“Una deuda que cobrar”
Dado
que los materiales para proseguir con nuestro plan aún tardarán un tiempo en
llegar al almacén del Distrito 16, y que sin ellos estamos atados de pies y
manos, decidimos que todos los integrantes del Club de Geología estaríamos
adoptando un “Perfil Bajo” hasta ese entonces. Resumiendo: evitar atraer la
atención de forma innecesaria sobre nuestras actividades.
El
grupo de sociópatas de Rasmus y Dragamsel, los espías del director… Sin duda,
nuestra incursión en el instituto había despejado muchas incógnitas que
teníamos desde hacía tiempo… Pero también nos había hecho darnos cuenta de que
nos habíamos metido en un juego muy peligroso…
Termino
de guardar las mudas de ropa en mi bolsa de deporte y me dispongo a salir de mi
habitación, tras comprobar que he dejado las ventanas cerradas por dentro y que
no hay nada obstruyendo la cerradura de la puerta. Solía hacerlo a menudo en el
pasado, por temor a que Dragamsel y los suyos se metieran a robar mis trabajos,
pero desde que supe lo del micrófono en el despacho del director, me he vuelto
aún más paranoico con la idea de que alguien entre a husmear mis cosas.
-Todo
en orden.- Me digo a mí mismo al tiempo que paso la llave y me dirijo hacia
las escaleras de los dormitorios masculinos.
A
pesar de ser sábado y lo temprano de la hora, hay bastante movimiento en los
pasillos y cerca del comedor de la residencia. Me cruzo con varios integrantes
de otros clubes deportivos en mi camino a desayunar, muchos de ellos comentando
con pesadumbre los entrenamientos infernales que les están imponiendo sus
capitanes y entrenadores. No puedo evitar sonreír con desasosiego cuando
escucho algunas de las conversaciones.
-Infelices…
Si vivieran lo que yo he tenido que soportar todo este tiempo, un par de
semanas o incluso un mes de régimen infernal les parecería un juego de niños…-
Me digo a mi mismo mientras me dirijo con mi bandeja hacia las mesas de
autoservicio. Por el rabillo del ojo veo a Dylphiel sentado a una mesa y saludándome alegremente con la
mano. No tardo en encontrar el corpachón de Versmegzul al otro extremo del
comedor, llenando su bandeja con frutas y cereales varios.
-¡Wilden!
¡Aquí! – Puedo oír como me llama Dylphiel
claramente desde su mesa, haciendo que varias personas se vuelvan hacia mí,
sorprendidos.
Le
devuelvo el saludo con una sonrisa incómoda en mi cara. Hasta ahora nunca había
coincidido con ellos en mis desayunos, así que no estoy acostumbrado a este
tipo de situaciones… Pero ahora que ya todo el mundo ha visto que nos
conocemos, supongo que no me queda de otra que desayunar con Vers y Dylph antes
de irnos a nuestros entrenamientos.
-¿Qué
hay Dylphiel? ¿Entrenamientos infernales también? – Le pregunto tras dejar mi
bolsa de equipo junto a la mesa. Tomo asiento frente a Dylphiel y empiezo a
servirme una buena taza de café.
-Cómo
todos los clubes deportivos, supongo. – El chico se frota los ojos por unos
momentos, como si aún le costase despejarse.- Odio las fechas antes de los
campeonatos interdistritos…
-Si
descansaras lo que debes en vez de quedarte hasta tarde despierto, te costaría
menos madrugar…- Interviene Versmegzul, dejando su bandeja del desayuno cargada
hasta arriba junto a su amigo.- Te veo bien, Wilden. ¿Cómo tienes las piernas?
-Completamente
recuperadas y con ganas de volver a las pistas.- Le respondo mientras me doy
una palmada en la rodilla izquierda.- Me vendrá bien ejercitarme de nuevo tras
tanto tiempo en el dique seco…
Comenzamos
a desayunar mientras intercambiamos impresiones de nuestros respectivos
entrenamientos y clubes. En ningún momento tratamos de tocar el tema de lo
acontecido en el instituto unos días atrás, ni las actividades del Club de
Geología, hasta que vemos entrar en el comedor a Vyrott, completamente sólo. Lo
sigo con la mirada disimuladamente, mientras lo localizo con mi habilidad
sensorial para estudiar su estado de ánimo. Me transmite una sensación de
ansiedad y frustración reprimidas, que rápidamente asocio al episodio que viví
en el aula donde Dragamsel y los suyos por poco tratan de acabar con él.
