domingo, 22 de noviembre de 2015

Relatos de Isnir. Capítulo 13

La subestación eléctrica del distrito de clubes se encuentra a poco más de un kilómetro de distancia del club de Geología. A diferencia de otras instalaciones como la torre de comunicaciones, el almacén de mercancías del aeródromo o la propia estación eléctrica  central al sur del Distrito 16, esta subestación apenas cuenta con medidas de seguridad que alejen a los estudiantes, y se encuentra lo bastante resguardada como para poder acceder a ella a plena luz sin que nos vean.

Mientras Dylphiel vigila desde la esquina por si se acerca alguien, Versmegzul y yo saltamos la valla que separa la subestación del callejón en el que se encuentra, en medio de dos edificios en desuso. No me cuesta mucho abrir la cerradura de la entrada, y al poco tiempo nos encontramos en el interior de la instalación, buscando como locos los paneles de control del antiguo sistema de túneles.

-Kenlish, vas a tener que darte prisa en localizar esas fuentes de alimentación.- Me suelta Hebilenn desde el desván del club a través de mi comunicador.- Acabamos de perder contacto con Wilden, por si no estabas escuchando.

-Sí, ya me he dado cuenta.- Respondo al tiempo que examino una sección de paneles de aspecto más antiguos que el resto.- Por curiosidad, una vez consiga encender las luces de emergencia de los túneles, ¿donde se supone que va a acabar saliendo Wïlden a superficie?

El silencio de radio me responde por sí sólo. Dejo escapar un suspiro, procurando que no se me noten los nervios. No tienen ni idea de dónde van a sacar a mi mejor amigo con ésta ruta de escape que le han hecho tomar. Y el hecho de que las comunicaciones se han cortado antes de que pudieran indicarle algo al respecto, no hace más que empeorar la situación.

-De acuerdo… Bien, Wïlden no sabe nada de ésto y ahora mismo va a ciegas por unos túneles de los cuales no tenemos ni idea de cómo estarán después de tantos años clausurados. ¿Tenemos idea al menos de alguna posible entrada por la que ir a buscarle nosotros?

-Hay una boca de acceso cerca de nuestra casa-club.- Responde Gilnevit, con un cierto temblor en la voz.- No sé si da directamente al túnel principal que está siguiendo Wïlden, pero con los planos antiguos que tenemos debería dejarnos cerca de él por lo menos.

-Asegura ese acceso. Preparad comunicadores extra y algunas linternas para bajar ahí.-Encuentro lo que parece ser los puertos de alimentación de la red subterránea, todos ellos desconectados, y me pongo a la tarea de localizar las luces de emergencia.- ¡Ah! Y si tenemos algo que se pueda usar como cuerda para marcar el camino, mejor. También voy a necesitar que me localices una caja alargada de madera que hay encima del arcón de la planta baja, donde guardamos los planos la otra vez.

-Lo de la cuerda vale, lo entiendo. ¿Pero que hay en esa caja para que la necesites para bajar?-Pregunta Hebilenn en un tono que me saca de quicio, como casi todo en ella.

-Tu hazlo. Es sólo por un presentimiento que tengo.- Le contesto antes de localizar, al fin, el interruptor de las luces del subsuelo.- Y date prisa, ya hemos terminado por aquí.


Tras salir del hueco del elevador, había localizado rápidamente la alambrada que me había indicado Gilnevit por radio. Si bien los letreros que colgaban de la misma me habían generado desconfianza nada más leerlos, especialmente uno que señalaba “continúe bajo su propio riesgo”, me acabé deslizando hacia la oscuridad tras ensanchar ligeramente un hueco que se había abierto en la parte inferior de la verja. Y en estos momentos, me encuentro caminando a oscuras por el túnel subterráneo, tratando de seguir las vías de metal que tengo a mis pies.

-Ésto sería más fácil si me hubiera traído una linterna, o al menos un bastón para tener localizadas las vías.- Me digo a mí mismo, avanzando con los ojos bien abiertos en un ingenuo intento de ver algo en ésta oscuridad sin fin.

