo hace, como si le hubiera cogido un profundo cariño al instrumento.

-No sé quién es su creador, ni cómo funciona. Pero tengo mis sospechas sobre lo que es.- Un extraño gruñido brota de su estómago, provocando que se ruborice al tiempo que Hebilenn se echa a reír.

-Vale, vale. Hay muchas cosas que contar hoy, por lo que veo. Pero el estómago de la cerebrito se ha ganado un reconocimiento, porque al menos yo también me estoy muriendo de hambre.-Suelta la chica, antes de mirar hacia arriba, a la salida del habitáculo.- Es viernes y hoy las residencias nos dejan quedarnos fuera hasta las 12. ¿Qué tal si vamos a dar con Nevit al club y nos vamos todos a comer algo y a ponernos al corriente de lo que ha pasado hoy?

Un grito de aprobación se eleva desde las gargantas de todos, a los que siguen mis risas y las de los demás chicos. Sin duda, hoy es un día idóneo para celebrar. Nos lo hemos ganado.

domingo, 25 de octubre de 2015

Relatos de Isnir. Capítulo 12

-Nada más salir, avanza hasta el fondo a la derecha. El despacho del director es la única puerta que encontrarás al llegar a la pared, no tiene pérdida. Luego recuerda que para salir debes… ¡Oh, mierda!- Un grupo de personas acaba de entrar repentinamente en el rango de alcance de mi habilidad, para consternación mía.

-¿Qué ocurre?-Pregunta Kenlish en tono preocupado a través de la radio.

Desconecto el comunicador al tiempo que me lanzo desde el pupitre en dirección al armario del material. Al abrir sus puertas me golpea un fuerte olor a naftalina y otros productos químicos, pero aunque corro riesgo de marearme, a estas alturas es mi única opción.

Me he centrado tanto en Kenlish y en el conserje que no he logrado percibir a éste grupito de estudiantes hasta que han empezado a subir las escaleras del primer piso. Salir ahora implicaría exponerse a ellos, y nada me garantiza que luego no puedan empezar a investigar los profesores acerca de mi presencia allí tan tarde. De modo que esconderme y aguardar a que se marchen es mi única alternativa.

Cierro el armario y me acomodo en su interior, ocultando mi boca y nariz tras un pañuelo para evitar respirar los vapores químicos, y empiezo a captar las emociones con más intensidad. Kenlish,en el piso inferior, parece haber dado con algo que la ha hecho feliz un instante, seguramente haya dado ya con el sello del director. El conserje está cerrando las aulas y talleres de la segunda planta, y mis visitantes inesperados llegan hasta el aula, en medio de una confusión de emociones que van desde el abatimiento hasta la rabia más desbocada.

-¿Os dais cuenta de que prácticamente nos ha llamado ineptos, verdad?- Comenta uno de ellos en cuanto abren la puerta de la clase.- Jodido viejo lumbreras…

-Y peor, ¿por qué el jefe se ha quedado ahí mirando sin decirle nada cuando nos sermoneaba? Nunca lo hubiera esperado de él.- Añade otro, con un tono decepcionado.

-El director es también el jefe del profesor Arxel, por si no te había quedado claro.- Añade un tercero con tono serio y cierto reproche.- Y yo estoy con él. Han sido dos chapuzas innecesarias.

-¡Oh! ¿así que ahora tú también crees que somos unos chapuceros, Vyrott?- Comenta una voz que me produce escalofríos por dos motivo distintos: es la voz de Dragamsel y, por si fuera poco, no soy capaz de ubicarlo con mi poder sensorial.- ¿Qué pasa? ¿Ahora vas a ser el pelota del director para que te favorezca? ¿Vas a pasar del grupo, es eso?

-Dragamsel, yo no he dicho eso.- El tal Vyrott, si no me falla la memoria, es un tipo larguirucho que, por lo general, suele quedarse al margen cuando el grupito del que forma parte intenta cazarme. Cada vez que me lo he encontrado a solas no me ha parecido un mal tipo, y escuchándolos discutir ahora, me parece que es la voz de la conciencia de los demás.- He dicho solamente lo que es evidente.

