domingo, 25 de octubre de 2015

Relatos de Isnir. Capítulo 12

-Nada más salir, avanza hasta el fondo a la derecha. El despacho del director es la única puerta que encontrarás al llegar a la pared, no tiene pérdida. Luego recuerda que para salir debes… ¡Oh, mierda!- Un grupo de personas acaba de entrar repentinamente en el rango de alcance de mi habilidad, para consternación mía.

-¿Qué ocurre?-Pregunta Kenlish en tono preocupado a través de la radio.

Desconecto el comunicador al tiempo que me lanzo desde el pupitre en dirección al armario del material. Al abrir sus puertas me golpea un fuerte olor a naftalina y otros productos químicos, pero aunque corro riesgo de marearme, a estas alturas es mi única opción.

Me he centrado tanto en Kenlish y en el conserje que no he logrado percibir a éste grupito de estudiantes hasta que han empezado a subir las escaleras del primer piso. Salir ahora implicaría exponerse a ellos, y nada me garantiza que luego no puedan empezar a investigar los profesores acerca de mi presencia allí tan tarde. De modo que esconderme y aguardar a que se marchen es mi única alternativa.

Cierro el armario y me acomodo en su interior, ocultando mi boca y nariz tras un pañuelo para evitar respirar los vapores químicos, y empiezo a captar las emociones con más intensidad. Kenlish,en el piso inferior, parece haber dado con algo que la ha hecho feliz un instante, seguramente haya dado ya con el sello del director. El conserje está cerrando las aulas y talleres de la segunda planta, y mis visitantes inesperados llegan hasta el aula, en medio de una confusión de emociones que van desde el abatimiento hasta la rabia más desbocada.

-¿Os dais cuenta de que prácticamente nos ha llamado ineptos, verdad?- Comenta uno de ellos en cuanto abren la puerta de la clase.- Jodido viejo lumbreras…

-Y peor, ¿por qué el jefe se ha quedado ahí mirando sin decirle nada cuando nos sermoneaba? Nunca lo hubiera esperado de él.- Añade otro, con un tono decepcionado.

-El director es también el jefe del profesor Arxel, por si no te había quedado claro.- Añade un tercero con tono serio y cierto reproche.- Y yo estoy con él. Han sido dos chapuzas innecesarias.

-¡Oh! ¿así que ahora tú también crees que somos unos chapuceros, Vyrott?- Comenta una voz que me produce escalofríos por dos motivo distintos: es la voz de Dragamsel y, por si fuera poco, no soy capaz de ubicarlo con mi poder sensorial.- ¿Qué pasa? ¿Ahora vas a ser el pelota del director para que te favorezca? ¿Vas a pasar del grupo, es eso?

-Dragamsel, yo no he dicho eso.- El tal Vyrott, si no me falla la memoria, es un tipo larguirucho que, por lo general, suele quedarse al margen cuando el grupito del que forma parte intenta cazarme. Cada vez que me lo he encontrado a solas no me ha parecido un mal tipo, y escuchándolos discutir ahora, me parece que es la voz de la conciencia de los demás.- He dicho solamente lo que es evidente.

-¿Y qué es evidente, si puede saberse?

Oigo como Vyrott suspira con aire tenso. El resto de los oyentes parecen haberse puesto nerviosos, y acuden expectantes a la respuesta de su compañero, como si pudiera desencadenarse un desastre ahí mismo.

-Para empezar, ¿por qué cojones nos pidió Rasmus que atacaramos a la chica esa de la 1-A? Sé que dijo que el propósito era darle el mensaje de que no debía juntarse con Wïlden, a menos que quisiera salir mal parada, pero es que os pasasteis. Por muy inteligente que sea, no hay persona en el mundo que pueda enlazar una cosa con la otra SI NI SIQUIERA HABLASTEIS CON ELLA.- Vyrott eleva el tono casi sin darse cuenta, pero enseguida recupera un tono más afable.- Dragamsel, te limitaste a intentar ahogarla sin más. Ni siquiera te oí pronunciar una palabra hasta que se te desmayó en los brazos. No creo que se imagine siquiera por qué lo hiciste a día de hoy.

“Y luego lo de Wïlden. ¿Por qué se empeña ahora, después de tanto tiempo acosándolo física y mentalmente, en que está mejor muerto?”

Me muerdo el labio hasta casi hacerme sangre con los colmillos. Un poderosísimo instinto asesino empieza a adueñarse de mí. Tengo el impulso de querer salir del armario para aplastar la cabeza de ese idiota contra la esquina de una mesa hasta verle los sesos desparramados por el suelo, pero la prudencia me lo impide. Acabo de empezar la rehabilitación, y aunque Vyrott parezca tener remordimientos de conciencia y no interviniera, siguen siendo por lo pronto tres contra uno. Un enfrentamiento en estas circunstancias sólo podría acabar conmigo de vuelta en el hospital. O peor aún, en la morgue.

Respiro profundamente a través del pañuelo, conteniendo los accesos de tos al inhalar sin querer algunos productos del armario. Consigo calmarme al cabo de unas pocas repeticiones, y vuelvo a centrarme en escuchar a Vyrott, que parece haber seguido mientras yo dominaba mis instintos.

-...Y no me gusta. Cuando Rasmus me pidió que me uniera a esa organización suya no creí que fueran a obligarnos a hacer estas cosas… Y francamente, yo ya no puedo más, va en contra de todo lo que nos han enseñado de respetar a nuestros semejantes y controlar la violencia. Quiero renunciar…

Los compinches de Dragamssel parecen inquietos, asustados por la repentina deserción de uno de los suyos. Imagino que en estos momentos estarán mirando a su jefe con nerviosismo, esperando instrucciones. Y aunque no pueda verle el rostro ni sentir las emociones de éste, le conozco lo suficiente para saber que Vyrott acaba de entrar en un callejón sin salida. Y uno muy peligroso.

-Así que quieres renunciar…- Dice Dragamsel con un tono sedoso que me pone la piel de gallina.- Muy bien. Vete pues. Nosotros se lo explicaremos todo al SEÑOR Arxel la próxima vez que lo veamos, no pasa nada. No nos cuesta nada.