Privado del sentido de la vista, mis otros sentidos parecen estarse acentuando rápidamente para compensar dicha carencia. Poco a poco voy notando cada vez con más claridad el sonido de mis pies al caminar sobre los raíles de metal, y de algún modo esas ondas sonoras, al rebotar contra las paredes del túnel, me van trazando una pequeña imagen en las retinas de como es el escenario que se abre a mi alrededor. Casi podría jurar que estoy “viendo” en ésta negrura, a pesar de que es algo imposible para cualquier elfo. El aroma a humedad, a hierro oxidado, a madera, a piedra pulida inundan mi nariz y me hacen evocan una imagen de dónde estoy. Por momentos, mientras palpo la pared según avanzo, puedo notar hilillos de agua cayendo por la roca.

Un movimiento y un sobresalto en mi sexto sentido me hacen volverme hacia un lateral, con los pelos de todo el cuerpo erizados sin explicación. Por un instante, esa sensación de visión me ha hecho creer que algo de considerable tamaño se movía a toda prisa a unos metros de mí, cruzando de izquierda a derecha como una exhalación. Pero al tratar de ubicar su presencia con mi habilidad de sentir emociones, me encuentro con un vacío total. Permanezco en pie e inmovil durante un buen rato, mientras trato de hacer que mi corazón recupere el ritmo normal.

-Cálmate Wïlden…-Me digo a mi mismo en voz baja, para tranquilizarme.- Te lo estás imaginando. No puede haber nada peligroso en estos túneles… Estamos en un distrito escolar vigilado desde siempre por el ejército, es imposible que haya nada que represente una amenaza para los alumnos… Eso es, te lo has imaginado…

Un repentino fogonazo de luz me deslumbra cuando las luces de emergencia se encienden en lo alto del tunel. La luz anaranjada que desprenden no es muy potente, pero mis ojos, acostumbrados ya a la ausencia total de luz, han reaccionado con más sensibilidad de la que me esperaba. Cierro los ojos unos segundos, para acostumbrarlos de nuevo a la luz, que a duras penas alcanza para que vislumbre los borrosos contornos a mi alrededor. Los railes continúan de frente, trazando una ligera curva hacia la derecha unos cientos de metros más adelante. A pocos pasos de mí, se encuentra un túnel transversal que lo cruza de derecha a izquierda, con algunos escombros bloqueandolos parcialmente.

Me rio al ver los escombros que se amontonan a poco más de cinco metros de distancia. Sin duda he debido de confundirlos con un animal cuando he llegado ante ellos, puesto que tienen un tamaño considerable y algunas piedras se desprenden del mismo mientras yo me rio. Sin embargo, mi risa de queda congelada cuando me percato que algo brilla al reflejar la tenue luz de emergencias y que parece moverse y multiplicarse a mi alrededor.

Oigo ahora con total claridad el sonido de decenas de patas de animal moviéndose desde ambos túneles alrededor mío, bloqueandome la retaguardia. Unos escalofriantes chasquidos provocan que todo mi cuerpo entre en tensión al reconocer el sonido de una auténtica colonia de ratas a tan escasa distancia. El pánico empieza a adueñarse de mí cuando vislumbro el tamaño promedio de éstos roedores, alguno de los cuales aparentan ser tan grandes como mi pierna hasta la rodilla, sin contar la cola. Y lo que es peor: tenue al principio, pero cada vez con más fuerza, percibo una inconfundible sed de sangre que se va apoderando de los animales.

Siento como la herida de mi mano gotea sangre sobre el túnel. Ahora entiendo la advertencia a la entrada, y el hecho de estar herido no hace más que jugar en mi contra. No solo las ratas que tengo ante mí pueden intentar darse un festín conmigo, sino que si existen más en estos túneles, y no tengo dudas de que existan más, se verán atraídas por el olor de la sangre hacia mí.

-De perdidos, al río…-Me digo a mi mismo al tiempo que aprieto bien fuerte el pañuelo en torno a la herida, tratando de contener el sangrado, al tiempo que voy cogiendo aire con fuerza.- No he llegado hasta aquí para ser comida de alimañas. Si me queréis, vais a tener que cogerme.

Y aprieto a correr de frente antes de que las ratas se abalancen sobre mí, al tiempo que suelto un grito de guerra cuando las primeras tratan de ir a por mis piernas…


Versmegzul levanta la tapa de la alcantarilla con la ayuda de una palanca que hemos encontrado en el sótano de la casa, y yo ilumino  el hueco con la ayuda de una pequeña linterna de mano. La alcantarilla desciende varios metros hasta un pequeño habitáculo circular, en uno de cuyos lados hay una especie de compuerta hermética con manivela.