-¿Y qué es evidente, si puede saberse?

Oigo como Vyrott suspira con aire tenso. El resto de los oyentes parecen haberse puesto nerviosos, y acuden expectantes a la respuesta de su compañero, como si pudiera desencadenarse un desastre ahí mismo.

-Para empezar, ¿por qué cojones nos pidió Rasmus que atacaramos a la chica esa de la 1-A? Sé que dijo que el propósito era darle el mensaje de que no debía juntarse con Wïlden, a menos que quisiera salir mal parada, pero es que os pasasteis. Por muy inteligente que sea, no hay persona en el mundo que pueda enlazar una cosa con la otra SI NI SIQUIERA HABLASTEIS CON ELLA.- Vyrott eleva el tono casi sin darse cuenta, pero enseguida recupera un tono más afable.- Dragamsel, te limitaste a intentar ahogarla sin más. Ni siquiera te oí pronunciar una palabra hasta que se te desmayó en los brazos. No creo que se imagine siquiera por qué lo hiciste a día de hoy.

“Y luego lo de Wïlden. ¿Por qué se empeña ahora, después de tanto tiempo acosándolo física y mentalmente, en que está mejor muerto?”

Me muerdo el labio hasta casi hacerme sangre con los colmillos. Un poderosísimo instinto asesino empieza a adueñarse de mí. Tengo el impulso de querer salir del armario para aplastar la cabeza de ese idiota contra la esquina de una mesa hasta verle los sesos desparramados por el suelo, pero la prudencia me lo impide. Acabo de empezar la rehabilitación, y aunque Vyrott parezca tener remordimientos de conciencia y no interviniera, siguen siendo por lo pronto tres contra uno. Un enfrentamiento en estas circunstancias sólo podría acabar conmigo de vuelta en el hospital. O peor aún, en la morgue.

Respiro profundamente a través del pañuelo, conteniendo los accesos de tos al inhalar sin querer algunos productos del armario. Consigo calmarme al cabo de unas pocas repeticiones, y vuelvo a centrarme en escuchar a Vyrott, que parece haber seguido mientras yo dominaba mis instintos.

-...Y no me gusta. Cuando Rasmus me pidió que me uniera a esa organización suya no creí que fueran a obligarnos a hacer estas cosas… Y francamente, yo ya no puedo más, va en contra de todo lo que nos han enseñado de respetar a nuestros semejantes y controlar la violencia. Quiero renunciar…

Los compinches de Dragamssel parecen inquietos, asustados por la repentina deserción de uno de los suyos. Imagino que en estos momentos estarán mirando a su jefe con nerviosismo, esperando instrucciones. Y aunque no pueda verle el rostro ni sentir las emociones de éste, le conozco lo suficiente para saber que Vyrott acaba de entrar en un callejón sin salida. Y uno muy peligroso.

-Así que quieres renunciar…- Dice Dragamsel con un tono sedoso que me pone la piel de gallina.- Muy bien. Vete pues. Nosotros se lo explicaremos todo al SEÑOR Arxel la próxima vez que lo veamos, no pasa nada. No nos cuesta nada.

Vyrott parece respirar de alivio al fin, pero entonces oigo un fuerte estrépito de mesas y sillas cayendo contra el suelo, y todos los presentes de la clase me transmiten una sensación de sorpresa y, en el caso del primero, dolor. Probablemente, Dragamsel le haya hecho bajar la guardia deliberadamente para atacarlo a traición. Es un canalla sin escrúpulos.

-Eso sí, no pienses que voy a dejar que te marches de rositas a estas alturas. Sabes demasiado, y no me hace ni puta gracia que nos delates a la Guardia para que me arruinen la vida fuera del campus.- Sus dos lacayos dan un respingo, asustados.- ¿No pensáis igual?

-Dragamsel, por Isnir, los dos estamos en el club de artes marciales mixtas, me conoces. Sabes que no hablaré.