Vyrott parece respirar de alivio al fin, pero entonces oigo un fuerte estrépito de mesas y sillas cayendo contra el suelo, y todos los presentes de la clase me transmiten una sensación de sorpresa y, en el caso del primero, dolor. Probablemente, Dragamsel le haya hecho bajar la guardia deliberadamente para atacarlo a traición. Es un canalla sin escrúpulos.

-Eso sí, no pienses que voy a dejar que te marches de rositas a estas alturas. Sabes demasiado, y no me hace ni puta gracia que nos delates a la Guardia para que me arruinen la vida fuera del campus.- Sus dos lacayos dan un respingo, asustados.- ¿No pensáis igual?

-Dragamsel, por Isnir, los dos estamos en el club de artes marciales mixtas, me conoces. Sabes que no hablaré.

-Esa es otra cuestión, porque aunque seamos del mismo club, esa falta de sangre que tienes es lo que te hace ser tan inferior a mí. Nunca me has ganado un sólo combate, Vyrott. Y si hay algo que me sienta fatal, quitando a los bastardos semielfos, son los débiles y los cobardes. Pero te felicito, hoy has demostrado ser ambas cosas.- Se queda en silencio unos instantes.- ¿Sabes qué? Debo reconocerle algo al director: no fuimos creativos con lo de Wïlden. Pero ahora contigo, creeme que sí lo voy a ser.

-No, por favor…

-¿En qué piensas, Drag?- Pregunta uno de sus esbirros tímidamente.

-Ya que estamos en una isla flotante… ¿Qué mejor forma de hacer desaparecer un cadáver que arrojándolo desde los límites de la isla?- Deja escapar una risotada.- Agarradlo.

Escucho un forcejeo. Estoy a punto de abrir la puerta para acudir en auxilio de Vyrott cuando la puerta del aula vuelve a abrirse y entra el conserje pegando gritos. Respiro aliviado al notar que los matones se separan de su víctima, que no tarda ni dos segundos en salir por patas, sin que el conserje haga nada por detenerlo. Parece más preocupado por impedir que Dragamsel, al que seguramente ha sorprendido en una posición amenazadora, pudiera hacer ningún movimiento.

-¡¿Qué demonios le estaban haciendo a ese chico, por el amor de Isnir?! ¿Es que habéis perdido el juicio?- Les reprende con furia.- Debería daros vergüenza tener ese comportamiento a vuestra edad. Sólo las bestias y los humanos harían algo así.

-Señor, cálmese. Nosotros sólo estábamos ayudando a levantarse…- Dice la voz sibilina de Dragamsel, en un logrado tono de inocencia que me dan ganas de cortarle la lengua, por hipócrita.- Tuvo una pequeña bajada de azúcar cuando venía a recoger sus cosas y se ha golpeado contra las mesas al caer. Nosotros sólo nos limitabamos a auxiliarle…

-A otro perro con ese hueso, niñato. Y ahora salid de aquí cagando leches antes de que decida reportarle al director esta violencia gratuita. ¡Y pobres de ustedes como esto se repita!

Oigo el sonido de los pies a la carrera y sigo a los esbirros de Dragamsel abandonando la habitación con mi habilidad, entre aterrados y aliviados. El conserje farfulla algunos improperios antes de salir de la clase, cerrando la puerta con llave tras de sí, alejándose en dirección a las salas laterales a la que me encuentro. Cinco minutos más tarde, le noto descender al fin de vuelta a la planta inferior.

Salgo por fin de mi escondite, resoplando para respirar aire limpio. Hace rato que la única presencia que capto es la del conserje, por lo que imagino que Kenlish ha tenido éxito en su cometido y ha abandonado el edificio. Lo que supone una mala noticia para mí.
-Gilnevit, ¿estás ahí?- Digo a través de mi comunicador tras reactivarlo nuevamente.- Tengo un pequeño problema…

Mis compañeros responden casi al instante, pero sólo soy capaz de distinguir ruido y nervios al otro lado de la línea. Me quito el auricular de la oreja y lo mantengo a una distancia prudencial, sorprendido por su reacción.

-A ver, un poco de calma, por favor.- Exijo mientras camino hacia las ventanas, echando un vistazo al patio.- Y hablad de uno en uno.

-¡Wïlden!- Esta vez es la voz de Kenlish la que me habla. Su tono es de tensión, como si mi ausencia en las conversaciones la hubiera tenido preocupada.- ¿Estás bien? ¿Qué ha ocurrido ahí arriba?

-Una visita inesperada y muy desagradable. Pero irónicamente productiva.- Sacudo la cabeza, al notar que me desvío del tema.- Pero ese no es el problema. El conserje me ha dejado encerrado en el aula y necesito una vía de escape alternativa.

-Me lo estaba suponiendo, así que ya estamos en ello.- Responde Gilnevit desde la central de comunicación.- Estamos buscandote una ruta accesible con tu estado físico. Kenlish, tu deberías encontrarte con los chicos dentro de poco, así que atenta.

-¿Qué me he perdido? ¿Es que has mandado a Vers y Dylphiel a por Kenlish?- Pregunto al tiempo que me acerco a la puerta del aula y trato de mover el picaporte, sin éxito.

-Digamos que tengo unas cuantas cositas que contarte cuando volvamos al club.- Me responde Kenlish, con la respiración acelerada, como si estuviera corriendo.- Vale, Versmegzul ya me ha visto. Wïlden, de momento centrate en salir del aula. Busca en el armario por si hay algún destornillador o algo con lo que quitar las bisagras de la puerta.

Obedezco sin rechistar y regreso al armario en busca de la herramienta indicada. No tardo en dar con uno del tamaño perfecto para los cabezales de la puerta, que consigo aflojar en unos pocos minutos. Luego, utilizándolo como palanca, y con un instante de miedo por si fuera a partirlo, consigo desencajar la puerta del marco.