-Wilden…
Ese chico que acaba de entrar… ¿Es el que…? – Dylphiel enseguida es silenciado
por Versmegzul por medio de un pan de leche que le pone delante de la boca.
-Sé
más discreto, anda. Se supone que ninguno de nosotros sabe nada de lo que pasó
ahí, ¿recuerdas? – Le susurra en voz baja, pero lo bastante alto para que yo
pueda oírlo frente a ellos.
-Tiene
razón, Dylph, tenemos que ser muy cuidadosos con ese tema. Por ahora yo
evitaría volver a hablar sobre ello fuera de la casa club o en sitios públicos
como este. - Añado antes de beber un buen trago de café.- Pero sí, es él.
-Es
que va a cantar un poco que ha pasado algo … Tú nunca sueles desayunar al mismo
tiempo que ellos, obviamente, pero es la primera vez que Vyrott baja a
desayunar sin nadie del grupo de Dragamsel o del club de Artes Marciales…-
Prosigue Dylphiel mientras sigue con la mirada a Vyrott, que deambula por las
mesas de autoservicio como un alma en pena.
-No
es nuestro problema…- Sentencio con voz seria antes de verter leche y avena en
un cuenco frente a mí. – Aunque Vyrott nunca llegó a hacerme nada directamente,
tampoco hizo nada por impedírselo a sus viejos amigos. Y eso mismo pienso hacer
yo, nada.
Vers
observa de reojo a Vyrott sentarse sólo en una mesa al fondo del comedor,
mientras yo como mi desayuno en silencio, sintiendo los reproches sin palabras
que emiten mis dos compañeros. Dylphiel en concreto parece el más disgustado
con mis palabras, pero no pronuncia palabra alguna mientras corta unos gajos de
manzana para sí mismo.
-Esperemos
al menos que no le afecte lo que estamos haciendo… - Comenta Vers en voz baja. -
Ya me sentaría mal que se haya arrepentido y encima alcance a recibir…
-Ya
nos preocuparemos por el alcance que tengamos cuando lleguemos a esa fase…-
Comento también en voz baja, aunque en el fondo, yo tampoco quiero que gente
inocente se vea implicada en nuestros planes. - Ya nos preocuparemos…
…
Media
hora más tarde, me despido de Versmegzul y Dylphiel junto al gimnasio de la
zona deportiva y me dirijo hacia las pistas de atletismo que quedan casi en el
borde norte del distrito. El aire a esta hora es algo más frío de lo habitual,
y la humedad y nubes altas me hacen presagiar que dentro de poco se va a poner
a llover.
Cierro
hasta arriba la cremallera de mi chaqueta del club y aprieto el paso hacia las
pistas con las manos en los bolsillos, conteniendo los escalofríos que me
sacuden cada vez que la brisa fría se cuela bajo mi indumentaria. Al poco rato,
consigo alcanzar finalmente las gradas que rodean el estadio, donde varios
grupos de personas se hayan desperdigadas por doquier.
Bajo
las escaleras que atraviesan las gradas hasta las pistas y me dirijo a la zona
donde siempre se reúne el equipo de corredores, pero antes incluso de llegar
hasta ellos noto algo que me desconcierta en la figura del entrenador. No se
trata de nuestro preparador habitual, sino del profesor que más detesto de todo
el instituto. Exactamente, Arxel Rasmus está ridículamente vestido con el
uniforme del entrenador de atletismo, al tiempo que parece estar hablando con
el capitán de mi equipo.
-Esto
no puede ser bueno…- Pienso para mí al tiempo que capto las emociones de mi
capitán, completamente asustado y frustrado. Cómo viene siendo habitual, soy
incapaz de captar las emociones de Rasmus, pero por suerte, esta vez hasy
bastantes compañeros que me respetan presentes como para que me de miedo
acercarme a él.- ¿Por qué tengo el presentimiento de que el muy bastardo ha
venido expresamente a joderme…?