-Extraña puerta para bloquear unos túneles, ¿no crees?- Comenta Hebilenn asomándose a mi lado.- Parece casi como las de una cámara acorazada.

Yo me limito a dar un gruñido de asentimiento y arrojo la cuerda que hemos conseguido de entre los trastos viejos por el hueco de la escalera. Sujeto con fuerza el arco negro que había encontrado el primer día que visitamos la casa y desciendo las escaleras de mano, seguida de la rubia canija, su hermano, y Versmegzul. Gilnevit ha decidido quedarse en la casa-club, desde donde espera poder seguir orientandonos y restablecer la conexión con Wïlden llegado el caso.

-Bien, sólo hemos podido traer tres linternas.- Comento en cuanto Vers llega al fondo del habitáculo. Comienzo a repartirles las herramientas que hemos podido reunir.- Dado que yo voy a estar cargando con este arco, lo mejor será que las lleven ustedes. También recuerden tener encendido el comunicador en todo momento, por si nos llegamos a separar en algún momento. La cuerda de que disponemos no nos va a permitir avanzar más de cincuenta metros, a lo sumo, así que a partir de esa distancia yo iré dejando flechas como baliza de localización. ¿Alguna pregunta hasta aquí?

Dylphiel y Vers levantan la mano casi a la vez. Señalo al primero, que en seguida señala, a su vez, al arco negro que sujeto en mi mano izquierda.

-Dices que es un arco, y vale, reconozco que tiene forma de uno. ¿Pero no se supone que te hace falta cuerda para que funcione? ¿Y dónde están las flechas? Porque tampoco veo que te hayas traído carcaj contigo…- Vers asiente con la cabeza, a la vez que Hebilenn, que parece infundirle mucha más energía a dicho gesto.- Creo que ahora mismo estás cargando una cosa innecesaria contigo.

Sonrío al ver que ninguno de mis acompañantes conoce aún las extrañas características del arma que sostengo, y con la que he estado practicando en secreto las últimas semanas tras el incidente de Wïlden. En parte lo agradezco, porque sería realmente molesto tener que compartirlo con Hebilenn, pero ni yo misma estoy segura de cómo funciona el artefacto exactamente, por lo que, cuanto menos gente se exponga a un fallo del mismo, mejor.

-Este arco, no necesita ni cuerda, ni flechas. No sé cómo funciona exactamente, pero… Bueno, van a verlo dentro de un rato, y en todo caso será más rápido que si yo intento explicarlo aquí ahora mismo.- Me lo echo al hombro y me pongo en frente de la compuerta que da acceso a los túneles.- ¿Vers? ¿Qué querías preguntarme?

-Lo mismo que Dylphiel, pero como parece que no quieres responderla con palabras… Lo mismo da.- El grandullón pasa a mi lado y empieza a girar la manivela de la compuerta.- Pero no estaría mal que cambiaras un poco tu actitud con nosotros, Kenlish.

-Lo siento. Nunca se me ha dado bien el trato con la gente…-Me disculpo con sinceridad. A fin de cuentas, hasta que conocí a Wïlden, siempre había estado sola y no había podido poner a prueba mis habilidades sociales.- Pero prometo esforzarme…

-No seas boba.- Me suelta Hebilenn, dándome un pequeño coscorrón al pasar a mi lado tras abrirse la puerta.- Se supone que somos amigos. Si te estás esforzando es como reconocer que no nos consideras como tales. Sé tu misma… Aunque espero que no seas más prepotente que ahora, por favor.

Le hago una mueca a sus espaldas sin que me vea, aunque la risita que dejan escapar Vers y Dylphiel la hacen volverse a mirar. Recupero la compostura antes de eso y avanzo hacia los túneles, precedida por mis tres acompañantes iluminando el camino.

El túnel avanza un pequeño trecho, apenas unos diez metros, hasta desembocar en uno muchísimo más grande y amplio que discurre de este a oeste, iluminado tenuemente por las luces anaranjadas de emergencia que hemos encendido antes. No parece haber rastro de Wïlden en las proximidades.

-Bueno, tengamos en cuenta que si el túnel éste discurre en línea recta, son casi cinco kilómetros desde el instituto hasta aquí…-Comenta Versmegzul, como si me estuviera leyendo la mente.

-Vayamos hacia el oeste, a ver si acabamos dando con él.- Añade Hebilenn en tono preocupado, a la par que ilumina en dicha dirección con su linterna.

-¡Espera!- La detengo sujetándola por el brazo.- ¿No oyes algo raro?