-Perfecto, ya estoy fuera.- Comento tras dejar el destornillador de vuelta en su caja y arreglar lo mejor que puedo la puerta para que no parezca forzada.- Me vendría bien hacerme con las llaves en portería para arreglar esto. Va a traer consecuencias si Dragamsel sospecha que alguien puede haber escuchado su conversación…

-Bien, nosotras te hemos localizado una forma de salir… Pero no creo que vaya a gustarte.- Comenta Gilnevit, al tiempo que escucho movimiento de papeles cerca del micrófono.- ¿Te ves capaz de alcanzar la ventilación del baño de la planta baja?

Empiezo a correr por el pasillo en dirección a las escaleras, prestando atención a las presencias que capta mi sexto sentido. Me detengo en el rellano del primer piso, asegurandome de que no hay nadie en las inmediaciones.
-Creo que puedo apañármelas para entrar ahí. ¿Qué pretenden?- Les pregunto en voz baja antes de avanzar rápidamente hacia los baños.

-Vas a tener que dirigirte hacia el montacargas que lleva a los túneles de abastecimiento, me temo.- Me encierro en uno de los retretes, mirando hacia la ventilación sobre mi cabeza, estupefacto.- Cuando estés ahí, busca los viejos túneles al este. Con un poco de suerte podremos llevarte hasta alguna salida del área de clubes.

-¿Estás hablando en serio?- Pregunto al tiempo que empiezo a retirar la rejilla de ventilación.- ¿Los viejos túneles? Eso tiene que estar oscuro como la boca de un lobo. Y no me he traído linterna.

-La iluminación es cosa nuestra. Ya he localizado la subestación eléctrica que alimenta ésta zona del distrito, solo habrá que reconectar los viejos circuitos de corriente para que al menos puedas seguir las luces de emergencia.- Oigo que comenta Kenlish al tiempo que yo me introduzco de un salto en el conducto de ventilación.- Los chicos y yo ya vamos de camino.

Trato de orientarme mentalmente antes de cerrar el conducto con la rejilla y comienzo a moverme a gatas. El montacargas se encuentra entre la cocina y la sala-comedor de los profesores, justo en el extremo contrario del vestíbulo. Calculo que tendré que gatear algo más de cien metros, dada la disposición de los conductos, hasta salir encima del ascensor de materiales.

-Pues espero que no tardes en activar la corriente, Kenlish.- Le comento por el comunicador un par de minutos más tarde, cuando me asomo al hueco del montacargas.-He llegado al ascensor. Voy a empezar a bajar.

-Ten cuidado.- Comenta Hebillen al tiempo que me agarro a los cables del montacargas.

Los cables de acero están mal cuidado y me pican en las manos desnudas mientras bajo por ellos. También la tensión en las piernas me incomoda, pues no hace ni dos días que al fin puedo caminar sin escayola ni muletas, y de vez en cuando siento una punzada de dolor subiendo por ellas. Trato de hacer caso omiso al dolor de mi cuerpo y sigo mi descenso a las profundidades.

Mi cabeza retorna a la conversación que acababa de escuchar, respondiendo al silencio que me acompaña. Dragamsel y Rasmus. Siempre ellos. Casi había olvidado la actitud de Kenlish durante las semanas transcurridas entre su incidente y el mío, esquiva y aterrada cuando le preguntaba. Pero ahora ya conozco la verdad. Rasmus había orquestado el ataque contra Kenlish, primero, y luego había arrojado a sus perros de presa contra mí. Para que me mataran.

Kenlish debió de oír como sus atacantes hablaban entre ellos cuando la torturaron. Y en ese entonces, ella ya me conocía lo bastante bien para saber el odio y el terror que Dragamsel despertaba en mí. Guardó silencio para protegerme de cometer una locura, de sentirme culpable por haberla convertido en un blanco de la violencia a la que me sometían a mí mismo.

Una lágrima se me desliza por la mejilla justo cuando mis pies tocan el techo del montacargas. Compruebo que mi comunicador está apagado antes de dejar escapar un sollozo de impotencia contenida. De rabia. De dolor.
Es justo el dolor en una de mis manos lo que me devuelve a la realidad. En mi ofuscación, he apretado los puños en torno a los cables del elevador, haciéndome algunos cortes en las palmas con los bordes. Saco un pañuelo de mi bolsillo y me las envuelvo con él, al tiempo que reactivo mi comunicador.

-Nevit, estoy ya al nivel de los túneles.- Comunico con voz ronca.

-Muy bien. Aguarda un momento, Hebilenn está buscando los planos del subterráneo.- Oigo el sonido de los papeles moviéndose de un lado a otro.- Vale, ya los tenemos. Sal por una rejilla que hay en el hueco del ascensor y sigue el conducto hasta el final.

Busco el hueco que me indica. Comienzo a arrastrarme por él, hacia una oscuridad creciente conforme me alejo del elevador.

-Saldrás al andén del intercambiador del instituto. Cuando estés allí, ve en dirección contraria a las vías que salen hacia las residencias. No tiene pérdida, están todas juntas en el mismo lado.- Continúa explicándome Gilnevit, con una tensión en la voz que me indica que se está emocionando con la operación.- Allí deberías ver una reja de alambres bloqueando un túnel con vías en el suelo. Ese es el que debes seguir.

-Vale. ¿Y ese túnel va en línea recta o hay bifurcaciones?- Interrogo cuando vislumbro el intercambiador a través de la rejilla del final.

-Hay algu...Pero tú sólo tie...Seguir...Desviarte…- Empiezo a  oír un ruido en la línea al mismo tiempo que se entrecorta la comunicación.

-¡¿Nevit?!- Pregunto a voz alzada, a la par que me llevo la mano al audífono.- ¡Se entrecorta! ¿Has dicho que siga en línea recta sin desviarme?

Pero la línea se ha perdido totalmente. Trato de retroceder a gatas, pero ni de ese modo consigo recuperar la conexión. Me he quedado sólo y sin guía.

-Estupendo.-Pienso al tiempo que me dirijo a la salida.- Más me vale que Kenlish consiga activar esas luces para la galería...

Vista Previa; Capítulos 12 y 13

¡Hola a todos, aquí les dejamos un pequeño spoiler de lo que ocurrirá en los próximos dos capítulos en los que prometemos que habrá mucha, pero que mucha acción!