No
tardo en comprobar que mis sensaciones son las correctas. En cuanto Arxel me ve
acercarme, se gira hacia mí con una sonrisa hipócrita en la cara, mientras que
mi capitán me observa con gesto apenado y como si quisiera disculparse por
algo.
-Bueno,
bueno, bueno. Pero si es el príncipe Wilden, que al fin se digna a aparecer por
estos lares.- Ignoro por completo a Rasmus mientras se burla de mí, manteniendo
mi mirada fija en mi capitán en todo momento.- ¿Está su excelencia al fin en
disposición de volver a entrenar, o necesita un par de semanas más de reposo
para volver al equipo?
-Profesor,
Wilden ha estado lesionado casi un mes entero. Está siendo muy injusto con esas
palabras…- Le recrimina mi capitán, que se ve respaldado por varios gestos de
asentimiento de unos cuantos compañeros míos.
-Exactamente,
lesionado durante todo un mes estando a las puertas de la mayor competición deportiva
del curso. Y todo, por andar saliendo hasta las tantas por la noche, según
tengo entendido. - Prosigue Rasmus, distorsionando deliberadamente toda la
realidad que tanto él como yo conocemos.- Su falta de compromiso con el equipo…
No, que digo, con todos sus compañeros de distrito, resulta insultante, Wilden.
Me consta que antes del incidente de su lesión, su tiempo era de los mejores de
su año. Y con sus imprudencias ha echado a perder la gran esperanza del Distrito
16 de batir un record en el interdistritos del mes que viene.
-Con
el debido respeto… Señor. - Interrumpo en tono seco y cortante, pero sin alzar
la voz recurriendo a un autocontrol extremo, a la vez que reprimo mi instinto
asesino.- Mis heridas se han recuperado en la mitad del tiempo estimado por los
médicos inicialmente. Con el debido régimen de entrenamiento y rehabilitación,
puedo estar a plena capacidad para cuando llegue el día de la primera prueba
deportiva, con lo que no entiendo a que vienen esas acusaciones infundadas.
Cómo si yo hubiera querido pasar un mes entero con las piernas destrozadas…
-No
es por algo que usted quiera, sino que está en la obligación de velar por los
intereses del grupo, Wilden. Sus talentos no son para elevar su ego personal,
sino para contribuir al éxito del colectivo al que pertenece. Vivimos en una
sociedad en la que cada individuo debe velar por el interés de un bien mayor,
por el éxito del colectivo.- Rasmus acaba por pegar tanto su cara a la mía que
soy capaz de ver mi reflejo en sus ojos.- Esta escuela existe para enseñarles a
ustedes a funcionar en nuestra sociedad cuando salgan de aquí. A que cada uno
aprenda que son parte de una gigantesca maquina perfectamente sincronizada
llamada República de Isnir. Y usted, Wilden, acabará aprendiendo cual es su
lugar y su función dentro de este equipo.
Le
sostengo la mirada por unos instantes, reprimiendo las ganas de soltarle una
patada con todas mis fuerzas. Finalmente, Rasmus se aleja al ver que no caigo
en sus provocaciones, pero enseguida vuelve a la carga con otra de las suyas.
-Sus
lesiones y su ausencia todo este tiempo han perjudicado al equipo, Wilden. Y
dada la cercanía de una prueba tan importante para el Distrito 16, tenerle
estorbando aquí sólo contribuiría a lastrar los esfuerzos de sus compañeros,
que han de darlo todo por mejorar en estas semanas que restan.- Saca un papel
de una carpeta que sostenía en una de sus manos y me lo pone delante.- Por este
motivo, y como encargado de configurar los equipos que representarán a este
distrito en la competición escolar, me veo obligado a suspenderle del equipo
hasta que el Interdistritos haya finalizado. Una vez termine la competición, se
estudiará la posibilidad de que pueda reincorporarse a la disciplina del Club
de Atletismo, siempre que su actitud y compromiso mejoren…
Le
arranco de las manos el papelito y, tras echarle un rápido vistazo a las
sandeces que contiene, lo doblo en cuatro trozos y lo levanto en alto. Todo
ello mientras le sostengo una mirada desafiante a Rasmus.
-Así
que suspendido por falta de compromiso con el equipo y por ser un lastre… ¿Esta
decisión la ha tomado usted en exclusiva?