Los cuatro permanecemos en silencio unos instantes, en los cuales escuchamos un extraño sonido acercándose rápidamente desde el oeste. Un sonido que logra que un sudor frío recorra mi espalda, como hacía mucho que no me sucedía.

-Ratas…

...

Mis piernas parecen volar a través de la semioscuridad que gobierna este infierno subterráneo. Tengo la impresión de que corro más incluso que antes de la lesión, pero pese al esfuerzo que pongo en poner tierra de por medio con la colonia de ratas gigantes del subsuelo, éstas parecen brotar de entre las piedras a mi paso.

Algunas saltan sobre mi desde los huecos que quedan en las paredes por los derrumbes continuos a lo largo de los años, pero gracias a mi sexto sentido y a unos reflejos que ni yo mismo termino de creerme,  consigo apartarlas a puñetazos antes de que caigan sobre mí. Pero cada asalto que evito solo contribuye a frenarme, un sólo segundo por vez, que aún así no hace sino acortar la distancia con los roedores que van tras de mí.

Debo haber recorrido más de tres kilómetros desde que se encendieran las luces y me descubriera en medio de ésta pesadilla. Y ahora estoy cayendo en la cuenta de que no sé por dónde debo intentar salir a la superficie. Empiezo a temer que Gilnevit me haya enviado a una trampa mortal sin pretenderlo, aún peor que cualquier escenario que pudiera haberme deparado el destino de haber sido descubierto en el instituto.

-Mierda, mierda y remierda. ¿Cuando demonios voy a tener suerte en ésta vida?- Pienso mientras esquivo a un par de ratas que tratan de interceptarme saltando directas a por mi cuello.

De repente vislumbro unas luces a lo lejos. Sin embargo, se acercan demasiado deprisa hacia mí como para tratarse de personas con linternas, y cual es mi asombro las mismas impactan convertidas en pequeñas saetas de luz contra algunas de las ratas que me bloquean el paso. Anonadado, continuo mi carrera mientras más y más flechas de luz siguen llegando desde algún lugar mucho más adelante, donde, ahora sí, me parece vislumbrar con mayor claridad los haces de luz de unas linternas de mano.

-¡Corre, Wïlden, corre!- Oigo que me llama Hebilenn a voz en grito desde el otro lado del túnel.

Las flechas de luz siguen pasando a mi lado, y con cada disparo noto como se va desvaneciendo el instinto de un animal, ya sea a mis espaldas o enfrente. Casi puedo reconocer la figura de Kenlish, arrodillada sobre una sola pierna, enarbolando un gran arco negro en el que parecen materializarse los proyectiles que no dejan de volar en mi ayuda. Tras ella,Versmegzul, Dylphiel y Hebilenn apuntando en mi dirección con sus linternas de luz blanca, sus rostros tornándose poco a poco en una mueca de horror conforme nos acercamos yo y mis perseguidores.

Me doy cuenta de que, si no empiezan a moverse ya en dirección a la salida, las ratas nos acabarán atrapando a todos, y comienzo a hacerles gestos con las manos, exhortándoles a echar a correr. Vers parece titubear un poco, pero Dylphiel capta enseguida mis intenciones y agarra a su hermana para salir corriendo hacia una salida lateral del túnel. Sólo Kenlish parece ignorar completamente mi aviso, y continúa disparando sus proyectiles con el rostro bañado por el sudor.

-¡Corred imbéciles!- Les grito a pleno pulmón.- ¡Kenlish! ¡Mueve el culo, CORRE!

Mi amiga hace ademán de ir a incorporarse, pero algo falla y da un traspies, cayendo de rodillas al suelo. Versmegzul,que había empezado a alejarse al ver que Kenlish se incorporaba, trata de volver sobre sus pasos para ayudarla, pero mis gritos de advertencia le hacen cambiar de opinión.

-¡Yo me encargo de ella, Vers! ¡Tu ve a la salida y prepárate para contenerlas allí!- Le grito con un extraño ardor subiendo por mi pecho, al tiempo que me lleno de energía por momentos.

Mis pies avanzan muchísimo más rápido de lo normal, y en apenas unos segundos cruzo la distancia que me separa de Kenlish, anticipandome por mucho a mis perseguidores. Cargo a mi amiga con ambos brazos, sintiéndola muy ligera pese a la carrera que llevo a cuestas desde hace ya varios minutos, y me lanzo en pos de Vers hacia la salida.