  1. Cara Norte: 
  • En Rojo: instituto
  • En Verde: zona de clubes
    • verde claro: club de Geología
    • verde oscuro: subestación eléctrica
  • Linea amarilla: ruta de los protagonistas
     2. Cara Sur:
  • En Amarillo: centrales eléctricas
    • central oeste: abastece la zona sur
    • central este: abastece la zona norte

¡Esperamos que los disfruten y nos lo hagan saber con sus comentarios!

domingo, 11 de octubre de 2015

Enlaces a capítulos. Octubre 2015



¡Saludos! Bienvenidos de nuevo a Erain y Antafi. Ya conoceis como funciona ete blog, muchas veces no podemos sacar los capítulos cuando quisieramos por circunstancias personales y academicas, pero hacemos nuestro mayor esfuerzo por brindar la mayor calidad a cada uno de los capítulos de Relatos de Isnir que sacamos. Y hoy es uno de esosdías: os dejamos con un nuevo capítulo, el 11, para que lo disfruten. 










Relatos de Isnir. Capítulo 11



-¡Wïlden!- Me vuelvo en la dirección desde la que han pronunciado mi nombre, y vislumbro a Dylphiel, seguido a poca distancia por Versmegzul, acercándose a mí desde la caseta del Club de Remo.

-¡Hola chicos!- Les devuelvo el saludo mientras ajusto mi peso sobre las muletas, en lo que espero a que me alcancen.- ¿Han terminado las prácticas de hoy?

-Hace nada de hecho. Nos hemos dado un baño en el lago por culpa de Vers, aquí presente.- El aludido puso mala cara al mirar a su amigo, pero éste no pareció darse cuenta del detalle.- ¿Y tú? ¿Vienes de la clínica?

Les muestro una carpeta de color verde en la que guardo las indicaciones de los doctores, a la vez que asiento brevemente con la cabeza.

-Hoy tocaba revisión. Pasado mañana me retirarán el yeso y quizás comience con la rehabilitación el mismo día. Parecen muy sorprendidos con mi capacidad de regeneración.

-Eso es una grandísima noticia.- Interviene Versmegzul, llegando hasta mí y dándome una palmada en los hombros.- Cuanto antes la empieces, menos riesgos correrás con lo que te toca hacer en…

Le pongo una mano en la boca, silenciándolo con una mirada de advertencia. Mi sexto sentido no capta a nadie a menos de veinte metros de distancia, pero no quiero arriesgarme a que un desliz de Vers pueda advertir a nadie del plan en el que Kenlish y yo les hemos incluído hace pocos días.

-Versmegzul, esas cosas esmejor no comentarlas al aire libre.- Le digo en voz baja, sin apenas mover los labios.- Aunque no puedan oírnos, no sabemos si alguien podría estar leyéndonos los labios.

El grandullón hace un gesto afirmativo con la cabeza, a lo que yo respondo retirando mi mano de su cara. Versmegzul se agacha a recoger mis muletas, que se han caído durante el numerito, y me las tiende con un gesto de arrepentimiento.

-Lo siento, Wïlden. Olvidaba que tenía que evitar hablar de ello fuera del club.

-No pasa nada, siempre y cuando lo recuerdes en el futuro.- Agarro mis muletas y trato de tranquilizar a mi compañero con unas palmadas en los brazos.- Ahora pensaba ir a dar con Kenlish al club. ¿Se apuntan?

-Nosotros habíamos quedado con mi hermana por fuera del gimnasio del campus.- Interviene Dylphiel con tono despreocupado.- Creo que los de Química querían hacerle una consulta, y dado que ambos lugares quedan cerca nos pidió que fuéramos allí a dar con ella.

-¡Ah, perfecto entonces!-Remato yo en tono jovial.- Nos queda a medio camino, así que puedo ir con ustedes hasta el gimnasio y luego seguir hasta el de Geología.

Empezamos a caminar juntos en dirección al corazón del distrito de clubes, donde se alza un gigantesco pabellón deportivo que sirve de lugar de prácticas a los equipos de baloncesto, voleibol y gimnasia. El edificio es, después del instituto, el de mayores dimensiones de todo el distrito 16, si se excluyen las instalaciones anexas del gimnasio, la piscina olímpica, y las dos pistas de tenis exteriores con las que cuenta. A excepción de los equipos de atletismo, fútbol, remo y el de artes marciales mixtas, todos los clubes deportivos confluyen en ese gigantesco complejo.

Encontramos a Hebilenn frente a la entrada sur del pabellón, alejándose a grandes zancadas de sus puertas, donde un pequeño grupo de elfas en chándal le hace aspavientos a mi amiga. Dylphiel suelta un suspiro de cansancio al verlo, y por un instante me parece sentir en Versmegzul un instinto asesino bastante potente, pero todo desaparece en cuanto la hermana del primero nos ve y sonríe alegremente.

-¡Vaya, que puntuales! Cualquiera diría que me estaban vigilando, ¿eh?- Se me acerca y me da dos besos en las mejillas, provocando que me sonroje y que Vers me mire con cara rara durante un rato.- ¿Qué tal esa pierna, Wïlden? ¿Ya hay mejoría?

-Pues sí, con suerte pasado mañana ya estaré en rehabilitación.- Expulso de mi mente las tribulaciones que me causan Hebilenn y Vers, al tiempo que trato de cambiar el tema de conversación.- ¿Qué querían aquellas chicas?

El rostro de la elfa se ensombrece a la vez que Dylphiel se lleva una mano a la frente, como si yo acabase de meter la pata.

-¿Esas? ¡Oh, nada! Son unas conejas del Club de Gimnasia que se quejantodo el tiempo de lo que hace el club de Química. Por culpa de ellas tengo prohibido usar el laboratorio desde hace un mes, así que es como si ya casi no pudiera participar en el club.

-Espera, me he perdido.- Parpadeo un par de veces.- ¿Eres del club de química y las de gimnasia te han prohibido usar el laboratorio?

El club de gimnasia es, junto con el de artes marciales mixtas, el de más prestigio entre los estudiantes de Zeblorg. Los profesores siempre andan recordándonos la importancia de los clubes con respecto a obtener un buen puesto durante nuestra formación militar, y esos dos en concreto son siempre los mejor valorados por la instrucción. Pero a pesar de su gran influencia, nunca había oído que pudieran interferir directamente en las actividades de otro club.

