viernes, 24 de febrero de 2012

Dawn y Sunset. Capítulo 2.

Dawn camina ante mí, guiándome entre los árboles por un sendero que a duras penas logro divisar en la oscuridad reinante. La Luna luce en el cielo, pero no hay estrellas que la acompañen, triste visión de un cielo despejado, sin nubes ni luces que enturbien su resplandor pero sola en el firmamento como un corazón abandonado que brilla pálidamente a la espera de que alguien acuda a acompañarla.

La piel de Dawn aún refleja esa escasa luz que emana desde lo alto, pero ella no parece darle importancia alguna a tan extraña visión del cielo. Siento ganas de preguntarle si siempre es así en las cercanías de aquél castillo, pero mi voz no se atreve a romper el plácido silencio que se ha impuesto en el ambiente, sólo roto por el ligero golpeteo de nuestras pisadas y sonidos de la fauna nocturna.

-¿Has intentado volar desde que has tocado tierra, Sunset?- Me pregunta mi guía, volviendo un poco su rostro hacia mí, cuando menos esperaba oírla hablar.

-He sentido ganas de hacerlo, pero mis alas no me han respondido, han perdido su fuerza repentinamente. Es una sensación frustrante querer emprender el vuelo y verme atrapado en tierra por motivos que escapan a mi comprensión.

-Es cosa de esta tierra, de este castillo, del bosque... Todo. No puedes volar, pero no existe nada físico que te lo impida. Tus alas siguen intactas y aún las mueves sin darte cuenta, igual que hago yo con las mías.- La observo sin entender, esperando que prosiga.- Lo único que te impide volar es lo mismo que no te deja acceder al castillo.

-¿La llave?

-Sí.

-¿Significa entonces que teniendo la llave en mi poder, recuperaré mis alas y además podré entrar al castillo?

-Exactamente.

-¿Cómo puede una simple llave otorgar tanto y negártelo todo de no tenerla?

-¿No se te ocurre ninguna situación en la cual, teniendo algo que consideras nimio te encuentras perfectamente, y que cuando pierdes ese algo, ya no puedes realizar la gran mayoría de las cosas que antes te habrías sentido capaz de acometer y de superar sin grandes desafíos?

Me detengo bruscamente. Dawn avanza un par de pasos más antes de darse la vuelta y contemplarme con su mirada electrizante.
-¿Y bien...?

Mi mente divaga. Recuerdos recientes se agolpan en mi mente y numerosas imágenes se suceden en mis retinas y en mi mente. Sí, sé de algo que se corresponde perfectamente con esto que ella me pregunta.

La serenidad. Cómo una laguna tranquila, un estanque en calma, la mente sana nos otorga la capacidad de acometer cualquier cosa con confianza, con calma, nos permite superar cualquier obstáculo en nuestro camino y nos permite estar bien. La ausencia de problemas, es algo básico que todos buscamos, es nuestra calma que nunca queremos que termine, aunque acabemos siempre hastiándonos de ello y busquemos en los problemas nuestra salida al aburrimiento. Pero yo, ahora mismo, carezco de esa serenidad. Hace tiempo que la perdí, que me la arrebataron cuando estaba en la mejor época de mi vida... Y ese castillo, aparte de recordármelo, es justamente el sitio donde toda mi vida anterior acabó.

Expongo mis pensamientos ante Dawn, y ella asiente con la cabeza. Poca cosa más se podría hacer ante esa información.

-Ciertamente, esa es la naturaleza de la llave. Mejor dicho, es el comienzo de su naturaleza. La mente, es el principio de todo, los cimientos del edificio del que ha de salir su forma final. Si no es estable, es muy difícil que logres encontrarla.

-Entonces, ¿Qué hacemos dando vueltas por este bosque si lo que necesito es serenarme?

Dawn sonríe. Esa sonrisa tiene una magia que me aturde, aunque sea simplemente una sonrisa circunstancial. El hada, sin duda, da una imagen triste, pues la dulzura de su sonrisa no se acompaña de la luz de sus ojos, tan apagada que empaña la belleza que debió lucir cuando, como ella dice, su mente estaba en paz.

-¿Sabes como llaman a este bosque, Sunset?

Niego con la cabeza.

-Algunos lo llaman “bosque de la serenidad”. A través de él, se puede llegar a diversos lugares, los cuales nos interesa visitar, porque en esos sitios, se encuentran las siguientes etapas del camino hacia la llave. Es un paso obligatorio. La llave no se compone de un solo elemento, es la unión de muchas claves y demás ingredientes, y todos ellos son igual de importantes, aunque su dosificación final sea distinta en cada individuo.

-Mis disculpas, Dawn. Yo soy un extraño en estas tierras, mientras que tú pareces conocerlas muy bien. Me dejaré guiar por ti en adelante.

-No hay de que disculparse, Sunset. Y aunque puede que yo conozca estos sitios, es posible que pronto requiera yo de tu juicio para seguir adelante. Pues no olvides que, aunque llevo aquí más tiempo que tu, aún no consigo entrar en el castillo.

-Juntos lo conseguiremos. Iremos más rápidos si colaboramos, ya verás cómo mañana estaremos ante ese castillo con nuestras respectivas llaves.

Dawn empieza a reír. Me sonrojo, es una risa sincera y contagiosa, muy melodiosa al salir con su voz.

-No me cabe duda de que será “mañana”. Porque hasta que no encontremos las llaves, seguirá siendo de noche para cada uno de nosotros. Así es este sitio.

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