-Esa es otra cuestión, porque aunque seamos del mismo club, esa falta de sangre que tienes es lo que te hace ser tan inferior a mí. Nunca me has ganado un sólo combate, Vyrott. Y si hay algo que me sienta fatal, quitando a los bastardos semielfos, son los débiles y los cobardes. Pero te felicito, hoy has demostrado ser ambas cosas.- Se queda en silencio unos instantes.- ¿Sabes qué? Debo reconocerle algo al director: no fuimos creativos con lo de Wïlden. Pero ahora contigo, creeme que sí lo voy a ser.

-No, por favor…

-¿En qué piensas, Drag?- Pregunta uno de sus esbirros tímidamente.

-Ya que estamos en una isla flotante… ¿Qué mejor forma de hacer desaparecer un cadáver que arrojándolo desde los límites de la isla?- Deja escapar una risotada.- Agarradlo.

Escucho un forcejeo. Estoy a punto de abrir la puerta para acudir en auxilio de Vyrott cuando la puerta del aula vuelve a abrirse y entra el conserje pegando gritos. Respiro aliviado al notar que los matones se separan de su víctima, que no tarda ni dos segundos en salir por patas, sin que el conserje haga nada por detenerlo. Parece más preocupado por impedir que Dragamsel, al que seguramente ha sorprendido en una posición amenazadora, pudiera hacer ningún movimiento.

-¡¿Qué demonios le estaban haciendo a ese chico, por el amor de Isnir?! ¿Es que habéis perdido el juicio?- Les reprende con furia.- Debería daros vergüenza tener ese comportamiento a vuestra edad. Sólo las bestias y los humanos harían algo así.

-Señor, cálmese. Nosotros sólo estábamos ayudando a levantarse…- Dice la voz sibilina de Dragamsel, en un logrado tono de inocencia que me dan ganas de cortarle la lengua, por hipócrita.- Tuvo una pequeña bajada de azúcar cuando venía a recoger sus cosas y se ha golpeado contra las mesas al caer. Nosotros sólo nos limitabamos a auxiliarle…

-A otro perro con ese hueso, niñato. Y ahora salid de aquí cagando leches antes de que decida reportarle al director esta violencia gratuita. ¡Y pobres de ustedes como esto se repita!

Oigo el sonido de los pies a la carrera y sigo a los esbirros de Dragamsel abandonando la habitación con mi habilidad, entre aterrados y aliviados. El conserje farfulla algunos improperios antes de salir de la clase, cerrando la puerta con llave tras de sí, alejándose en dirección a las salas laterales a la que me encuentro. Cinco minutos más tarde, le noto descender al fin de vuelta a la planta inferior.

Salgo por fin de mi escondite, resoplando para respirar aire limpio. Hace rato que la única presencia que capto es la del conserje, por lo que imagino que Kenlish ha tenido éxito en su cometido y ha abandonado el edificio. Lo que supone una mala noticia para mí.
-Gilnevit, ¿estás ahí?- Digo a través de mi comunicador tras reactivarlo nuevamente.- Tengo un pequeño problema…

Mis compañeros responden casi al instante, pero sólo soy capaz de distinguir ruido y nervios al otro lado de la línea. Me quito el auricular de la oreja y lo mantengo a una distancia prudencial, sorprendido por su reacción.

-A ver, un poco de calma, por favor.- Exijo mientras camino hacia las ventanas, echando un vistazo al patio.- Y hablad de uno en uno.

-¡Wïlden!- Esta vez es la voz de Kenlish la que me habla. Su tono es de tensión, como si mi ausencia en las conversaciones la hubiera tenido preocupada.- ¿Estás bien? ¿Qué ha ocurrido ahí arriba?

-Una visita inesperada y muy desagradable. Pero irónicamente productiva.- Sacudo la cabeza, al notar que me desvío del tema.- Pero ese no es el problema. El conserje me ha dejado encerrado en el aula y necesito una vía de escape alternativa.

-Me lo estaba suponiendo, así que ya estamos en ello.- Responde Gilnevit desde la central de comunicación.- Estamos buscandote una ruta accesible con tu estado físico. Kenlish, tu deberías encontrarte con los chicos dentro de poco, así que atenta.