-No han sido ellas… Directamente.- Se ruboriza un poco y empieza a juguetear con un mechón de pelo, nerviosa.- Siempre andan quejándose de que los vapores del club se les cuelan en el gimnasio y que les acaba dando mal olor, lo cual es una tontería porque el laboratorio está a bastante distancia de sus conductos de ventilación. Pero hace un mes y algo, tuve un pequeño accidente en una de mis pruebas…

-Pequeño una mierda.- Interviene Dylphiel, tratando de reprimir la risa.- Por lo visto estaba experimentando con sustancias explosivas y reventó la campana de purificación del laboratorio, o algo así tengo entendido yo. Luego, otro compuesto que había estado preparando al mismo tiempo se volatilizó con la explosión y liberó una nube con olor a huevos podridos sobre toda la zona. ¿Algo de eso te sonará, verdad?

Me vuelvo a mirar a Hebilenn, atónito. La chica se refugia detrás de Versmegzul, roja como un tomate pero sonriendo con aire cómplice.

-¿Fuiste tú?- El incidente había ocurrido más o menos al mismo tiempo que lo de Kenlish, motivo por el cual no le había prestado demasiada atención, pero era imposible no haber oído hablar de ello por la clase.- ¿Cómo demonios…?

-¿Qué tal si vamos a dar con Kenlish y Gilnevit?-Sugirió Hebilenn a la par que tiraba del enorme brazo de Vers.- Creo que doña perfecta y la friki estaban revisando unas cosillas hoy.

Mientras nos dirigimos al club de Geología me van poniendo al corriente del incidente de Hebilenn. Al parecer, era bien conocido en los clubes de gimnasia y química que a la chica las del primer grupo le caían como un limón agrio en los ojos. Existían precedentes de quejas por malos olores en los vestuarios de las integrantes del club, motivo por el cual, cuando se liberó la nube pestilente sobre el distrito, las elfas no tardaron en protestar al Negociado de Clubes y a la Secretaría de asuntos Académicos. Exigieron sanciones contra la responsable, y ello se tradujo en una prohibición total de utilizar el laboratorio del club y el del instituto hasta el final del curso escolar, para el cual aún restan seis meses.

-Por eso estabas tan ansiosa de participar en el de Geología…- Afirmo cuando la chica termina de explicarme.- Y ahora con lo que estamos haciendo imagino que estarás en tu salsa.

-Tú lo has dicho. Aunque Kenlish aún tiene que revisar la formula y las cantidades para producir el compuesto en la escala real, y no sé yo cuánto podría llevarle.

Alcanzamos la entrada a nuestra destartalada casa del club, y en cuanto ponemos una mano sobre el picaporte oímos un grito y una blasfemia casi seguidos. La voz de Kenlish farfullando maldiciones igual que si respirase nos recibe a los cuatro en cuanto asomamos a la estancia principal de la casa. Al fondo, junto a la escalera que conduce al sótano hay una gran pizarra en la que nuestra presidenta parece haber estado trabajando toda la tarde, a juzgar por las manchas de tiza en sus manos y en su pelo negro La fórmula química con la que ha estado trabajando se me antoja tan compleja que ni tan siquiera me molesto en preguntar a qué elementos corresponde cada enlace de la pizarra

-¿Interrumpimos algo?-le pregunto a Gilnevit en voz baja. La chica se encuentra sentada en la mesa en torno a la cual nos habíamos reunido todos la vez anterior, trabajando en lo que parecen ser las entrañas de una emisora de radio y dos comunicadores.

-Si lo preguntas por ella, no.- Me responde la chica a la vez que suelda un par de cables.- No sé que está intentando hacer, pero con ésta van cinco veces que reescribe esa fórmula y se pone a gritar al revisarla.

-La genio frustrada. Quién lo hubiera dicho.- Pienso al tiempo que me dirijo hacia el extremo contrario de la mesa, para no estorbar a Gilnevit.- ¿Necesitas ayuda, Ken…?

-No, gracias. Puedo apañármelas perfectamente.- Contesta mi amiga antes de que termine de pronunciar su nombre.

Está bastante arisca conmigo desde que Hebilenn y los demás se unieron a la operación, pero sus episodios de mal genio suelen producirse con mayor frecuencia cuando la rubia está en la misma habitación. Y considerando la forma en que ésta última habla al referirse a la otra, yo diría que la aversión es mutua. Al menos hasta cierto punto.

-Lo que no me explico es qué es lo que las lleva a chocar de esa manera.-Pienso al tiempo que dejo mis cosas en el suelo y saco un manual de clases.-Siendo las dos unas coquitos como lo son, lo suyo sería que se llevasen bien… ¿Será esto lo que llaman “rivalidad”?

Vers y Dylphiel me imitan y se sientan a mi lado, pero Hebilenn se acerca silenciosamente a Kenlish, imitando su postura para estudiar la pizarra junto a ella. Puedo sentir como a mi mejor amiga se le revuelven las entrañas con ese gesto, pero tengo que ocultar mi cara tras el manual cuando se vuelve hacia mí, fulminándome con la mirada al intuirse que la he descubierto.

-¿Éste es el compuesto que comentaste la otra vez?- Pregunta la rubia al cabo de un minuto.- Que interesante…

-Sí, lo es.- Responde la otra sin mirarla.- Pero estoy teniendo problemas con las cadenas reactivas a partir de que la extensión del proceso químico supera las cuatro áreas de superficie. Se ralentiza de forma exponencial a temperatura ambiente de 20ºC, y eso a efectos prácticos cubriría únicamente una sexta parte de lo que pretendemos abarcar. He modificado las cantidades base e incluso las zonas de dispersión, pero sigo sin conseguir dar con la configuración idónea.

-¿Y no has probado a cambiar el elemento básico por este otro…?-Hebilenn borra el elemento principal de la formula y garabatea otro símbolo en la pizarra, para consternación de Kenlish.- ¿Y añadirle un reactivo disuelto en agua para desencadenar el proceso? Si no me equivoco ahora debería haber aumentado la velocidad y la extensión…

-¡No toques mi pizarra!- Soltó Kenlish arrebatándole la tiza de las manos, antes de volverse hacia la fórmula de nuevo.- ¿Crees que por cambiar un par de datos así va a…?