-Cómo
acabo de decir, en calidad de encargado de…
- ¿Y
está usted seguro de que no me está suspendiendo por otros motivos, profesor?
Cómo, por ejemplo, el hecho de que no quiere que un semielfo acabe imponiéndose
deportivamente a elfos más puros y “dignos” de representar sus ideales de raza
suprema.- La sangre parece abandonar el rostro de todos los presentes, mientras
que el rostro de Rasmus empieza a adquirir un tono rojizo hasta en las orejas.-
O bueno, dejando de lado su consabida ideología supremacista y que soy el más sospechoso
de ser medio humano dentro del equipo de atletismo… ¿Seguro que no es porque se
está dejando llevar por su antipatía, también conocida, hacía mí…?
-¡Cuida
tus palabras, Wilden! ¡Estás faltándole al respeto a un profesor y eso es una
falta muy grave!- Vocifera Rasmus completamente rojo de ira y fuera de sí.
Compruebo, satisfactoriamente, que esta vez si estoy logrando sentir sus
emociones, rebosando ira contra mí.- ¡¿Cómo te atreves a acusarme de esa forma,
maldito niñato?! ¡Voy a hacer que te expulsen de este equipo! ¡Olvida la suspensión
temporal, voy a hacer que la junta deportiva de Zeblorg te vete de por vida!
-No
se moleste, profesor.- Sonrío de forma burlona mientras rompo en pedazos el
papelito que me ha dado antes y los arrojo al viento.- No hace falta que me
expulse del equipo. Dimito voluntariamente. Buena suerte tratando de ganar el
torneo con sus métodos. ¡Ah! Y de paso, debería repasar sus lecciones de
control de las emociones. Creo que no es muy maduro de su parte rebajarse al
nivel de un “niñato” cómo yo, si sabe que aún me cuesta reprimir las mías.
Y
tras decir esto, me doy la vuelta para salir del estadio mientras oigo a Rasmus
gritando improperios a mis espaldas y a mi capitán suplicándome que
recapacitara y volviera para arreglar las cosas. Hago oídos sordos a todo y salgo
del recinto sin rumbo claro, caminando con el único propósito de alejarme
cuanto antes de Arxel Rasmus y sus emociones toxicas, que ahora parecen
perseguirme tras haber conseguido captarlas por primera vez.
Al
cabo de un rato, me detengo finalmente frente a una zona ajardinada cerca de
los gimnasios donde me separé de Versmegzul y Dylphiel no hace mucho. Todo mi
cuerpo continúa temblando de rabia e indignación por lo vivido, y aunque poder
soltarle todas esas cosas en la cara a Rasmus ha sido muy gratificante para mí,
aún no es suficiente para aplacar la sed de sangre que tengo desde que ha
empezado a provocarme.
-Definitivamente,
no me reconozco… Antes del ataque en el parque, esta situación me habría dejado
paralizado sin saber que hacer…- Aprieto el puño con tanta fuerza que creo
que podría atravesarme la piel con las uñas.- Me estoy volviendo demasiado
irreflexivo… Espero que lo de antes no arrastre más problemas para Kenlish o
los demás… Tengo que hablarlo con ella más tarde, necesitamos hacer control de
daños por lo que acaba de pasar…
Mientras
estoy ordenando mis pensamientos y tratando de calmarme, siento unas presencias
conocidas saliendo de un camino que atraviesa los jardines. Justo en medio de
la zona ajardinada frente a la que me he detenido, se encuentra un gran dojo
donde entrena el equipo de Artes Marciales, por lo que no me sorprendo al ver
como Dragamsel y dos de sus esbirros salen de él con aire despreocupado. No
parecen haberme visto, y aún llevan sus equipaciones de entrenamiento, por lo
que intuyo que están tratando de escaquearse de la práctica que sus compañeros
deben estar realizando en esos instantes.
Me
planteo alejarme de allí antes de que me vean… Pero, aunque mi mente me grita
que me aleje cuando antes de esos tres, la bestia que llevo dentro sigue pidiéndome
sangre… Y la deuda que quiero cobrarme exije mucha de estos tres. De modo que
antes de darme cuenta, ya me he atravesado en el camino de Dragamsel, que se
detiene sorprendido al verme junto a sus lacayos.