-¿Qué me he perdido? ¿Es que has mandado a Vers y Dylphiel a por Kenlish?- Pregunto al tiempo que me acerco a la puerta del aula y trato de mover el picaporte, sin éxito.

-Digamos que tengo unas cuantas cositas que contarte cuando volvamos al club.- Me responde Kenlish, con la respiración acelerada, como si estuviera corriendo.- Vale, Versmegzul ya me ha visto. Wïlden, de momento centrate en salir del aula. Busca en el armario por si hay algún destornillador o algo con lo que quitar las bisagras de la puerta.

Obedezco sin rechistar y regreso al armario en busca de la herramienta indicada. No tardo en dar con uno del tamaño perfecto para los cabezales de la puerta, que consigo aflojar en unos pocos minutos. Luego, utilizándolo como palanca, y con un instante de miedo por si fuera a partirlo, consigo desencajar la puerta del marco.

-Perfecto, ya estoy fuera.- Comento tras dejar el destornillador de vuelta en su caja y arreglar lo mejor que puedo la puerta para que no parezca forzada.- Me vendría bien hacerme con las llaves en portería para arreglar esto. Va a traer consecuencias si Dragamsel sospecha que alguien puede haber escuchado su conversación…

-Bien, nosotras te hemos localizado una forma de salir… Pero no creo que vaya a gustarte.- Comenta Gilnevit, al tiempo que escucho movimiento de papeles cerca del micrófono.- ¿Te ves capaz de alcanzar la ventilación del baño de la planta baja?

Empiezo a correr por el pasillo en dirección a las escaleras, prestando atención a las presencias que capta mi sexto sentido. Me detengo en el rellano del primer piso, asegurandome de que no hay nadie en las inmediaciones.
-Creo que puedo apañármelas para entrar ahí. ¿Qué pretenden?- Les pregunto en voz baja antes de avanzar rápidamente hacia los baños.

-Vas a tener que dirigirte hacia el montacargas que lleva a los túneles de abastecimiento, me temo.- Me encierro en uno de los retretes, mirando hacia la ventilación sobre mi cabeza, estupefacto.- Cuando estés ahí, busca los viejos túneles al este. Con un poco de suerte podremos llevarte hasta alguna salida del área de clubes.

-¿Estás hablando en serio?- Pregunto al tiempo que empiezo a retirar la rejilla de ventilación.- ¿Los viejos túneles? Eso tiene que estar oscuro como la boca de un lobo. Y no me he traído linterna.

-La iluminación es cosa nuestra. Ya he localizado la subestación eléctrica que alimenta ésta zona del distrito, solo habrá que reconectar los viejos circuitos de corriente para que al menos puedas seguir las luces de emergencia.- Oigo que comenta Kenlish al tiempo que yo me introduzco de un salto en el conducto de ventilación.- Los chicos y yo ya vamos de camino.

Trato de orientarme mentalmente antes de cerrar el conducto con la rejilla y comienzo a moverme a gatas. El montacargas se encuentra entre la cocina y la sala-comedor de los profesores, justo en el extremo contrario del vestíbulo. Calculo que tendré que gatear algo más de cien metros, dada la disposición de los conductos, hasta salir encima del ascensor de materiales.

-Pues espero que no tardes en activar la corriente, Kenlish.- Le comento por el comunicador un par de minutos más tarde, cuando me asomo al hueco del montacargas.-He llegado al ascensor. Voy a empezar a bajar.

-Ten cuidado.- Comenta Hebillen al tiempo que me agarro a los cables del montacargas.

Los cables de acero están mal cuidado y me pican en las manos desnudas mientras bajo por ellos. También la tensión en las piernas me incomoda, pues no hace ni dos días que al fin puedo caminar sin escayola ni muletas, y de vez en cuando siento una punzada de dolor subiendo por ellas. Trato de hacer caso omiso al dolor de mi cuerpo y sigo mi descenso a las profundidades.

Mi cabeza retorna a la conversación que acababa de escuchar, respondiendo al silencio que me acompaña. Dragamsel y Rasmus. Siempre ellos. Casi había olvidado la actitud de Kenlish durante las semanas transcurridas entre su incidente y el mío, esquiva y aterrada cuando le preguntaba. Pero ahora ya conozco la verdad. Rasmus había orquestado el ataque contra Kenlish, primero, y luego había arrojado a sus perros de presa contra mí. Para que me mataran.