Kenlish enmudece repentinamente y se queda mirando la pizarra, pensativa. Entonces borra todos los elementos anteriores y comienza a recalcularlo todo con los nuevos datos, apartando las manos de Hebilenn cada vez que ésta trata de agarrar las tizas, aunque me doy cuenta de de que solo lo hace por fastidiar a la otra. Al final, se detiene y tras estudiar la conclusión unos instantes, se vuelve hacia la otra elfa, que es unos pocos centímetros más bajita que ella y que no ha dejado de sonreír con suficiencia.

-Vale, tenías razón. Pero esto ahora nos deja con el problema del agua, que antes no teníamos. ¿Cómo vamos a conseguir el disolvente suficiente para arrojarlo sobre semejante extensión de terreno sin recurrir a la lluvia?

La sonrisa de Hebilenn desaparece al instante. Las dos permanecen cabizbajas durante un rato, sin que nadie realice un solo sonido, tal es la tensión que se respira en el ambiente. Hasta yo estoy ansioso por encontrar respuesta al nuevo contratiempo en nuestros planes, pero contra todo pronóstico, es Gilnevit la que aporta la solución, provocando que las otras dos elfas estallen en gritos de júbilo.

-¡Perfecto, Nevit! ¿Puedo llamarte Nevit, no?-Suelta Hebilenn acercándose hasta ella para darle una palmada en la espalda.- Con eso podríamos cubrir todo el instituto si quisiéramos.

-¡Wilden!- Grita Kenlish, sobresaltándome.- ¡Saca papel y lápiz! Es hora de hacer la lista de la compra.


Han pasado seis días desde aquél instante. Es tarde, apenas queda una hora antes de que el conserje eche el cierre al instituto y se vaya a su casa. En mi caso, dispongo de aún menos tiempo para realizar la tarea que Wilden y yo debemos llevar a cabo: infiltrarme en el área departamental, acceder a los matasellos del secretario administrativo y del director y luego huir por donde he venido antes de que se cierren las puertas o me descubran.

Permanezco oculta en los baños de mujeres de la planta baja, con un oído puesto en el transmisor que Gilnevit ha modificado para nosotros, los ojos fijos en la puerta de entrada. Al otro lado de la línea se encuentra Wilden, oculto en una de las aulas situadas sobre el despacho del director, escudriñando el área con su habilidad sensorial. Su misión, ante la imposibilidad de acompañarme por estar aún en fase de rehabilitación, es la de avisarme con tiempo de la presencia de personas que puedan descubrirme, y de esa forma, indicarme los tiempos de entrada y salida de las salas.

-Kenlish, aquí Wilden. ¿Me recibes?- Oigo su voz a través del auricular, con total nitidez. Me llevo una mano al micrófono y acciono el botón de la señal.

-Te oigo perfectamente. ¿Notas algo ahí delante?

-Los dos últimos van hacia la salida ahora mismo. Prepárate, en cuarenta segundos se te abrirá la ventana de entrada.

El corazón se me acelera al escuchar la indicación. Me ajusto la bolsa que he llevado hoy al edificio, sintiendo todo el peso de los artilugios que nuestros refuerzos han preparado para la ocasión.

-Venga chicos, empiezan las porras. Cuatro créditos a que la pillan antes de entrar por la primera puerta.- Oigo a Hebilenn hablando a través de la línea auxiliar, la emisora de radio que Gilnevit había habilitado como centralita de apoyo en caso de que las cosas se torcieran.

-Los veo y subo a cinco.- Añade Dylphiel, antes de que la operadora les eche la bronca con voz calmada, pero perturbadoramente amenazante.

-Kenlish, ten mi lector de tarjetas a mano.- Comenta Nevit tras expulsar a su público del desván, donde ha instalado el equipo.- Vas a necesitarlo para la primera puerta. Es mejor tenerlo ya preparado antes de que salgas de los baños.

Rebusco en la bolsa hasta dar con un artefacto de cinco pulgadas de largo por tres de ancho. Es bastante pesado, a pesar de sus reducidas dimensiones, pero su creadora sostiene que será capaz de descifrar los códigos de cualquier cerradura electrónica del instituto.

-Diez segundos.- Interviene Wilden, al tiempo que escucho unas voces acercándose por el pasillo.- El conserje sigue en su despacho, probablemente leyendo algo. No te molestará por ahora.

Abro el pestillo de mi cubículo y avanzo a hurtadillas hasta la entrada de los servicios. Las voces desaparecen en la distancia y mi compañero me da la señal de avanzar, de modo que abro la puerta y me deslizo al pasillo sigilosamente. Como esperaba, no hay nadie a la vista.

-Wilden, no sé cómo funciona esa habilidad tuya, pero hoy nos viene a las mil maravillas.- Pienso mientras avanzo agachada y en silencio hasta las puertas dobles de metal que separar al instituto de las oficinas.

Me detengo junto a un pequeño lector de tarjetas con teclado numérico y paso el lector de Gilnevit por la ranura. Se ilumina una luz roja en el panel, logrando que se me ponga todo el cuerpo en tensión. Me vuelvo hacia la conserjería, temiendo que el conserje pueda haberse enterado de que me han denegado el acceso, pero el pasillo sigue desierto.

-¿Estás bien, Kenlish?- Me pregunta Wilden en tono preocupado.- Te noto asustada. ¿Qué ha pasado?

-El cacharro de la friki ha fallado, eso es lo que pasa.- Respondo sin cortarme un pelo, sabiendo que la elfa está escuchando al otro lado de la línea.- ¿El conserje ha reaccionado…?

-No, sigue en el mismo sitio… Le noto muy concentrado en lo que está haciendo, la verdad es que me está dando curiosidad por saber qué…

-Kenlish, vuelve a pasar mi lector por el panel. Y esta vez no seas bruta y pásalo con su-a-vi-dad.- Interrumpe Nevit, en un tono artificial que me pone los pelos de punta.