- ¡Vaya,
vaya! ¿Qué ven mis ojos? ¿Estaré soñando? - Suelta Dragamsel antes de echarse a
reír a coro con sus seguidores.- ¿Qué haces aquí, Wilden? ¿Tanto echas de menos
tus lecciones conmigo que has venido a por ellas?
-Creo
que ese accidente que tuvo le dejó mal de la cabeza. - Añade otro de ellos,
burlón.
-Espera,
¿no lo estaba ya desde antes? - Añade otro antes de seguir riéndose.
Los
escucho reírse casi sin inmutarme. Las ganas de destrozar a estos tres payasos
han tomado control casi completo de mi mente y todo rastro de prudencia me
resulta ahora algo ajeno y extraño. Todo mi ser se siente extraño, con los sentidos
agudizados a causa de la adrenalina, mis pensamientos se centran sólo en buscar
el momento idóneo en que uno de ellos baje la guardia lo suficiente para
patearle el cuello… Y comienzo a asustarme de mí mismo. Quiero parar esos
pensamientos y recuperar el control sobre mi propio cuerpo, expulsar a esta
versión de mí que parece una bestia salvaje y descontrolada… Cómo si hubiera
dos yos luchando por el control de mi ser.
- ¿Qué
te pasa? ¿Es que al final es cierto que te quedaste tonto? - Suelta Dragamsel
al tiempo que da unos pasos para acercarse a mí, con aires de superioridad.- Si
necesitas una buena ostia para volver a pensar con claridad, no me importa
hacerte el favor…
Mi
bolsa de deporte cae al suelo en el momento en que me lanzo a por Dragamsel,
acortando la distancia que nos separa en apenas un instante, para sorpresa de
mi acosador. Es tal el susto que se lleva al verme de pronto a un palmo de él
que, al tratar de retroceder inconscientemente, tropieza y cae de culo al suelo.
Sus dos compinches dejan de reír al ver como su líder cae sin que yo le haya
puesto la mano encima, y me observan atónitos.
-¡¿Pero
que coño pasa contigo, escoria?!- Me increpa Dragamsel desde el suelo, rojo a
causa de la vergüenza y la ira por haberse dejado sorprender. Yo me deleito sintiendo
por primera vez sus emociones, brotando igual que había pasado hacía un rato
con Rasmus.
-Vaya,
que curioso… - Una sonrisa maliciosa se apodera de mi rostro.- ¿Tanto te asusta
que te encaren de frente que te has cagado encima, Dragamsel? Si llego a saberlo
antes…
-¿Qué
acabas de decir?- Dragamsel se levanta como un resorte y enseguida noto como
activa sus poderes de viento en sus manos, por lo que me alejo antes de que
pueda agarrarme con ellas.- Estás muy gallito hoy, por lo que veo…
-No
más que tú cuando tienes a tus perros de caza cerca para hacerte el trabajo
sucio.- Les lanzo una mirada despectiva a sus dos escoltas, que se han tratado
de abrir hacia mis laterales en cuanto han visto a su líder recuperarse.- Mucho
presumir de ser el mejor de tu club de artes marciales, pero siempre acabas
necesitando que otros te den ventaja sobre tus víctimas.
-Me
parece que tienes el concepto equivocado de ti mismo, Wilden. - El rostro de
Dragamsel se ensombrece a la par que toda su postura corporal se torna
amenazadora.- Una lucha entre elfos de verdad, es una lucha entre hombres,
donde cada uno se juega su honor en el combate cuerpo a cuerpo. Pero, ¿qué eres
tú? Sólo un medio elfo. Si acaso un poco mejor que esas bestias primitivas que
son los humanos, solo por esa sucia mezcla que tienes en las venas. No eres un
elfo de verdad, solo una aberración. Así que, cazar un animal en grupo no es
más que la lógica natural en tu caso…
-Guau,
creo que ya puedo decir cual es la clase en la que más te destacas… Una lección
de manual de Ética de Arxel Rasmus. – Espeto al tiempo que reprimo las ganas de
vomitar que estoy sintiendo. – Aunque me sorprende que hayas sido capaz
siquiera de retener toda esa mierda dentro de tu cabeza…
-¿Tu
hoy quieres morir, verdad?- Los ojos de Dragamsel me fulminan tras mis
palabras, mientras sus dos esbirros me insultan a ambos lados.- Te voy a
enseñar lo que pasa cuando te pasas de listo conmigo, Wilden…
Dragamsel
y los suyos comienzan a moverse hacia mí, pero antes de que hayan logrado dar
un paso, una voz tronadora los hace detenerse. La sangre abandona el rostro de
mis atacantes en el momento en que su maestro de artes marciales aparece desde
el dojo, caminando furioso hacia ellos con alguien más yendo tras él con rostro
decidido. Cuando finalmente llegan a nuestra altura, me sorprende ver a Vyrott con
el rostro muy serio, sin quitarme la vista de encima.