Sin embargo, cuando ya estoy llegando a la meta y vislumbro la compuerta que da acceso a las escaleras, noto un ardor penetrante en mi pierna izquierda. Una rata que me llega hasta la cintura, acaba de clavar sus zarpas en mi muslo, y empieza a acercar sus mandíbulas hacia los tendones de mi rodilla, amenazando con diseccionarlos.

Lo que sucede a continuación se produce en apenas unas fracciones de segundo. En un acto reflejo, doy un fuerte pisotón contra el suelo, provocando que la rata se suelte de mi pierna y luego, tras un grito de rabia por mi parte, giro sobre esa misma pierna y sacudo una brutal patada con la otra contra la cabeza del animal. El resultado es que, contra pronóstico, la misma vuela más de una docena de metros hasta estrellarse con fuerza contra la esquina que traza el túnel de salida con el principal, arrancando un pedazo de cornisa con el impacto.

Sorprendido, me quedo observando lo que he hecho con ojos como platos, hasta que Kenlish me jala del cuello de la camisa, obligándome a mirarla. Su cara está pálida como la nieve, pero sus ojos no dejan lugar a dudas: hay que salir de esta trampa en el acto.

Reemprendo la marcha, y apenas unos metros después, cruzo al fin la compuerta de salida, que Versmegzul y Dylphiel se apresuran a clausurar con todas sus fuerzas en cuanto lo hemos hecho. Yo, por mi parte, deposito a Kenlish en el suelo y me dejo caer junto a ella, resoplando los dos por el cansancio y los nervios, mientras Hebilenn se sienta delante de nosotros, examinandonos con gesto preocupado.

-Desde luego… Hoy está siendo un día movidito. Sé que nos habían dicho que ésto podía ser peligroso, pero no me imaginaba que iba a serlo hasta éste punto.- Comenta la elfa al tiempo que examina la herida de mi pierna.- No parece ser nada serio, pero habrá que desinfectarla en la casa club para evitar que haya complicaciones.

-No te preocupes ahora por eso...-Le respondo con un hilillo de voz. Ha sido dejarme caer al suelo y toda la energía que me había estado acompañando desde el principio de la carrera se ha esfumado repentinamente, dejándome en su lugar un cansancio abismal.- Joder... ¿Qué cojones hacen unas ratas de ese tamaño en los túneles de un distrito escolar?

-Al menos explica por qué los tienen cerrados.-Responde Kenlish dejando caer su cabeza contra mi hombro. Su rostro está bañado en sudor y respira con fuerza, aparentemente agotada, pero su expresión es de inmensa satisfacción.- Y menudas piernas te gastas, Wilden. Esa patada que le has sacudido a la rata conmigo en brazos ha sido digna de un jugador de fútbol...

-Gracias.- Le respondo antes de que Hebilenn me apriete una venda hecha con su propio pañuelo contra la herida de la pierna, arrancándome un quejido de dolor.- Aunque si no es por ti y ese arco tuyo, no lo cuento. ¿De dónde ha salido? Nunca había oído hablar de flechas así...

Mi amiga levanta su brazo izquierdo, que aún sostiene con firmeza el extraordinario arco negro que ha usado en el túnel, atrayendo hacia él las miradas de todos los presentes. Lo acaricia con mimo con su otra mano, y puedo sentir una sensación dulce emanando de Kenlish mientras lo hace, como si le hubiera cogido un profundo cariño al instrumento.

-No sé quién es su creador, ni cómo funciona. Pero tengo mis sospechas sobre lo que es.- Un extraño gruñido brota de su estómago, provocando que se ruborice al tiempo que Hebilenn se echa a reír.

-Vale, vale. Hay muchas cosas que contar hoy, por lo que veo. Pero el estómago de la cerebrito se ha ganado un reconocimiento, porque al menos yo también me estoy muriendo de hambre.-Suelta la chica, antes de mirar hacia arriba, a la salida del habitáculo.- Es viernes y hoy las residencias nos dejan quedarnos fuera hasta las 12. ¿Qué tal si vamos a dar con Nevit al club y nos vamos todos a comer algo y a ponernos al corriente de lo que ha pasado hoy?

Un grito de aprobación se eleva desde las gargantas de todos, a los que siguen mis risas y las de los demás chicos. Sin duda, hoy es un día idóneo para celebrar. Nos lo hemos ganado.