Obedezco a regañadientes y deslizo el artefacto con delicadeza por el panel. La luz cambia a verde y se escucha un sonido de apertura en la unión de las puertas. Me doy prisa en empujar una de las hojas, deslizándome al otro lado y yendo a parar a una trifurcación de pasillos.

-Vale, ya estoy dentro.- Me agazapo junto a una esquina.- Hay tres pasillos… ¿Por dónde voy ahora?

-Ve hacia la derecha. Deberías acabar llegando hasta una puerta similar a la de los baños de estudiantes. Ahí habrá un desvío hacia la izquierda, y la primera puerta que te encuentres a mano derecha será la de la sala de administración.- Me indica Wilden en un tono que no se si catalogar como emocionado o nervioso. Quizás sea ambas cosas.

Obedezco a mi guía y me muevo en la dirección indicada, hasta que doy con la puerta que buscaba. Un pequeño letrero junto a la puerta reza en letras negras sobre fondo blanco “Admin 16 “. Me acerco hasta ella y la examino con ojo crítico.

-Hay dos cerraduras de cilindros, pero han olvidado pasar la llave a la inferior.-Explico por la radio a mis compañeros.- Pero la superior parece de las buenas, tiene pinta de haberse instalado hace poco. No va a ser fácil abrirla.

Gilnevit y compañía sueltan un improperio al otro lado de la línea. Yo, mientras tanto, extraigo unos alambres finos de mi equipo y empiezo a darles forma con los dedos, sin dejar de estudiar la forma del cilindro con precisión.

-Acabáramos. Si se tratara de una electrónica todavía podría hacer algo, pero las analógicas se usan ya tan poco que no tenía sentido haberse preparado para abrirlas.- Suelta Nevit con tono de fastidio.

-Si lo llego a saber les habría preparado algún tipo de explosivo para reventar esa cerradura.- Añade Hebilenn, de igual guisa.- Chicos, mejor retírense por hoy. Al menos ya sabemos lo que necesitarán en la próxima visita, podemos hacer algunas pruebas en la casa y…

-Despreocúpate, ya la he abierto.- Comento con orgullo al tiempo que empujo la puerta.- He sobreestimado la cerradura. No ha sido para tanto.

-Espera. ¡¿Qué?! ¿Cómo que la has abierto?

Me deslizo hasta el escritorio que preside la sala, llena de cubículos de trabajo a ambos lados de la misma, sonriendo por los comentarios de mis compañeros a través de la radio, que no salen de su asombro. Registro los cajones tratando de no hacerles caso, pero al final considero que su charladuría me distrae más que ayudarme y los mando a callar.

Se hace el silencio y, tras un minuto más de búsqueda, doy al fin con el tan ansiado matasellos. Extraigo una funda con documentos de mi inventario. Se trata de la lista de materiales que precisamos para llevar a cabo nuestro plan, pero las cantidades que requerimos son tan grandes que nunca habríamos logrado superar el primer filtro, el del Negociado de Clubes, si lo hubiéramos presentado por el canal habitual. De ahí toda esta operación de infiltración, puesto que con los dos sellos de los altos cargos del distrito en la solicitud, los de la central presumirán que es válida y no harán preguntas… Hasta que sea demasiado tarde.

-Kenlish, es mejor que te vayas dando prisa.- Me comenta Wilden, nervioso.- El conserje ha empezado a moverse. Si sigue su plan habitual, me quedan quince minutos antes de que le de por cerrar esta aula, y si me obliga a marcharme…

-Lo sé, Wilden, cálmate.- Sello todas las páginas con tinta azul y me apresuro a dejarlo todo como estaba.- Vale, ya tenemos el sello del secretario. Voy ahora a por el del director. ¿Dónde tengo que ir?

-Nada más salir, avanza hasta el fondo a la derecha. El despacho del director es la única puerta que encontrarás al llegar a la pared, no tiene pérdida. Luego recuerda que para salir debes… ¡Oh, mierda!

-¿Qué ocurre?-Pregunto justo cuando he cerrado la puerta de la sala de administración.

Oigo como se desconectas u transmisor mediante un fugaz pitido en el oído. El corazón empieza a latirme desbocado cuando me vienen a la cabeza las imágenes de mi amigo en el hospital, y los sonidos que recordaba de mi propio incidente. Wilden no es de perder los nervios fácilmente, y de los dos él es quien tiene una coartada más creíble para encontrarse en el instituto tan tarde. Esa reacción de cortar la comunicación tan repentinamente solo puede significar que alguien se ha acercado hasta él sin que se diera cuenta… Y hasta dónde sé, eso sólo ha ocurrido con dos personas, y una de ellas estoy bien segura de que no puede estar con él.

-Oh, no… Qué no sea lo que estoy pensando.- Empiezo a correr en dirección al despacho del fondo, empezando a sentir una opresión de pánico en el pecho.- ¡Versmegzul, Dylphiel! ¿Estáis ahí?

Me responde la voz de Vers, por encima de las protestas del segundo y de Gilnevit, lo que me hace imaginarme al gigantón del elfo echándose sobre ambos para agarrar el micrófono.

-Dime, Kenlish. Estamos todos aquí.

-Por favor, id con Wilden. Creo que le han descubierto y que no ha sido el conserje ni un profesor, sino alguien que puede ser peligroso para él. Podría estar en problemas.

-Recibido. ¡Dylphiel, ya has oído a la jefa! Nos vamos.

-¿Pero por qué demonios tengo que ir yo también?

-¡Vas a ir! ¿No se supone que los hombres están para estas cosas?- Oigo que le recrimina Hebilenn justo en el momento en que llego ante la puerta.

Una rápida ojeada a la cerradura me deja ver que la puerta está abierta, de modo que me introduzco en el despacho sin guardar muchas precauciones. Pero la estrafalaria decoración de la habitación me hace frenarme nada más poner un pie sobre la moqueta.