Kenlish debió de oír como sus atacantes hablaban entre ellos cuando la torturaron. Y en ese entonces, ella ya me conocía lo bastante bien para saber el odio y el terror que Dragamsel despertaba en mí. Guardó silencio para protegerme de cometer una locura, de sentirme culpable por haberla convertido en un blanco de la violencia a la que me sometían a mí mismo.

Una lágrima se me desliza por la mejilla justo cuando mis pies tocan el techo del montacargas. Compruebo que mi comunicador está apagado antes de dejar escapar un sollozo de impotencia contenida. De rabia. De dolor.
Es justo el dolor en una de mis manos lo que me devuelve a la realidad. En mi ofuscación, he apretado los puños en torno a los cables del elevador, haciéndome algunos cortes en las palmas con los bordes. Saco un pañuelo de mi bolsillo y me las envuelvo con él, al tiempo que reactivo mi comunicador.

-Nevit, estoy ya al nivel de los túneles.- Comunico con voz ronca.

-Muy bien. Aguarda un momento, Hebilenn está buscando los planos del subterráneo.- Oigo el sonido de los papeles moviéndose de un lado a otro.- Vale, ya los tenemos. Sal por una rejilla que hay en el hueco del ascensor y sigue el conducto hasta el final.

Busco el hueco que me indica. Comienzo a arrastrarme por él, hacia una oscuridad creciente conforme me alejo del elevador.

-Saldrás al andén del intercambiador del instituto. Cuando estés allí, ve en dirección contraria a las vías que salen hacia las residencias. No tiene pérdida, están todas juntas en el mismo lado.- Continúa explicándome Gilnevit, con una tensión en la voz que me indica que se está emocionando con la operación.- Allí deberías ver una reja de alambres bloqueando un túnel con vías en el suelo. Ese es el que debes seguir.

-Vale. ¿Y ese túnel va en línea recta o hay bifurcaciones?- Interrogo cuando vislumbro el intercambiador a través de la rejilla del final.

-Hay algu...Pero tú sólo tie...Seguir...Desviarte…- Empiezo a  oír un ruido en la línea al mismo tiempo que se entrecorta la comunicación.

-¡¿Nevit?!- Pregunto a voz alzada, a la par que me llevo la mano al audífono.- ¡Se entrecorta! ¿Has dicho que siga en línea recta sin desviarme?

Pero la línea se ha perdido totalmente. Trato de retroceder a gatas, pero ni de ese modo consigo recuperar la conexión. Me he quedado sólo y sin guía.

-Estupendo.-Pienso al tiempo que me dirijo a la salida.- Más me vale que Kenlish consiga activar esas luces para la galería...

Vista Previa; Capítulos 12 y 13

¡Hola a todos, aquí les dejamos un pequeño spoiler de lo que ocurrirá en los próximos dos capítulos en los que prometemos que habrá mucha, pero que mucha acción!

  1. Cara Norte: 
  • En Rojo: instituto
  • En Verde: zona de clubes
    • verde claro: club de Geología
    • verde oscuro: subestación eléctrica
  • Linea amarilla: ruta de los protagonistas
     2. Cara Sur:
  • En Amarillo: centrales eléctricas
    • central oeste: abastece la zona sur
    • central este: abastece la zona norte

¡Esperamos que los disfruten y nos lo hagan saber con sus comentarios!

domingo, 11 de octubre de 2015

Enlaces a capítulos. Octubre 2015



¡Saludos! Bienvenidos de nuevo a Erain y Antafi. Ya conoceis como funciona ete blog, muchas veces no podemos sacar los capítulos cuando quisieramos por circunstancias personales y academicas, pero hacemos nuestro mayor esfuerzo por brindar la mayor calidad a cada uno de los capítulos de Relatos de Isnir que sacamos. Y hoy es uno de esosdías: os dejamos con un nuevo capítulo, el 11, para que lo disfruten.