-¡¿Qué
estabas a punto de hacer, Dragamsel?!- Le increpa el maestro a un Dragamsel que
repentinamente parecía haberse empequeñecido en su presencia.- ¡¿Cuántas veces
debo repetiros que lo que se os enseña en el dojo no debe usarse para dañar a
nadie?!
-Maestro,
me temo que se ha hecho una ide…-Trata de interrumpir el aludido, pero
enseguida recibe una bofetada del maestro que le deja con la palabra en la
boca. Y a mí boquiabierto.
-¡Silencio!
Ya es la segunda vez en menos de una semana que tengo conocimiento de tu
comportamiento deshonrroso, y no voy a seguir tolerando que te hagas el listo
conmigo. ¡Y vosotros dos! – Señala a los dos esbirros de Dragamsel, que ahora
parecen estar a un soplo de aire de caerse al suelo.- ¡No creáis que voy a
tragarme que no estabais tratando de atacar por la espalda a este chico! Sois
una vergüenza para el club. Escaqueandoos de los ejercicios de calentamiento y
tratando de atacar entre tres a un no iniciado. ¡Ya estáis entrando, cagando
leches al dojo! Y cuando acabe el entrenamiento vamos a tener unas palabras los
cuatro. ¡Adentro!
Dragamsel
y los suyos se dirigen de regreso al interior del edificio, no sin que antes me
dediquen una mirada furibunda, pero se apresuran a obedecer las ordenes de su
maestro. En cuanto los ve entrar al dojo, el maestro se vuelve hacia mí, me
pide disculpas por lo ocurrido y se marcha, dejándome a solas con Vyrott. El
antiguo seguidor de Dragamsel se aproxima a mí hasta quedar a unos pocos pasos
de distancia, mirándome a los ojos en todo momento. El silencio se adueña del
lugar mientras la brisa fría hace que mis pensamientos se enfríen poco a poco,
sin que ninguno de los dos parezca dispuesto a romper el silencio.
-No
deberías volver a enfrentarlo como has hecho hoy, Wilden.- Me dice al cabo de
unos tensos diez segundos en los que ambos nos hemos sostenido la mirada, estudiándonos
mutuamente.- Si no llego a ver a Dragamsel escaqueándose del entrenamiento,
ahora ya no estarías aquí…
-¿Por
qué me habrían tratado de arrojar por el borde de la isla?- Replico al
instante, haciendo que Vyrott se quede blanco del susto. El chico me mira con
ojos asustados, como dándose cuenta de que mi comentario no había sido casual.-
Sé que fueron Dragamsel y los suyos quienes…
-Espera.-
Vyrott alza una mano con gesto nervioso mientras observa a su alrededor,
desprendiendo una sensación intranquila en todo momento.- Aquí no. No sé como
te has enterado, pero este lugar es peligroso para hablar de ello.
Asiento
con la cabeza. No logro captar a nadie en las cercanías, pero siempre es
posible que otra persona sea invisible a mi radar sensorial y que ande oculta
escuchando.
-Coincido.
– Me echo mi bolsa al hombro y me quedo meditando por unos instantes. – Me gustaría
darte las gracias por lo de hace un momento. Si a la tarde te viene bien, hay
un sitio al que me gusta ir a tomar algo los fines de semana, el Swarthen.
-Lo
conozco, aunque sólo de oídas.
-Perfecto.
Entonces, si quieres que hablemos de esto, te espero ahí a las seis de la
tarde.- Me doy la vuelta y le hago un gesto de despedida con la mano.- Y
gracias por el cable.
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