Unos amplios y confortables sillones de cuero marrón junto a una de las paredes, en torno a una mesilla de cristal; cuadros altos y con marcos bañados en oro y maderas nobles sobre ellos, y en la pared contraria unas enormes estanterías que alcanzan el techo, repletas de libros de pega y botellas con líquidos diversos. Una moqueta feísima recubre todo el suelo hasta llegar al gigantesco escritorio, repleto de pilas de papeles y carpetas por todos lados, y justo detrás del mismo, se abre un enorme ventanal que abarca casi toda la pared contraria a la puerta. Y para rematar la faena, unas horrendas cortinas color malva con encajes hechos de hilo de oro.

Conteniendo un escalofrío como no he sentido en mi vida, me dirijo al otro lado del escritorio con intención de buscar el matasellos, pero enseguida lo localizo a simple vista en medio de la mesa, junto a una tonga de papeles. La visión es como un regalo para mi corazón, y enseguida me apresuro a rellenar la solicitud con la marca del director. En cuestión de un minuto, ya todas las hojas están selladas.

Me dispongo a mezclarlas entre la montaña de papeles que van a salir del Distrito 16cuando una carpeta color piel llama mi atención, justo en una esquina de la mesa. No tiene ninguna etiqueta, ni ningún sello que me haga suponer lo que contiene, pero como si algo o alguien me lo susurrase al oído, extiendo la mano y abro el portafolios con intriga. Lo que leo en la primera página me deja trastornada, y más cuando veo una nota manuscrita a pie de página en la que su autor ordena que se destruyan todos los documentos de la carpeta.

-No me lo puedo creer…- Se me escapa en voz alta cuando voy pasando las páginas, con un horror creciente en mi interior.- Bastardo cabrón…

-¿Kenlish?- Me pregunta Hebilenn a través del comunicador.- ¿Has visto algo?

-¿Qué si he visto…? Tengo delante una carpeta con los informes de los incidentes de Wilden y el mío, incluyendo los partes médicos del hospital. Y lo peor de todo…- Me muerdo el labio inferior sin darme cuenta, a la vez que aprieto el puño hasta casi clavarme mis propias uñas.- Una nota manuscrita del director ordenando que se destruyan de forma inmediata. Éste mamón está intentando hacer desaparecer cualquier prueba de que van a por nosotros.

Un ruido procedente del pasillo me hace pegar un brinco. Oigo voces discutiendo en el exterior, cada vez más cercanas. Mi mente se bloquea. Sin la guía de Wilden para evitar estos encuentros no sé qué debo hacer. Y cada segundo que pasa, el volumen de la conversación se acentúa.

Busco un escondrijo por toda la habitación, ya que tardaría demasiado en salir por el ventanal y cerrarla detrás de mí, pero nada tiene las dimensiones necesarias para ocultarme completamente. Hasta que decido arriesgarme y, rápidamente, doy la vuelta al escritorio y me oculto en el hueco del asiento del director, en el preciso instante en que se abre la puerta.

-Y ya sé que son jóvenes y que no han sido entrenados aún, pero, ¿tan difícil es que esos mocosos hubieran hecho el trabajo más limpio? O al menos acabarlo. Mira la que han montado con esa violencia gratuita. No saben pensar, no son creativos… ¿Te das cuenta de lo que has hecho con tus tonterías, Arxel?- La voz del director es de pura rabia, y parece estarse desquitando con Rasmus, si es que es el mismo Arxel que tengo por profesor de Ética.- Ahora los de arriba me exigen que evite que la Guardia tenga un pretexto para poder ir contra ellos. Me culpan a mí, pero como no consigas controlar a tus lacayos, me ocuparé personalmente de que sea tu cabeza la que ruede. Tengo amigos, Arxel, amigos muy poderosos entre las altas esferas…

-Comprendo su enfado, señor. Los chiquillos han hecho una auténtica chapuza, y me hago responsable puesto que fui yo quién los captó para el programa juvenil…- La voz no me deja lugar a dudas: es esa mantis religiosa, como la llama Wilden, la que me está provocando ganas de echar bilis por la boca.-Pero le prometo que la próxima vez…

-No habrá próxima, Arxel. Tus acciones unilaterales ya me han dado quebraderos de cabeza como para una vida entera. Primero lo de nuestra alumna de honor más destacada y luego lo de ese chico. Por culpa de ambos incidentes ahora tenemos a la Guardia investigando el campus entero, y demos gracias de que se contenten sólo con investigar a estudiantes, porque si llegan a tirar del hilo…-Se hace un silencio incómodo.- ¿Los chicos no hablarán, verdad?

-Se lo garantizo. Me ocupé personalmente de supervisar su habilidad para el control de las emociones. Y la Guardia no se empleará en interrogarles con la misma dureza que utilizan en el resto de su jurisdicción. No olvide que son estudiantes, a fin de cuentas.

-Bien…- Oigo como remueve unos papeles sobre el escritorio.- Aquí están todos los informes que se han emitido de los incidentes. Deshazte de ellos.

-Como ordene.- Escucho el sonido de unos pasos alejándose, pero entonces la voz del director lo detiene de nuevo.

-Y Arxel… Cuando he dicho que no vuelvas a actuar lo decía en serio. Recuerda que los jefazos aún no han autorizado la operación “Limpieza”, y aunque la chica se estuviera relacionando con un semihumano, su historial sanguíneo sigue siendo de los más puros que tenemos. Joyas así hay que conservarlas a como dé lugar… Intactas.

Segundos después, oigo como se cierra la puerta del despacho. El director permanece en silencio unos segundos, hasta que da un golpetazo en la esa, haciendo que un objeto diminuto se desprenda de ella y caiga sobre mis rodillas.

-Maldito arrogante… Y pensar que me vino recomendadísimo…

Le escucho alejarse en dirección a la puerta, y al cabo de unos instantes, el silencio se apodera de nuevo de la habitación. Yo permanezco inmóvil, examinando el pequeño objeto que acababa de caer en mis manos, mientras mis compañeras del club susurran a través del micrófono.

-Kenlish… ¿Esos dos estaban hablando de ti y de Wilden, verdad?- Pregunta Hebilenn con un hilillo de voz.
 


-Sí… Y lo peor es que creo que nos hemos metido en un juego muy peligroso…- Hago girar el pequeño micrófono de botón entre mis dedos.- Porque creo que no hemos sido las únicas que han oído la conversación.